?Qu¨¦ son y c¨®mo son los pensativos?
Tienen el rostro p¨¢lido, la expresi¨®n moh¨ªna, inclinados sobre s¨ª, "mano en la mejilla", dec¨ªa el Arcipreste de Hita. No son como El pensador, de Rodin, que, apoyada su mano en la barbilla, expresa la tensa lucha mental para encontrar una salida airosa a sus conflictos. El pensativo se ve clar¨ªsimo que no ha logrado salir de sus conflictos ¨ªntimos. Piensa sinti¨¦ndose hondamente, porque no puede olvidarse nunca de s¨ª mismo. Sentimentaliza sus razones al no ser capaz de racionalizar lo que siente; quiz¨¢ no sabe sentir con claridad lo que piensa. As¨ª se queda siempre a medio camino entre el pensador riguroso y el poeta rom¨¢ntico. Su condici¨®n dram¨¢tica se revela, pues de tanto pensarse acaba abism¨¢ndose en la nada sombr¨ªa. Nada sabe de cierto y seguro, por ello es incapaz de adoptar una decisi¨®n, y queda perplejo, lo que constituye un acicate en su b¨²squeda de verdades. Vacila, duda y se refugia en una meditaci¨®n tenaz. Ortega afirmaba que la vida es constante perplejidad, y el m¨¢s certero t¨ªtulo de un libro de filosof¨ªa es La gu¨ªa de perplejos, de Maim¨®nides. Vivir sumido en la perplejidad y perdurar en ella "tendr¨ªa m¨¢s de pesadilla y hasta de maldici¨®n" (Javier Muguerza) que de camino hacia la certeza. El estado de ¨¢nimo del pensativo es desgarrador, pues vive decidido entre l'esprit de g¨¦om¨¦trie (pensar que se piensa) y l'esprit definesse (sentimiento que se siente) pascalianos, sin llegar a alcanzar su unidad interior. Esta indecisi¨®n se convierte en una tensi¨®n continua, y cae en la melancol¨ªa de la actividad, que le incita a volver de nuevo sobre s¨ª mismo. Entonces se sorprende al descubrir que piensa mucho, reflexiona con atenci¨®n, pero olvida lo que siente. "Tiene pensamientos que se piensana s¨ª mismos, separados de los afectos, de las inclinaciones y necesidades subjetivas" (Vygostky), incapaz de cambiar nada en su vida y en su conducta. Pero hay otros pensativos al rev¨¦s, que sienten todo lo que piensan, como me confesaba el poeta peruano Xavier Abril de Vivero, y se escudri?an con minuciosidad hasta llegar a comprenderse totalmente. Y tambi¨¦n existen los pensativos imaginativos que sienten lo que va a venir y lo piensan mucho hasta afligirse, Son los poetas futuristas como Mayakovski, que se suicidan al presentir la cat¨¢strofe de lo que sienten y aman. Algunas veces, su pensamiento se inclina sobre sus sentires, pero no logra sosegar la impetuosa din¨¢mica interna para comprenderlos y juzgarlos. A su vez, los sentimientos dispersos, aunque llegue a codificarlos, no ascienden a pensamiento que pueda esclarecerlos.Diremos, con Jos¨¦ Luis Aranguren, que el talante del pensativo es vivir una aut¨¦ntica contradicci¨®n, aferrado a su condici¨®n humana pat¨¦tica de irresuelta definici¨®n. Sufre la conciencia desgarrada que describi¨® Hegel, porque lucha con fervor apasionado en la direcci¨®n del pensamiento, pero sus reflexiones son "un informe tumulto de campanas", y no logra un concepto unitario e iluminativo. As¨ª se piensa sinti¨¦ndose en dolorosa escisi¨®n, y llega a convencerse de que es un alma pura sintiente. Al fin y al cabo, es la ¨²nica certidumbre que posee, pero es una verdad sospechosa, porque no puede represent¨¢rsela. Por esta raz¨®n, el pensativo vive en permanente traurige Sehnsucht (triste nostalgia), incapaz de pensarse universalmente -es decir, como objeto visible-, y tampoco sentirse por completo una figura individual. La ¨²nica soluci¨®n que se le ofrece es seguir la lucha, o sea, trabajar con obstinaci¨®n para llegar a la conciencia unitaria de s¨ª mismo.
El pensativo, sin embargo, no se percata de que tiene la salvaci¨®n en su ingenuo sentimiento de ser, que le proporciona la certidumbre de su existencia. Pero esta confianza y seguridad es tambi¨¦n una verdad desgarrada, una conciencia dividida. Necesita guarecerse en s¨ª mismo, concentrarse en, su yo. Entonces, viviendo en esta clausura del sentimiento puro, en esta noche oscura del alma, cae en la melancol¨ªa sedante y voluptuosa. Alberto Durero, en su cuadro La melancol¨ªa, la representa como el obrar creador de los arquitectos, matem¨¢ticos, inventores, y no de ociosos pensativos, ni tampoco "el hombre se queda a veces pensando, como queriendo llorar" (C¨¦sar Vallejo).
Los grandes melanc¨®licos poseen una energ¨ªa creadora, y al retirarse del mundo no se solazan en la inercia, sino que conciben y proyectan siempre en su meditar. Viven voluntariamente reposados, prepar¨¢ndose para una acci¨®n definitiva. Por el contrario, el pensativo tiende a verse abandonado, perdido, y s¨®lo cavilar le proporciona un descanso refrescante a su incontenible sentir. No busca nada, porque est¨¢ a gusto en una sedante melancol¨ªa, sin que le atormenten deseos ni aspiraciones que cumplir. Tampoco le conmueven o alteran los sucesos del mundo exterior, pues ha descartado todas las posibles expectativas. A diferencia del melanc¨®lico activo, no vuelve al pasado para reconquistarlo; permanece en el presente, en el ahora de las circunstancias efimeras. Como no tiene nada que hacer, espera sin desesperar. El drama vital del pensativo demuestra que la armon¨ªa de pensamiento y sentimiento no es f¨¢cil de realizar.
El trabajador mental, como el investigador cient¨ªfico, tambi¨¦n vive de la pureza de sus pensamientos, que aplica en las experiencias de laboratorio, sin tiempo para esclarecer sus sentires, entregado por completo a la sublime especulaci¨®n te¨®rica. Tambi¨¦n el tecn¨®crata llega a saber todo de la materia que trata, pero no tiene ideales que le motiven ni puede esclarecer los pesares y alegr¨ªas de su vida afectiva. Otros disfrutan con divagaciones especulativas, sin llegar nunca a un concepto unitario que ilumine sus zozobras sentimentales. Igualmente existen lucubradores tras cuyas creaciones fant¨¢sticas o simb¨®licas se oculta todo lo que viven y sienten realmente. Sin embargo, nuestro pensativo personaje se abisma en su sentir, pero, al no poder liberarse de los espejismos de su pensamiento, no llega a verse con claridad, y se atormenta buscando una salida a esta parad¨®jica situaci¨®n. Por ello debe entregarse a pensar ardua y firmemente, sin dejar de sentirse, para comprenderse. Mira el horizonte y cree descubrir una salida a su meditaci¨®n pesarosa. S¨ª, all¨ª, en la cima de la monta?a, hay nubes que despejar y quiz¨¢ caminos insospechados, aunque no ve qu¨¦ puede ofrecerle el tiempo venidero.
Pensar es sobrepasar, ir m¨¢s all¨¢ de lo que sentimos. Por ello no podemos permanecer quietos cuando se nos abre una perspectiva. Tambi¨¦n el pensativo salta de gozo cuando encuentra un nuevo camino por donde andar. Aunque no se atreva a salir de su pensar indeciso y siga aferrado a lo ¨²nico que tiene, su dolorido sentir, ahora espera con esperanza. Piensa en el futuro y, ya m¨¢s animado, se entretiene en forjar sue?os venideros, a veces disparatados o sin asiento en la realidad. Pero hay un sue?o que le persigue como pesadilla: una vida mejor para todos los hombres. Est¨¦ m¨¢s all¨¢ de la esperanza abre las puertas de su yo y sale a luchar en el mundo por lo que vendr¨¢, y que ha pensado mucho al sentirlo en su retiro interior. Ya no teme nada ni a nadie, porque est¨¢ seguro de encontrar lo que ha so?ado en su atormentada conciencia meditativa. Entonces, el pensativo se puede convertir en pensador sistem¨¢tico, y expresar¨¢ en sus obras las verdades que descubra, o en activo revolucionario propagandista de un mensaje renovador, o en poeta rom¨¢ntico que manifiesta su yo a trav¨¦s de sentimientos reflexionados, o en un liberador que, desligado de antiguas pesadumbres, incitar¨¢ a los pensativos como ¨¦l para que se abran a los dem¨¢s, revelen sus secretos y deseos reprimidos. Y as¨ª, cuando todos piensen clara y sinceramente cuanto sienten, podr¨¢n celebrar la gran fiesta de la alegr¨ªa comunicativa, la org¨ªa paradisiaca del nosotros.
es ensayista y autor de Teor¨ªa de los sentimientos.
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