Elogio de la pol¨ªtica
Quienes se han dedicado estos a?os a denigrar a la clase pol¨ªtica deber¨ªan tomarse ahora un respiro, porque en la actual situaci¨®n econ¨®mica el pa¨ªs va a necesitar mucho de los pol¨ªticos. Cuando el problema de un pa¨ªs es ajustar su econom¨ªa, los t¨¦cnicos son ¨²tiles pero los pol¨ªticos son absolutamente imprescindibles.
Cuando la econom¨ªa est¨¢ en fase de expansi¨®n, el papel de los pol¨ªticos es -con todos los respetos- secundario. Entonces basta con que no hagan tonter¨ªas, con que se contengan. Cuando las cosas van bien, todo es f¨¢cil; no hace falta cambiar las actitudes de los ciudadanos, no hace falta moverlos, liderarlos. Basta con no fastidiarles. Entonces se invierte, se produce y se crea empleo de forma aut¨®noma. Los ingresos p¨²blicos aumentan espectacularmente, con lo que se puede aumentar y distribuir el gasto a gusto de todos e incluso reducir el d¨¦ficit. En los momentos de expansi¨®n el pol¨ªtico puede utilizar la situaci¨®n econ¨®mica -"todo esto que ten¨¦is se debe a m¨ª"-, pero la situaci¨®n econ¨®mica no necesita gran cosa de los pol¨ªticos. En esos momentos casi basta con que no utilicen el gasto p¨²blico para echar le?a al fuego de la demanda privada.Pero la fase de expansi¨®n termin¨®. En el espacio brev¨ªsimo de dos meses y empujados por sucesos exteriores, los espa?oles han vivido dos acontecimientos: uno, darse cuenta de lo desajustada que estaba su econom¨ªa, y otro, adoptar una de las medidas esenciales para proceder al ajuste: la devaluaci¨®n de la moneda. Se puede discutir el car¨¢cter querido o forzado de los ¨²ltimos acontecimientos, pero reconozcamos que algunos de sus frutos han sido positivos: hay conciencia y hay medidas. Peor hubiera sido vivir m¨¢s tiempo sin conciencia de los desequilibrios, peor hubiera sido que se hubiera retrasado la primera medida esencial para iniciar el ajuste.
Sobre lo que se debe hacer para ajustar una econom¨ªa existe un consenso muy amplio entre los economistas. En primer lugar, en cuanto a las medidas macroecon¨®micas y una vez que se ha procedido a la devaluaci¨®n, se debe contener la demanda durante un tiempo suficiente para que se consoliden los nuevos precios relativos. Si no se hiciera as¨ª, todos los precios aumentar¨ªan, no se alterar¨ªan en t¨¦rminos relativos y la devaluaci¨®n habr¨ªa sido un remedia peor que la enfermedad.
Reformas estructurales
A esta vieja y probada receta macroecon¨®mica se ha a?adido en los ¨²ltimos a?os la idea de sazonarla con las reformas estructurales. Aunque para realizar el ajuste bastar¨ªa con contener la demanda, ¨²ltimamente todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que,, si no se hacen reformas estructurales, el ajuste ser¨¢ m¨¢s lento y largo y ser¨¢ m¨¢s costoso en t¨¦rrenos de, empleo, disminuci¨®n del crecimiento, etc¨¦tera. Un ajuste r¨¢pido evita adem¨¢s un riesgo fundamental, el de que la poblaci¨®n acabe hart¨¢ndose de la pol¨ªtica de ajuste y provoque un cambio en la pol¨ªtica que aborte el proceso de ajuste.
?Por qu¨¦ para aplicar la pol¨ªtica econ¨®mica en momentos de ajuste se requiere una mayor habilidad pol¨ªtica? La habilidad pol¨ªtica es imprescindible porque lo que hay que hacer -contener el gasto y liberalizar mercados es justamente lo contrario de lo que la poblaci¨®n espera que se haga. En la fase recesiva, el ciudadano se ve m¨¢s pobre y desprotegido y en consecuencia pide m¨¢s gasto p¨²blico, o sea, m¨¢s demanda, y pide tambi¨¦n m¨¢s protecci¨®n, o sea, menos liberalizaci¨®n.
La habilidad pol¨ªtica es imprescindible no s¨®lo para hacer el ajuste sino para que el ajuste se haga sin que se produzca una ruptura en la convivencia. No basta con aplicar- las medidas correctas sino que hay que aplicarlas con correcci¨®n. Cuando el desajuste no es muy profundo, las medidas de ajuste no pasan de crear un leve malestar social, pero conviene no olvidar que en pa¨ªses con desajustes importantes las medidas de ajuste mal aplicadas han supuesto, algunas veces, muchos muertos. Esta torpeza en la aplicaci¨®n puede tener igualmente consecuencias negativas para la econom¨ªa pues se sabe que al dinero no le gusta el ruido, que los inversores no van all¨ª donde no hay estabilidad pol¨ªtica y social. Por todo ello la tarea del pol¨ªtico es doblemente necesaria durante el proceso de ajuste. Si no se cuenta con pol¨ªticos h¨¢biles que expliquen y convenzan, y que, por tanto, consigan que se acepten las medidas necesarias, la econom¨ªa no se ajustar¨¢ y se aplazar¨¢n las posibilidades de crecimiento. Si la falta de habilidad viene, no por el fondo, sino por las formas -si se aplican las medidas correctas, pero a costa de la ruptura de la convivencia-, tambi¨¦n el crecimiento se ver¨¢ perjudicado.
Paz sindical
La habilidad del pol¨ªtico es esencial durante el ajuste y no puede ser suplida por ning¨²n t¨¦cnico. S¨®lo el instinto pol¨ªtico permite anticiparse a los problemas que surgen donde menos se espera. As¨ª, por ejemplo, la crisis econ¨®mica favorece -aunque parezca parad¨®jico- la paz sindical. Las huelgas generales s¨®lo tienen ¨¦xito en los momentos de mayor creaci¨®n de empleo. Durante la crisis, los sindicatos pierden fuerza y se vuelven colaboradores. Pero ser¨ªa un error confundir paz social con paz sindical. Durante el ajuste el malestar puede surgir en el seno de otros grupos -comerciantes, profesionales y peque?os empresarios- que son el colch¨®n de la crisis en las econom¨ªas de mercado y que, en t¨¦rminos relativos, tienen menos protecci¨®n del Estado que los trabajadores. El pol¨ªtico h¨¢bil es el que se da cuenta antes que los dem¨¢s que la sociedad de hoy es m¨¢s compleja que la que describe los libros de ayer, y evita, adelant¨¢ndose, que los conflictos se calmen con m¨¢s gasto o dando marcha atr¨¢s en la liberalizaci¨®n.
Esta trascendencia de la pol¨ªtica ha sido reconocida en los ¨²ltimos a?os por el organismo mundial experto en ajustes: el Fondo Monetario Internacional. El FMI hoy admite que no basta con aplicar la receta econ¨®mica y por eso est¨¢ recomendando a los pa¨ªses que, cuando ajusten, emprendan pol¨ªticas sociales que disminuyan los costes y as¨ª consigan el apoyo de la poblaci¨®n. Pero esta f¨®rmula, que sirve para pa¨ªses sin apenas protecci¨®n social, no sirve para suavizar conflictos en pa¨ªses como el nuestro, que ya disponen de una red social (desempleo, sanidad, etc¨¦tera) aceptable. En los pa¨ªses desarrollados el apoyo a la pol¨ªtica de ajuste se consigue a trav¨¦s de una mayor equidad en la distribuci¨®n de los costes. El objetivo es que todos trabajadores fijos, trabajadores de empresas p¨²blicas, funcionarios, accionistas, etc¨¦tera- contribuyan a la tarea del ajuste. Y no s¨®lo que contribuyan, sino que se sepa, que todos sepan que los dem¨¢s est¨¢n colaborando.
La t¨¦cnica no suple nunca la incapacidad pol¨ªtica. Aquellos pa¨ªses que no contaron con pol¨ªticos capaces en momentos de ajuste intentaron resolver los problemas a base de buscar economistas que les proporcionasen f¨®rmulas originales. All¨ª donde ning¨²n pol¨ªtico se sinti¨® capaz de convencer de la necesidad de contener la demanda y de flexibilizar los mercados se buscaron desesperadamente economistas que dijeran que no importa reducir la inflaci¨®n o que no est¨¢ demostrado que la liberalizaci¨®n mejore el bienestar. Los pa¨ªses que siguieron esta v¨ªa en los a?os setenta han pagado cara su originalidad con el retroceso de sus econom¨ªas hasta l¨ªmites insospechados. Afortunadamente, ese peligro no existe en Espa?a. La mayor¨ªa de los economistas espa?oles, cualquiera que sea su posici¨®n ideol¨®gica, est¨¢ a favor de la ortodoxia macroecon¨®mica y microecon¨®mica. En vez de perder el tiempo en buscar soluciones originales m¨¢s vale emplearlo en hacer atractivas las soluciones razonables y probadas.
El ajuste necesita de los pol¨ªticos porque el ajuste es una tarea nacional. Cuando hay expansi¨®n, la pol¨ªtica econ¨®mica no es una tarea nacional. Cuando hay expansi¨®n, lo que es bueno para. cada uno es bueno para el pa¨ªs. Pero cuando se est¨¢ en una fase recesiva y se quiere salir de ella por medio de un ajuste r¨¢pido y poco costoso no basta con decirle a la gente que lo que le fastidia individualmente es bueno para la naci¨®n. Dif¨ªcilmente as¨ª se mover¨¢ a la gente. Hay que explicarles que lo que es bueno para la naci¨®n es bueno para cada uno, que el ajuste no es otra cosa sino prepararse para crecer. Para ello se necesita habilidad y capacidad pol¨ªtica. Se necesita liderazgo, capacidad de dise?ar y ofrecer un proyecto cre¨ªble, capacidad para comunicar, capacidad para convencer a todos de la necesidad de compartir costes, capacidad de anticiparse a los posibles conflictos y no ir a rastras de los mismos. Todo esto, que es tan importante para la econom¨ªa, no tiene nada que ver con la econom¨ªa. Es pura pol¨ªtica.
es presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia.
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