Desesperanza yugoslava
LA ANTIGUA Yugoslavia estaba necesitada de una buena noticia que permitiera cerrar el a?o con alguna esperanza de paz. No ha sido as¨ª. La cascada de elecciones celebradas el domingo pasado en Serbia y en Montenegro no ha servido absolutamente de nada a la pacificaci¨®n de la regi¨®n. En efecto, la presidencia de Serbia, ¨²nica elecci¨®n con peso real sobre la evoluci¨®n de la guerra de Serbia contra el resto del mundo, ha producido el peor resultado posible: la reelecci¨®n del presidente saliente, Slobodan Milosevic, el ex l¨ªder comunista, hoy socialista y ultranacionalista. Milosevic ha derrotado al representante no ya de la esperanza, sino de la civilidad, Milan Panic.Que los comicios se desarrollaran con relativa limpieza, pese a que Panic anunci¨® la petici¨®n de su anulaci¨®n, no explica nada. Todo el proceso estaba viciado por una escandalosa campa?a en favor de Milosevic (denegaci¨®n de acceso de Panic a la propaganda televisiva, trampas sin cuento en la confecci¨®n de las listas electorales, eliminaci¨®n de entre un 5% y un 10% de electores del censo ... ). Aun as¨ª, se pensaba que el candidato de la coalici¨®n opositora DEPOS ganar¨ªa en las ciudades, especialmente en Belgrado. Para sorpresa de todos, no ha sido as¨ª; es m¨¢s, en los n¨²cleos urbanos ha aparecido con gran fuerza la opci¨®n de la extrema derecha xen¨®foba. Tampoco ha ganado Panic en Kosovo, regi¨®n en la que deber¨ªa haber contabilizado a su favor el voto anti-Milosevic del 90% de la poblaci¨®n de etnia albanesa; pero los albaneses, que desconflaban tambi¨¦n del candidato de la oposici¨®n, se abstuvieron.
Todo seguir¨¢, por consiguiente, igual que hasta ahora, s¨®lo que con la:s tendencias negativas agravadas por un nuevo triunfalismo nacido de la m¨¢s o menos espuria victoria de Milosevic en las urnas. Nada cabe esperar desde el interior de la nueva Federaci¨®n Yugoslava con vistas a resolver pac¨ªficamente el conflicto que desgarra a Bosnia-Herzegovina. La soluci¨®n tiene que venir del exterior, y Milosevic lo sabe; confia en que la comunidad internacional seguir¨¢ sin atreverse a ense?arle realmente los dientes. Toca a ella ahora probar que puede hacerlo. Las reuniones de Bush y Major en Camp David el domingo (acuerdo para hacer que la zona de prohibici¨®n de vuelos sobre Bosnia sea respetada) y de los ministros de Exteriores de los Doce ayer (si gana Milosevic, la CE endurecer¨¢ las sanciones que pesan sobre Yugoslavia) son, por fin, un buen principio.
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