Alberto de Armas, senador, embajador de Espa?a
Alberto de Armas, embajador de Espa?a en Venezuela, fallecido el s¨¢bado en su casa de La Laguna (Tenerife) a los 62 a?os, obtuvo en las primeras elecciones democr¨¢ticas despu¨¦s del franquismo m¨¢s votos como senador que los que alcanz¨® su propio partido, el socialista, en su isla. Le quer¨ªa todo el mundo, de un lado al otro de la vida pol¨ªtica, y eso se vi¨® entonces y se vi¨® ayer tarde durante el sepelio.Como m¨¦dico, que fue su vocaci¨®n y su trabajo, Alberto de Armas fue un profesional dedicado y jovial que durante anos atendi¨® a los m¨¢s humildes y recorri¨® a pie las rutas m¨¢s intrincadas de la isla para visitar a sus enfermos. Una an¨¦cdota de esa dedicaci¨®n profesional ilustra su car¨¢cter: a lo largo de 25 a?os una mujer a la que nunca atendi¨® le enviaba una tarta por Navidad. ?Y por qu¨¦, si nunca la ha visto?, le pregunt¨® al cabo de ese tiempo Delia, la mujer del m¨¦dico. La se?ora respondi¨®: "porque cuando ¨¦l era un doctor reci¨¦n licenciado me vi¨® triste y desahuciada por los m¨¦dicos en el pasillo del sanatorio, me puso la mano en el hombro, me sonri¨® y me dijo: 'ver¨¢ c¨®mo se cura'. Y aqu¨ª estoy".
Como pol¨ªtico fue un hombre profundamente fiel a su partido, que organiz¨® en la clandestinidad; pero su esp¨ªritu conciliador, en la ¨¦poca de las mayores luchas pol¨ªticas de la transici¨®n, le situ¨® en la estratosfera del Senado y le alej¨® de la batalla p¨²blica del Archipi¨¦lago, al que sin embargo se dedic¨® siempre en cuerpo y alma. Fue tambi¨¦n un agitador intelectual tranquilo desde el Ateneo de La Laguna, que en tiempos del franquismo, y bajo su direcci¨®n, se atrevi¨® a convocar a las islas a personajes que entonces eran vetados o silenciados en otros lugares de Espa?a.
Fue en Venezuela un embajador comprometido: denunci¨® desde dentro a los que alentaban los giros antidemocr¨¢ticos en aquella Rep¨²blica, porque en Espa?a ¨¦l vivi¨® la misma experiencia, y aquella actitud pol¨ªtica la mantuvo en Caracas hasta el fin, porque e ultimo caracazo se produjo cuando ya ¨¦l estaba irremediablemente enfermo. En Tenerife un peri¨®dico, La gaceta de Canarias, destacaba ayer en su titular de primera p¨¢gina un resumen de su vida: "62 a?os de honradez". Esta vez no es hip¨¦rbole.
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