Silbiodos para Luis en el Calder¨®n
Los silbidos arrecieron contra Luis Aragon¨¦s a 19 minutos de la conclusi¨®n. Hab¨ªa decidido relevar a Futre con Sabas. Ciertamente, el portugu¨¦s apenas hab¨ªa incordiado a Sempere. Tanto Giner, cuando quer¨ªa penetrar por la derecha, como Boro, cuando lo intentaba por la izquierda, le hab¨ªan agobiado con sus marcajes. Pero, siendo las perspectivas tan confusas como eran, la parroquia rojiblanca todav¨ªa confiaba m¨¢s en una genialidad suya que en el revuelo que pudiera armar su bullicioso sustituto. S¨ª, en esta ocasi¨®n Luis se hab¨ªa puesto en entredicho para ella. Adem¨¢s, tampoco hab¨ªa comprendido antes que, ausente una vez m¨¢s Schuster, hubiese relegado a Donato a la defensa despu¨¦s de su espl¨¦ndida actuaci¨®n como organizador del juego una semana atr¨¢s en Sevilla. Incluso le hab¨ªa atribuido el detalle de que el Atl¨¦tico hubiera cedido la iniciativa al Valencia a ra¨ªz del gol de Manolo sin considerar que, al margen de que lo ordenase o no, sus jugadores pod¨ªan haberlo hecho de manera instintiva porque gustan tanto del contraataque que hasta bromean con la conveniencia de que sus partidos sean siempre en terreno ajeno.Lo peor para Luis, curado de espantos, no debi¨® de ser, en definitiva, ese abucheo, sino lo in¨²til de su determinaci¨®n. Sabas, en efecto, no mejor¨® la labor de Futre. Entre otras razones, porque a esas alturas del encuentro el Valencia se hab¨ªa convencido de su superior peso espec¨ªfico y controlaba la situaci¨®n con tanta soltura como para rondar la victoria, que a buen seguro habr¨ªa ca¨ªdo rendida en sus brazos si un lanzamiento de Fernando en el minuto 76, luego de una punzante incursi¨®n de Leonardo, no se hubiera tropezado con el poste derecho de la porter¨ªa de Abel. El Atl¨¦tico, que ya no pod¨ªa m¨¢s que afanarse con m¨¢s coraje que razocinio y que termin¨® vi¨¦ndose sin Tom¨¢s, expulsado por el mismo P¨¦rez S¨¢nchez que hab¨ªa sido benevolente con anterioridad con L¨®pez cuando agarr¨® a Penev siendo el ¨²ltimo defensor, estaba condenado a quedar de nuevo en evidencia en su propio campo, donde se cierne sobre ¨¦l la amenaza de que se le dilapiden los puntos que consigue con relativa facilidad en otros.
?se es, s¨ª, el problema que el Atl¨¦tico tiene pendiente de resolver. Ayer parec¨ªa que las circunstancias le habr¨ªan de ser favorables cuando Toni, bien secundado por Soloz¨¢bal en sus avances, coloc¨® en la cabeza de Manolo un remate mortal de necesidad para Sempere. Pero no result¨® as¨ª. El paso atr¨¢s de Futre y sus compa?eros, recelosos ellos, fue aprovechado de inmediato por el Valencia. Guus Hiddink, el entrenador blanco, hab¨ªa advertido que el camino hacia la cumbre del campeonato ten¨ªa que comenzar en Madrid y sus pupilos no le defraudaron. La calidad de Camarasa, que mantiene arrinconado a Belodedici; de Roberto, de Fernando, de Leonardo, de Penev.... es incuestionable. Quiz¨¢ hayan acusado en exceso su descalabro europeo frente al N¨¢poles y titubeado, pero ya est¨¢n recomponiendo su figura. S¨®lo les resta demostrar de una vez por todas que son capaces de aguantar el ritmo. S¨®lo, desprenderse de esa inconsistencia que ha truncado en diversas oportunidades su car¨¢cter de presunta alternativa en la disputa del t¨ªtulo.
Todos los recursos del Atl¨¦tico fueron, pues, bald¨ªos. Luis hasta procur¨® dotar de mayor fortaleza a su l¨ªnea medular dando entrada en ella al poco de iniciarse el segundo periodo a Orejuela para adelantar a Moya, cuyas andanzas por ella no le llevaban a ning¨²n sitio, y prescindir de Luis Garc¨ªa, alguien que o golea o, como anoche, cuando s¨®lo pudo meter el pie una vez, se reduce a la nada. Pero el Valencia se hab¨ªa constitu¨ªdo en un bloque compacto, sin fisuras, que acechaba de continuo y med¨ªa con atenci¨®n sus evoluciones.
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