Madrid, 26 de diciembre de 2039
querida familia:Esta es una carta como las que se escrib¨ªan antes. Si os parece extra?o es que no sab¨¦is todav¨ªa el alcance de la huelga aqu¨ª en Madrid: adem¨¢s de los tel¨¦fonos y todo lo dem¨¢s, los piquetes logran a veces desconectar los interfonos de los edificios, o sabotear a distancia algunos paneles de mando, de modo que uno puede encontrarse con el congelador descongelado despu¨¦s de haber intentado in¨²tilmente encender el armario -plancha. La gente le ha cogido miedo a los robots caseros y sale. Sale toda junta, a todas horas, casi no se puede circular.
?se fue el origen de mis problemas: cuando llegu¨¦ el jueves a mi hotel, despu¨¦s de cinco horas abri¨¦ndome paso desde el aeropuerto de Barajas (si vienes en vuelo nacional, te dejan en hangares bajo tierra) me dijeron que mi re serva hab¨ªa caducado hac¨ªa catorce minutos, de modo que un nuevo cliente dispon¨ªa de tres horas y cuarenta y seis minutos para llegar. ?Por qu¨¦ no hac¨ªa una reserva por si no llegaba? La hice y sal¨ª a matar la espera. Supe entonces que esta ciudad, pese a la Navidad, est¨¢ en guerra. Se oye un constante estruendo, como la digesti¨®n de un monstruo, que de d¨ªa se acerca, se aleja de noche y nunca termina. La gente corre de un lado a otro. Se les ve exhaustos, cuando no exaltados por lo que parece p¨¢nico y en realidad es furia. Tienen ojeras. Est¨¢n tensos. Muchos gritan a¨²n en el f¨²tbol (todav¨ªa hay f¨²tbol) o en discusiones de sem¨¢foro, aunque s¨®lo los m¨¢s fuertes pitan para protestar por los continuos atascos, que tambi¨¦n existen, seg¨²n parece, cuando no hay huelga.
El cliente lleg¨®, pero con retraso de un cuarto de hora, y para entonces ya me hab¨ªan dado su habitaci¨®n. Al principio no me alegr¨¦ mucho. Luego, me dijeron que a los viajeros sin cama les hacen pasar la noche en cines donde proyectan todo el tiempo las noticias del canal oficial.
Mi hotel es un enorme y viejo edificio en forma de caracol que se encuentra al borde de una avenida atascada de finales de siglo pasado, y que misteriosamente llaman Emetreinta: no s¨¦ qu¨¦ quiere decir. Procuro re trasar mi regreso por las noches lo m¨¢ximo posible, pues todo me entristece de ese hotel que finge desenroscarse, lo que me parece monstruoso, y en el que las ventanas son muy peque?as, como almenas de castillo, ojos de barco o celdas de penal. En realidad las habitaciones son mas peque?as que celdas, y las que no tienen ventana, m¨¢s caras, llevan una como la m¨ªa, pintada en la pared. Se apresuran a explicarte que el arquitecto de la ¨¦poca quer¨ªa evitar a los inquilinos que vieran la ciudad de entonces, que era muy fea. Este sofisma de iguana me tiene asombrado: para no ver la fealdad, oscureces la ciudad; la tapas.
Para que la gente pueda felicitarse las Pascuas, el Gobierno ha mandado reimprimir los viejos sellos de la ¨¦poca de Juan Carlos I, los que veis, y ha mandado rehabilitar un servicio de correos en el viejo palacio de las Autonom¨ªas, en Cibeles, que por lo visto fue creado en su d¨ªa con ese prop¨®sito. (Me pregunto el porqu¨¦ entonces de su aspecto de catedral).No saben escribir
Quiz¨¢ porque no tiene nada mejor que hacer, la gente ha decidido acudir all¨ª para comprar sellos que no siempre puede usar, pues la mayor¨ªa no sabe ya escribir, pero as¨ª tienen una excusa para salir de casa y de las largas partidas de Ohos que les dejan casi ciegos. Aqu¨ª no lo juegan con una sola televisi¨®n como nosotros, sino con tres aparatos cada uno. Aunque est¨¢ prohibido jugar con m¨¢s de sesenta canales en total, no veas, al cabo de dos horas, el dolor de cabeza.
Yo fui ayer a Correos, al caer ya la tarde. Dicen que entonces los piquetes son menos violentos.
De todas formas, el ambiente era, si no de guerra, al menos de posguerra: aparte de las largas colas para los sellos, que en el atardecer te devolv¨ªan de golpe a la ¨¦poca de los libros y de las cartas de la que hablan los abuelos, la novedad era un desorden como de pel¨ªcula: viejas banderas arrumbadas por las esquinas junto a trajes regionales y los f¨®siles endurecidos de algunos productos de la tierra, all¨ª exhibidos para mostrar c¨®mo eran: fuets de Catalu?a, chuletones vascos, pulpos gallegos, migas de Extrernadura y pesca¨ªto andaluz. (Los madrile?os no saben que nosotros todav¨ªa podemos comer migas, y es mejor no dec¨ªrselo pues organizar¨ªan pronto una expedici¨®n: son voraces).
?Y polvo? Los piquetes han conseguido inutilizar las aspiradoras, incluso las de algunas casas, de modo que hemos redescubierto el polvo. Es como dicen: una suerte de nieve muy fina, pr¨¢cticamente invisible, que te pinta la mano si pasas los dedos por encima.
La huelga produce tambi¨¦n cortes de unos cuantos minutos en la televisi¨®n -s¨®lo minutos, pues ah¨ª s¨ª que no se atreven a una huelga total y prolongada-, lo que provoca convulsas reacciones que ya han comenzado a llamar teleataques.
Creo que quieren ser amables conmigo. Intentan que no me asuste.
Precisamente por la huelga me ha ocurrido algo que seguramente os llamar¨¢ la atenci¨®n, visto lo que cuenta todo el mundo sobre Madrid: he conocido gente. ?Un compa?ero me invit¨® a pasar la noche de Navidad en su casa! Bien es verdad que es madrile?o s¨®lo a medias -su madre es de nacionalidad polaca- y que cenamos p¨ªldoras.
Su familia est¨¢ fuera -como muchos, la ha enviado a provincias, por miedo, pues no saben muy bien qu¨¦ es una huelga-, pero de todas formas convendr¨¦is que la invitaci¨®n es excepcional.
Mi amigo se llama Ronalrigan P¨¦rez en homenaje de su madre a un presidente de Estados Unidos que hubo. Se le nota un gran deseo de progresar r¨¢pidamente en la empresa. En s¨®lo diez a?os ha logrado convertirse en jefe de ventas para todo Madrid-este, aunque es cierto que ha tenido que pagarlo: lleva el mismo traje que los jefes, masca el mismo chicle, llega antes que ellos, todav¨ªa de noche, y en vacaciones les lleva el equipaje hasta la colonia Marbella Tres, donde veranean.
De todas formas fue un descanso de mi hotel, que me deprime, y se lo agradezco. Por las noches suelo ver la televisi¨®n, pese a los cortes, y as¨ª me siento en casa. ?V¨ªsteis The McCarthy Show? Me encant¨® cuando McCarthy le pregunta a Jane R. por qu¨¦ se quita el odr¨ªguez del apellido y ella le contesta que porque hubo una vez una artista que se llamaba as¨ª, Jeinair, y ella, m¨¢s que alcaldesa de Madrid, se siente artista.
Tiene de qu¨¦: al igual que nuestros alcaldes y, por lo que veo, de los anteriores alcaldes de Madrid, es la principal responsable, huelgas aparte, de la belleza de la ciudad: est¨¢bamos orgullosos del proyecto de nuestro alcalde de envolver la torre de la iglesia con un Lazo de la Amistad. Pues bien: Jane R. ha colocado un bosque de columnas en la plaza de Col¨®n y, sobre cada una de ellas, un televisor retransmite los debates de los ayuntamientos de todas las capitales de habla hispana, incluyendo Nueva York, Los ?ngeles y Bruselas; las ¨²nicas excepciones son Barcelona, San Juan, Panam¨¢, Caracas y Brasilia.
La A de Europa
Otra cosa que me ha encantado es lo que acaban de hacer en la Puerta de Europa. Ya sab¨¦is, esos edificios inclinados en el centro de Madrid que son como una ex torre de Pisa que se mirase en un espejo en Dallas.
Para evitar esa pol¨¦mica sensaci¨®n de no terminado, Jane R. ha decidido techar los dos edificios con !un edificio horizontal que es el propio ayuntamiento! Y como no ten¨ªa sentido imitar el estilo de la ¨¦poca, racionalista y mezquino, ha decidido romper radicalmente y en su edificio horizontal el color de los muros cambia en funci¨®n de las ¨²ltimas votaciones: as¨ª se sabe desde lejos qui¨¦n ha ganado, aunque no se sabe acerca de qu¨¦.
Dicen que por dentro suceden m¨¢s cosas, pero no se puede subir a no ser que seas funcionario.
Son las cuatro y estoy molido. Como en mi habitaci¨®n para viajeros solos no hay mesa, os escribo sentado en la cama; adem¨¢s de que hace tiempo no practicaba, me cuesta concentrarme a causa de la televisi¨®n de mi vecino de la izquierda, que se cruza con la del vecino de la derecha, y del lejano rumor de digesti¨®n de bestia, que no se apaga. Si no recib¨ªs esta carta, es que los huelguistas han tomado la catedral de Correos. Tan pronto pueda os llamar¨¦.
Un beso fuerte y ?Feliz Navidad!
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