"Cuando llega el odio es demasiado tarde"
Elie Wiesel, que se encuentra en Espa?a participando en un debate sobre Las nuevas filosof¨ªas del hombre, lleg¨® a Auschwitz agarrado de la mano de su padre, tras separarles de su madre y su hermana peque?a. No las volvi¨® a ver. Su padre muri¨® de agotamiento poco antes de ser liberados.Aunque parezca imposible, Wiesel no perdi¨® la esperanza: incluso fue eso lo que le permiti¨® vivir. "En todas mis novelas hay siempre un loco, y mis locos no son locos cl¨ªnicos, son locos m¨ªsticos. Quiero decir que a pesar de todo siguen so?ando con un futuro mejor, conf¨ªan todav¨ªa en el hombre", asegura.
En su obra La noche, Wiesel cuenta c¨®mo consigui¨® sobrevivir al horror, con una fuerza, una creencia en la vida, pr¨¢cticamente incomprensibles en un ni?o de s¨®lo 15 a?os. Para un hombre que ha sobrevivido al infierno, nunca se puede bajar la guardia: "El problema est¨¢ en qu¨¦ hacer y c¨®mo hacer para que el horror no nos deje olvidar y para que la respuesta al horror sea v¨¢lida universalmente. Hace 10 d¨ªas estuve en Sarajevo. No tenemos derecho a comparar el presente con el pasado, pero tenemos derecho a relacionar lo uno con lo otro. El pasado existe como referencia, no como analog¨ªa".
"Hay en la humanidad fuerzas tenebrosas, destructoras; dado que esas fuerzas est¨¢n vivas y act¨²an, es ah¨ª donde el desaf¨ªo se presenta al hombre", asegura. "Pero no basta con la vigilancia. El acontecimiento es ontol¨®gico, trascendente. No podemos decir que hay s¨®lo una lecci¨®n. Hay mil lecciones y no hay ninguna. Todav¨ªa no hemos conseguido abordar este tema. Se queda fuera de todo entendimiento, de toda percepci¨®n. Podemos comunicar algunos retazos, algunos fragmentos; pero no la experiencia. Lo que hemos vivido nadie lo conocer¨¢, nadie lo comprender¨¢".
"Ahora que nos acercamos al final de este siglo, el m¨¢s violento de la historia de la humanidad, hay que hacer que la desesperanza que se desprende de esta ¨¦poca se transforme en esperanza", a?ade. Pero esta confianza en el futuro no lepuede hacer olvidar e presente. "Para m¨ª es una fuente de dolor porque hemos peleado durante a?os contra la dictadura comunista, ?y qu¨¦ la va a reemplazar? La democracia, que espara m¨ª el valor supremo, ¨²nico, ha fracasado. En Yugoslavia, en la antigua URSS, vemosque no funciona. Estoy muy inquieto en estos momentos".
Para un activista como Wiesel, la lucha por los derechos humanos es, desgraciadamente, interminable. "Cuando veo lo que pasa en la antigua Yugoslavia, siento el ultraje de un hombre libre. Yo soy libre y ellos no lo son. He visto a la gente en los campos. No tenemos derecho a comparar; pero tampoco tenemos derecho a callarnos".
Su continua labor pedag¨®gica con los j¨®venes tiene un l¨ªmite: los cabezas rapadas, los xen¨®fobos, los violentos. "No se les puede decir nada. He organizado conferencias por medio mundo sobre el odio. Al final, lo que he llegado a entender es que cuando llega el odio es demasiado tarde. Prefiero gastar toda mi energ¨ªa en los que no han sido tocados por el odio".
En uno de los fragmentos m¨¢s impresionantes de La noche, Wiesel describe c¨®mo durante el ahorcamiento de un ni?o de 10 a?os oy¨® una voz detr¨¢s de ¨¦l que dec¨ªa: "?D¨®nde est¨¢ Dios?", y en su interior respondi¨®: "?D¨®nde est¨¢? Ah¨ª, colgado de esa horca". Esa meditaci¨®n sobre Dios nunca le ha abandonado. "Yo nunca dej¨¦ de creer. Pero, dentro de mi fe, me levanto a veces contra Dios. Lo hice entonces y lo sigo haciendo ahora. No creo que podamos extraer a Dios de la historia. Est¨¢ en la historia, en el mal y el bien. No representa el mal, pero est¨¢ dentro, ya que est¨¢ en todas partes. Esa protesta existe todav¨ªa. Protestar contra los hombres no basta. Tengo tambi¨¦n que protestar contra lo que est¨¢ por encima de ellos".
Babelia
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