M¨¢s de 200 bailarines han muerto de sida
Se recrudece el debate sobre el reconocimiento p¨²blico de la enfermedad
La incidencia de las muertes por sida entre los profesiales de la danza y el ballet es notablemente alta, lo que ha sensibilizado a artistas, admiradores y p¨²blico en general. La reciente muerte del bailar¨ªn y core¨®grafo Rudolf Nureyev, que tambi¨¦n padec¨ªa sida desde hace ocho a?os, y lo ocult¨® mientras pudo, ha vuelto a poner de actualidad la tr¨¢gica coincidencia entre la enfermedad y las numerosas y recientes muertes, con la pol¨¦mica a?adida de quienes son partidarios de la utilidad social de que los famosos reconozcan su padecimiento. Larry C. Scott, activista norteamericano de la lucha contra el sida, ha confeccionado una lista de bailarines fallecidos v¨ªctimas del sida en la que aparecen m¨¢s de 200 nombres.
El sida se ha ensa?ado en el ¨¢mbito de la danza, y muy pocas de las grandes compa?¨ªas de ballet se han librado de ser diezmadas en mayor o menor proporci¨®n por la feroz pandemia. En un reciente reportaje del semanario Newsweek una doble p¨¢gina bajo el t¨ªtulo Una generaci¨®n perdida reun¨ªa m¨¢s de 100 nombres de famosos de las artes que han muerto por la llamada "plaga de fin de siglo". Un 20% pertenece a distintas ramas de la danza. En Espa?a, algunos casos en la danza contempor¨¢nea reflejan una incidencia baja con respecto a Francia o Italia.Desde mediados de los a?os ochenta, Larry C. Scott, miembro de una discreta sociedad neoyorkina de ayuda a enfermos de sida, especialmente sensibilizado con la enfermedad despu¨¦s de la muerte de su compa?ero, un bailar¨ªn de ballet cl¨¢sico, lleva elaborada una tr¨¢gica lista que no deja de engrosar mes a mes: los muertos por sida dentro del mundo de la danza y el ballet. "No trato de sectorizar este terrible mal, sino todo lo contrario", declara. Su inventarlo supera los 200 nombres, algunos m¨¢s famosos que otros. Entre las figuras de gran prestigio profesional est¨¢n el dan¨¦s Erik Brulin, el argentino Jorge Donn, el alem¨¢n Gerhard Bohner, los norteamericanos Arme Zane, adalid de la danza posmoderna; Michael Bennett, core¨®grafo del musical A Chorus Line, y Choo-San Goli, que al morir a los 39 a?os ya era core¨®grafo principal del Washington Ballet y hab¨ªa creado piezas para Mijail Barishnikov.
La revista norteamericana especializada Dance Magazine, que sale mensualmente, tambi¨¦n con toda claridad en su p¨¢gina de obituarios, y desde hace m¨¢s de cinco a?os, escribe la palabra Aids en la necrol¨®gica de quienes han desaparecido por esta enfermedad. "Es una actitud valiente" comenta Scott, "que dice mucho a favor de la revista, que tienen claro que ocultar no es bueno para nadie". Esta publicaci¨®n ha perdido por el sida a valiosos colaboradores, como Burton Taylor, ex-bailar¨ªn del Joffrey Ballet. En este sentido, la Dance. Collection de la Biblioteca P¨²blica de Nueva York inici¨® en 1988 una operaci¨®n, Oral History Project, pensada espec¨ªficamante para bailarines que padecen el sida. Fue una de las primeras iniciativas que alertaban de esta fatal incidencia. La primera Gala Mundial para recoger fondos para combatir la enfermedad se hizo en el Circo Real de Bruselas en 1986, fue precisamente de ballet y a ella respondieron las principales figuras del mundo, desde Alicia Alonso a Natalia Mak¨¢roka pasando por Marcia Hayd¨¦e, Irina Kolpakova y otros.
Cancelaci¨®n
El Festival de Oto?o de Madrid anunci¨® en 1991 la actuaci¨®n de Gerhard Bohner, revitalizador del Ballet Tri¨¢dico de Bauhaus. A ¨²ltima hora, suspendi¨® su actuaci¨®n, ya minado por la enfermedad. Bohner intentaba cumplir hasta el final sus compromisos pero no pudo acudir al Teatro Alb¨¦niz.
Algo que ha caracterizado a la mayor¨ªa de los artistas de la danza con sida es mantenerse activos mientras el cuerpo aguante: "Supongo que es un reto con uno mismo", apunta Scott. Nureyev acab¨® desde una silla su montaje de La Bayadera en la ¨®pera de Par¨ªs el pasado mes de octubre, asistido por su amiga Ninel Kurg¨¢pkina y haciendo pausas para respirar entre frase y frase.
La lista de bailarines norteamericanos muertos de sida es escalofriante. Primeros bailarines como Clark Tippet, del American Ballet Theatre, y Paul Rusell, del Dance Theatre of Harlem, junto a otros m¨¢s j¨®venes, promesas sobre todo, como Tim Wengerd, formado junto a Martha Graham, que hacen de la socorrida frase generaci¨®n perdida una agustiosa realidad presente. En Europa nadie puede aventurar cifras, pero no hay reuni¨®n de danza donde no se hable del tema.
Recientemente, el Festival Internacional de Danza de Cannes perdi¨® a su fundador, Jean-Pierre Barsotti, y durante su celebraci¨®n, el pasado noviembre, se hizo p¨²blico el padecimiento de Dominique Bagouet, la gran esperanza de la coreograf¨ªa moderna francesa, que mor¨ªa apenas dos semanas despu¨¦s. Bagouet, como tantos otros, ocult¨® su mal hasta el final. Nureyev hizo otro tanto, y por ello ha sido criticado despu¨¦s de muerto. "Quiz¨¢ alguien tan famoso no ten¨ªa el derecho de callar. Su campa?a personal habr¨ªa tenido tanto efecto como la de Rock Hudson o la de Magic Johnson", apunta un activista de la lucha contra el sida.
En la pasada edici¨®n del Festival de Spoletto, Bill T. Jones, otro gran core¨®grafo moderno norteamericano, que ha hecho p¨²blica que es seropositivo y que perdi¨® a Arnie Zane, su compa?ero sentimental y de trabajo por el sida, hizo una simb¨®lica pieza con m¨¢s de cuarenta personas sobre la escena, muchas de ellas no bailarines, que al final se mostraban desnudos. Era, un dram¨¢tico manifiesto abierto sobre la defenci¨®n a que est¨¢n sometidas todas las personas ante la enfermedad, a lo que se a?ade muchas veces la crueldad de las m¨²ltiples formas de rechazo social y humano.
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