Pendientes del Bundesbank
CON MAL pie ha iniciado el Sistema Monetario Europeo (SME) el nuevo a?o. Tras una corta tregua, los mercados de divisas han recalcado la vulnerabilidad del mecanismo de cambios por el que la mayor¨ªa de las autoridades monetarias de los pa¨ªses comunitarios se comprometen a limitar la fluctuaci¨®n de los tipos de cambio bilaterales de sus monedas. El franco franc¨¦s, la libra irlandesa y, en menor medida, la corona danesa han sido en esta ocasi¨®n el objeto de esas presiones vendedoras que han obligado a los respectivos bancos centrales a constantes intervenciones en los mercados y a elevaciones en los'tipos de inter¨¦s para evitar la superaci¨®n de los respectivos l¨ªmites de fluctuaci¨®n.El abandono, el pasado septiembre, de la disciplina cambiaria de la lira y la libra esterlina y los reafineamientos en los tipos de cambio centrales (en los que la peseta fue-devaluada en dos ocasiones) no han sido suficientes para dar por saldada la crisis del SME. Su prolongaci¨®n constituye una de las principales restricciones a que se enfrentan los Gobiernos en su empe?o por sortear los efectos de la recesi¨®n,un obst¨¢culo a las ventajas relacionadas con el Mercado ¨²nico reci¨¦n estrenado y el m¨¢s importante factor de deterioro en la transici¨®n a las sucesivas fases de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM).
La sensibilidad con que los mercados de divisas responden a la coyuntura de las econom¨ªas nacionales refleja lasdebilidades del proceso de integraci¨®n. La inestabilidad de la moneda francesa, su intensa depreciaci¨®n frente al marco alem¨¢n, no est¨¢ basada principalmente en factores econ¨®micos -la francesa sigue siendo la econom¨ªa mejor situada para cumplir las condiciones de convergencia-, sino en la incertidumbre que se desprende de su situaci¨®n pol¨ªtica: el posible rechazo por el Gobierno de ese pa¨ªs del acuerdo suscrito entre la CE y EE UU sobre las subvenciones agr¨ªcolas y las confusas posiciones que la oposici¨®n mantiene sobre la UEM ante la pr¨®xima convocatoria de elecciones legislativas, que -casi con seguridad- va a ganar.
Todo ello en un contexto dominado por la falta de sensibilidad con que la pol¨ªtica monetaria definida por el Bundesbank (banco central alem¨¢n) reacciona a la fase de desaceleraci¨®n en que est¨¢n inmersas las econom¨ªas europeas, incluida la recesi¨®n que registra Alemania. Las reticencias del Bundesbank, a reducir sus tipos de inter¨¦s oficiales constituyen, en efecto, un serio obst¨¢culo a la definitiva normalizaci¨®n del funcionamiento del SME, apenas paliado por simb¨®licos gestos destinados a suavizar las tensiones en los mercados monetarios. Entre las no pocas contradicciones que desde su emergencia est¨¢ poniendo de manifiesto la crisis del SME, una de las m¨¢s significativas es la de ese papel central de que sigue disponiendo una mone da, el marco alem¨¢n, cuya econom¨ªa est¨¢ obligada a sortear unas circunstancias tan' excepcionales como poco compatibles con el liderazgo regional en la con ducci¨®n de las relaciones monetarias internacionales.
Con todo, seguir¨ªa siendo. err¨®neo loc¨¢lizar en esa actitud del Bundesbank la causa fundamental de la precariedad actual de la disciplina cambiaria europea. Es la credibilidad del m¨¢s ambicioso proceso de uni¨®n europea lo que est¨¢ en juego: su asimilaci¨®n por importantes sectores de la ciudadan¨ªa europ . ea y la no menos cuestionable pedagog¨ªa de la integraci¨®n que la clase pol¨ªtica ha utilizado hasta ahora. Una Europa t¨¦cnica no ilusiona a nadie.
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