Ser o no ser europeo
Los daneses son presa de una duda hamletiana respecto de su pertenencia a la Comunidad
A la Comunidad Europea (CE) le ha salido un grano muy inc¨®modo. Es el grano dan¨¦s, tan inesperado que los propios habitantes del reino n¨®rdico se han sorprendido por sus efectos sobre el cuerpo comunitario. M¨¢s que al dan¨¦s de a pie, la situaci¨®n preocupa a pol¨ªticos, empresarios, sindicalistas y agricultores, quienes trabajan ahora sin descanso. Primero, en encontrar alternativas al peor de los remedios: un alejamiento de la CE. Segundo, en preparar ya al electorado para otro refer¨¦ndum sobre Maastricht.
El debate todav¨ªa est¨¢ en ciernes, a la espera de ver qu¨¦ pasa en la cumbre comunitaria de Edimburgo del pr¨®ximo fin de semana. Pero sobre las perspectivas, un conocido humorista dan¨¦s resume bien lo que piensan sus conciudadanos: las predicciones son dif¨ªciles de hacer cuando se trata del futuro. Y es que la enfermedad cr¨®nica de los daneses es la indecisi¨®n.La culpa de todo la tiene la confusi¨®n que los pol¨ªticos introdujeron en las dubitativas mentes de los daneses. Cuando el Tratado de Maastricht les fue presentado como un hecho consumado, se sintieron burlados. Esto le es restregado por las narices al primer ministro, el conservador Poul Schl¨¹ter siempre que se presenta la ocasi¨®n. El l¨ªder dan¨¦s tiene fama de pragm¨¢tico y enemigo de la ideolog¨ªa pura y dura, lo que le llev¨® a decir, ya en 1986, a?o del refer¨¦ndum dan¨¦s sobre el Acta ¨²nica europea (1,6 millones de votos a favor y 1,2 en contra) que la uni¨®n europea era "un cad¨¢ver".
Schl¨¹ter no ha sido el ¨²nico que ha confundido a sus compatriotas. Desde el consenso de 1972, cuando se vot¨® masivamente en un refer¨¦ndum para entrar en la CE (1,9 millones de s¨ªes y 1,1 de noes), los pol¨ªticos no se han cansado de repetir a sus votantes que la CE es una organizaci¨®n puramente econ¨®mica. Cuando el refer¨¦ndum del 2 de junio, les dijeron que por arte de magia se hab¨ªa convertido tambi¨¦n en un ente Pol¨ªtico. "Los daneses", explica un votante, "no somos unos irresponsables ni unos insolidarios. El no fue consecuencia de un error de c¨¢lculo de los pol¨ªticos. Nos hemos sentido enga?ados".Voto de desconfianzaEn realidad, el no fue sobre todo un voto de desconfianza en el establishment, entendiendo por tal no s¨®lo la clase pol¨ªtica, sino tambi¨¦n a bur¨®cratas, empresarios, financieros, sindicalistas, prensa y televisi¨®n, todos a favor de Maastricht. De manera m¨¢s general, el caso dan¨¦s se debe a una combinaci¨®n de dudas y temores, a veces irracionales, pero que tienen su ra¨ªz en la historia colectiva de este pueblo, mezclado todo ello con el car¨¢cter anarcopacifista de los daneses.
Maastricht no fue explicado a la gente o se hizo como con temores. Incluso los m¨¢s avezados confiesan que es un texto imposible de leer, porque naci¨® de un acuerdo entre "pol¨ªticos, ide¨®logos y funcionarios". El profesor de F¨ªsica de la Universidad Tecnol¨®gica de Copenhague, Niels I. Meyer, l¨ªder y fundador del Movimiento de Junio, organizaci¨®n anti-Maastricht surgida tras el refer¨¦ndum, dice que en la campa?a "el Gobierno distribuy¨® gratis entre la poblaci¨®n 500.000 ejemplares del tratado, y ¨¦ste se convirti¨® r¨¢pidamente en un best seller". Lo que asust¨® a los daneses fue no entender nada, a?ade: empezaron a cuestionar la uni¨®n pol¨ªtica, la defensa com¨²n, la ciudadan¨ªa europea, la moneda ¨²nica, la desaparici¨®n de las fronteras.
El federalismo que propugna Maastricht es un tema tab¨² para los daneses. "La palabra uni¨®n produjo en los votantes un efecto terrible", dice Erhard Jakobsen, un veterano parlamentario, con 60 a?os en la vida pol¨ªtica nacional y 20 en la europea, quien afirma que sus compatriotas est¨¢n visceralmente en contra de entrar a formar, parte de, unos Estados Unidos de Europa. "Somos un pa¨ªs peque?o y no queremos que otros tomen decisiones que nos afectan a nosotros", confiesa Erik Jorgen. Hansen, director de la unidad de investigaci¨®n del Instituto Dan¨¦s de Prospectiva Social., "Nos gusta vivir independientes y libres de influencia extranjera". En la base de este sentimiento est¨¢ el miedo a perder su identidad hist¨®rica, cultural y l¨ªng¨¹¨ªstica. Y el miedo a Alemania.
Es un miedo con l¨®gicos antecedentes hist¨®ricos, que se ha visto reforzado por la perspectiva de una desaparici¨®n de las fronteras. Las costas del pa¨ªs est¨¢n llenas de alemanes en verano, y los daneses no quieren que acaben convirti¨¦ndose en los due?os de ellas. Puede que sea algo irracional" como tambi¨¦n lo es el temor a que el pa¨ªs se llene de extranjeros para aprovecharse de su excelente sistema social. "Este pa¨ªs ha alcanzado un alto nivel de justicia social, y no quiere compartirlo con 'Europa", comenta Herbert Pundik, director del diario Politiken, Cuando el refer¨¦ndum, hubo mucha gente que vot¨® pensando que, con Maastricht, los visados para entrar en Dinamarca los dar¨ªa Bruselas.D¨¦ficit democr¨¢tico
Lo que no aceptan tampoco los daneses es el d¨¦ficit democr¨¢tico en la mec¨¢nica comunitaria. Las decisiones pol¨ªticas se toman en Bruselas a puerta cerrada, y "ni siquiera es posible saber lo que tu propio representante pol¨ªtico ha votado en el Consejo de Ministros", a?ade el profesor Meyer. La desconfianza de Los daneses es total hacia la centralizaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica en Bruselas, y sienten estupefacci¨®n ante la, p¨¦rdida de poder del Parlamento dan¨¦s, que oculta al pueblo que est¨¢ soltando soberan¨ªa a favor de Bruselas, seg¨²n una fuente pr¨®xima al Parlamento Europeo.
Y si a todo ello se suma la alergia de los daneses a intervenir militarmente en el exterior, no es de extra?ar tampoco su rotundo rechazo a un sistema de defensa europeo. Muchos pensaron que con ello sus hijos iban a formar parte de un ej¨¦rcito internacional. Tambi¨¦n temieron que la moneda ¨²nica europea significaba que la corona danesa iba a desaparecer, y que sus compras en la tienda de la esquina iban a tener que hacerlas con una extra?a cosa llamada ecu.Hoy, sin embargo, todo el mundo en Dinamarca, un pa¨ªs de 5,5 millones de habitantes, uno de los m¨¢s ricos de la CE, quiere que la crisis se resuelva antes de fin de a?o, porque a partir del 1 de enero el pa¨ªs ostentar¨¢ la presidencia semestral de la CE. Y, como asegura el ministro de Exteriores, Uffe Ellemann-Jensen, la presidencia danesa no quiere negociar con los daneses, porque son duros de pelar.
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