La hora de las reformas electorales
En casi toda Europa vuelve a plantearse con m¨¢s o menos virulencia el problema de la f¨®rmula de escrutinio. El Parlamento de la Comunidad ha empezado a trabajar de nuevo sobre el sistema electoral uniforme que todav¨ªa no ha logrado elaborar desde 1976, cuando se decidi¨® que los diputados europeos ser¨ªan designados por sufragio universal. En Italia es urgente y crucial una reforma: exige la reconstrucci¨®n de un Estado en plena descomposici¨®n, cuyas instituciones est¨¢n paralizadas por una f¨®rmula proporcional que hizo que la primavera pasada entraran en el Senado y en la C¨¢mara de los Diputados 16 partidos, 11 de los cuales contaban con m¨¢s de 10 diputados. M¨¢s que nunca, la pen¨ªnsula lleva hasta la caricatura ese modelo de la Europa de la impotencia pol¨ªtica, en la que los Gobiernos est¨¢n paralizados por sus divisiones y los ciudadanos se ven privados de la posibilidad de elegir una mayor¨ªa y sancionarla si desmerece. En Holanda, en B¨¦lgica, en Dinamarca, en Luxemburgo, el mal se soporta mejor gracias a la exig¨¹idad geogr¨¢fica y a la tranquilidad n¨®rdica.En la Europa de la decisi¨®n, donde mayor¨ªas homog¨¦neas y estables gobiernan durante toda una legislatura bajo la amenaza de una alternancia decidida por los electores, tampoco deja de plantearse la cuesti¨®n de la f¨®rmula de escrutinio. El pasado mes de abril, el Partido Laborista y los dem¨®cratas-liberales anunciaron una modificaci¨®n del sistema ingl¨¦s si ganaban juntos las legislativas. En julio, el Gobierno de Par¨ªs encarg¨® a un grupo de trabajo que un¨ªa a polit¨®logos y diputados de todos los partidos que preparase una enmienda del sistema para evitar que ese 30% aproximado de electores que vota a los ecologistas o al Frente Nacional se vea privado de una representaci¨®n. No obstante, el Reino Unido y Francia cuentan con los mejores mecanismos electorales disponibles con arreglo a una ciencia pol¨ªtica que, en este aspecto, es menos imprecisa que casi todas las dem¨¢s.
Desde que se enunciaron en este ¨¢mbito, hace ya casi medio siglo, tres relaciones fundamentales que los norteamericanosd enominan com¨²nmente "leyes de Duverger", todo el mundo sabe que la f¨®rmula de escrutinio brit¨¢nica de mayor¨ªa a una vuelta tiende a reducir la representaci¨®n pol¨ªtica a dos partidos, y que la f¨®rmula de escrutinio francesa de mayor¨ªa a dos vueltas admite m¨¢s partidos, pero tiende a agruparlos en dos alianzas. La ¨²ltima sigue siendo la m¨¢s confusa. Decir que la proporcionalidad tiende de manera natural a partidos m¨²ltiples e independientes unos de otros es algo que abarca en realidad situaciones muy diferentes: las de la Rep¨²blica Italiana de hoy, la Rep¨²blica alemana de Weimar, la IV Rep¨²blica Francesa, marcan la Europa de la impotencia; las de Austria y Espa?a corresponden m¨¢s bien a la Europa de la decisi¨®n. Pero el autor de estas f¨®rmulas siempre ha subrayado que cada f¨®rmula de escrutinio tiene efectos muy diferentes dependiendo de la situaci¨®n de los partidos del pa¨ªs en el que se introduce. La proporcionalidad, catastr¨®fica en Berl¨ªn de 1920 a 1933, en Par¨ªs de 1945 a 1958, y en Roma desde hace m¨¢s de 40 a?os, no impide las mayor¨ªas homog¨¦neas en Viena, porque all¨ª se ha instaurado ante dos grandes partidos arraigados desde hace mucho tiempo, demasiado s¨®lidos como para que pueda dividirlos.
Espa?a tambi¨¦n podr¨ªa tener que hacer frente a este problema de reforma electoral, si se confirmaran los sondeos sobre las intenciones de voto en las pr¨®ximas elecciones parlamentarias. Con tanta distancia, no hay nada seguro. Pero la perspectiva de un Congreso sin mayor¨ªa sigue siendo una espada de Damocles que pende permanentemente sobre la cabeza de las instituciones de Madrid. Los Gobiernos de Londres y de Par¨ªs tienen aseguradas su eficacia y su estabilidad por la tendencia natural de sus sistemas electorales, mientras que las del Gobierno de Madrid se ven amenazadas por la tendencia natural del suyo. La limitaci¨®n de las circunscripciones que introduce un elemento mayoritario en la proporcionalidad no protege a la larga contra los defectos inherentes a ¨¦sta. Francia lo demostr¨® de 1945 a 1958, cuando el marco departamental no impidi¨® la fragmentaci¨®n.
Las divisiones de una derecha descuartizada por los autonomismos y el prestigio de Felipe Gonz¨¢lez confieren al partido socialista espa?ol una posici¨®n dominante que se parece un poco a la de los socialdem¨®cratas suecos. Pero ¨¦stos se han visto varias veces privados de mayor¨ªa sin que ¨¦sta haya sido sustituida por una mayor¨ªa alternativa. Y el PSOE no disfruta del extraordinario arraigo de su hom¨®logo de Estocolmo, sobre todo por el poder de los sindicatos vinculados a ¨¦ste. Si Espa?a quiere conservar de manera permanente su lugar en la Europa de la decisi¨®n, le interesar¨ªa examinar el problema de una posible reforma electoral. Todav¨ªa puede hacerlo con tranquilidad, sin la fiebre y la urgencia que perturban a Italia.
Con el escrutinio mayoritario a dos vueltas que constituye la solidez de la V Rep¨²blica Francesa podr¨ªa cotejar dos sistemas nuevos. En primer lugar, el complejo mecanismo del doble voto alem¨¢n, en el que los electores disponen de dos papeletas: una, que sirve para designar la mitad de los diputados en circunstancias individuales mediante un escrutinio mayoritario a una sola vuelta, y la otra, que permite elegir la segunda mitad mediante un escrutinio regional de lista seg¨²n la f¨®rmula proporcional. Esta ¨²ltima determina el n¨²mero total de esca?os de cada partido teniendo en cuenta los elegidos de las circunscripciones uninominales, lo que puede llevar a aumentar el n¨²mero total de diputados: porque hay que compensar los esca?os de los partidos cuyo n¨²mero de elegidos individuales excede el porcentaje establecido por el reparto proporcional. En Alemania, este sistema mixto ha tenido ¨¦xito por la misma raz¨®n por la que el proporcional puro lo ha tenido en Austria. Inmediatamente despu¨¦s de la guerra, los nazis hab¨ªan quedado aniquilados por la derrota, y los comunistas, por las exacciones del ocupante sovi¨¦tico y la secesi¨®n de la RDA impuesta por Mosc¨². S¨®lo quedaban dos grandes partidos -la democracia cristiana y la socialdemocracia- y una peque?a formaci¨®n liberal.
La bipolarizaci¨®n fundamental que da a los Gobiernos de Bonn una mayor¨ªa parlamentaria s¨®lida y homog¨¦nea, y que permite a los electores elegirla y sancionarla al final del mandato, no ha sido generada por el sistema de doble voto; exist¨ªa antes que ¨¦ste en la sociedad alemana de 1949. Se ha visto reforzada por el escrutinio en las circunscripciones individuales, donde s¨®lo los dos grandes partidos obtienen representantes. El dominio de ¨¦stos se reflej¨® en el escrutinio de lista, donde los electores votaron marginalmente a peque?os partidos.
Este sistema aplicado en Alemania desde hace cerca de 40 a?os acaba por sugerir una cuarta ley, que completar¨ªa las tres formuladas un poco antes de su instauraci¨®n: "El doble voto alem¨¢n tiende a mantener
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el sistema de partidos preexistente, un bipartidismo inicial que refuerza su lado mayoritario y un multipartidismo inicial que refuerza su lado proporcional".El sistema de partidos espa?ol hace dif¨ªcil predecir lo que podr¨ªa resultar de una transposici¨®n de la f¨®rmula alemana de escrutinio. Parece probable que agrave los efectos de la proporcionalidad actual en lugar de atenuarlos. De otra naturaleza ser¨ªan los riesgos que podr¨ªa plantear la transposici¨®n del otro gran invento contempor¨¢neo en materia de mecanismos electorales: el de la ley francesa de 1982 para los municipios de comunidades medianas y grandes. Se trata de un escrutinio de lista a dos vueltas que reparte exactamente los esca?os entre la representaci¨®n proporcional y la designaci¨®n mayoritaria. Si una lista obtiene la mayor¨ªa absoluta en la primera vuelta, recibe la mitad de los esca?os y participa con las otras listas en el reparto proporcional de la otra mitad. En la segunda vuelta pueden fusionarse dos o m¨¢s listas de la primera, y la lista que se sit¨²e en cabeza (sola o fusionada) recibe la mitad de los esca?os y participa con las, otras en la distribuci¨®n de la otra mitad. Este sistema, ya que no puede funcionar m¨¢s que en grandes circunscripciones regionales, podr¨ªa convenir a pa¨ªses muy centralizados, donde atenuar¨ªa este defecto. Pero en Espa?a agravar¨ªa las amenazas contra la unidad nacional. En definitiva, en Madrid, como en Par¨ªs, el escrutinio uninominal a dos vueltas ser¨ªa sin duda la mejor garant¨ªa para obtener mayor¨ªas estables y fuertes, y una alternancia a merced de los ciudadanos.
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