A?o nuevo, IPC nuevo
La fiabilidad y representatividad del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) sobre el que medir las tasas de inflaci¨®n pret¨¦ritas y fundamentar las esperadas es una cuesti¨®n clave que, en gran medida, est¨¢ relacionada con los criterios de confecci¨®n de la cesta de bienes y servicios que aqu¨¦l trata de reproducir mediante ponderaciones.
La medici¨®n de la inflaci¨®n es un problema b¨¢sico en toda sociedad democr¨¢tica. La tasa de crecimiento de los precios al consumo se ha convertido en el indicador m¨¢s relevante para los agentes sociales, que han de deflactar el crecimiento nominal o monetario de sus rentas con el fin de tomar decisiones, para quienes participan en los mercados financieros, que deben vigilar los tipos de inter¨¦s reales -una vez descontada la inflaci¨®n esperada- o las expectativas de evoluci¨®n del tipo de cambio de la peseta, o para las autoridades econ¨®micas que han de velar por la estabilidad monetaria y el crecimiento real sostenido de la producci¨®n interior.Como es conocido, la cesta que corresponde al IPC actual se basa en los h¨¢bitos de consumo de las familias espa?olas que puso de manifiesto la Encuesta de Presupuestos Familiares de 1980-1981, elaborada por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), y tiene como base 100 el a?o 1983.
Ahora, 10 a?os despu¨¦s, el INE va a proceder a renovar profundamente la cesta que representa el IPC, tomando como patr¨®n para sus ponderaciones la Encuesta de Presupuestos Familiares 1990-1991, cambiando la base 100 al a?o 1992, ampliando el ¨¢mbito de la poblaci¨®n que sirve como extracto de referencia, vigilando los precios de un n¨²mero mucho mayor de art¨ªculos y orient¨¢ndolo a la medici¨®n de los precios en la vertiente pura del gasto, es decir, sin incluir ni el autoconsumo de los hogares ni la vivienda en propiedad. De esta forma, la metodolog¨ªa de elaboraci¨®n del IPC se armonizar¨¢ con la de otros pa¨ªses de la Comunidad Europea.
Incertidumbre
Como es l¨®gico, el nuevo IPC tendr¨¢ un comportamiento m¨¢s consistente y m¨¢s relevante: se aproximar¨¢ mejor a la evoluci¨®n de la inflaci¨®n efectivamente sufrida por nuestro pa¨ªs. La forma en que el IPC con base 1992 modificar¨¢ las expectativas que, basadas en el viejo IPC, podr¨ªan estar confeccionando los agentes sociales, los mercados y las propias autoridades es una inc¨®gnita, pues con rigor nadie puede conocer con precisi¨®n y certidumbre qu¨¦ magnitud -y ni siquiera qu¨¦ signo- tendr¨¢n tales alteraciones y modificaciones. Conviene se?alar, en cualquier caso, que, sean cuales sean ¨¦stas, estamos ante un periodo de incertidumbre que se prolongar¨¢ hasta el mes de marzo, momento en que el INE publicar¨¢, conjuntamente, los IPC, con la base 1992, de enero y febrero, as¨ª como la revisi¨®n de las series hist¨®ricas de este indicador (por el cambio de base, no por el cambio de cesta).
Con el fin de matizar en lo posible esta incertidumbre, hemos tratado de aproximamos al efecto que sobre el crecimiento del IPC de - los ¨²ltimos a?os hubiera tenido el cambio de ponderaciones generales que en los grandes grupos de bienes y servicios supone el IPC de base 1992 frente al de base 1983, as¨ª como la exclusi¨®n en la cesta de la vivienda en propiedad. La conclusi¨®n m¨¢s importante que se deriva de este an¨¢lisis es que estas modificaciones -todo lo dem¨¢s constante supondr¨ªan una elevaci¨®n de unos 0,8 puntos porcentuales en la tasa interanual del IPC 1983. Es decir, considerando s¨®lo estas alteraciones, lo que no deja de ser una aproximaci¨®n parcial y sesgada a los amplios cambios que supondr¨¢ el nuevo IPC, el crecimiento interanual del IPC de noviembre no hubiera sido un 5,1 %, sino, aproximadamente, un 5,9%.
Las nuevas ponderaciones del IPC otorgan un peso menor a los alimentos, lo que se constituye en la principal raz¨®n, junto con la exclusi¨®n de la vivienda en propiedad, del presumible peor comportamiento del nuevo IPC frente al viejo en 1992. Las divergencias entre el viejo IPC y la aproximaci¨®n (limitada) al nuevo se ha ido ampliando a lo largo de este ¨²ltimo a?o, conforme los precios de los alimentos sin elaborar han comenzado a registrar un comportamiento bajista, que sit¨²a ya su tasa interanual en noviembre en una cifra negativa del 5,4%, y al situarse la inflaci¨®n de la vivienda en propiedad significativamente por debajo de la inflaci¨®n general (en torno al 4%). Es previsible, pues, que el nuevo IPC se enfrente al inicio de 1993 a un alto grado de divergencia con el viejo, producto, no obstante, de factores que pueden ser considerados transitorios, como la ca¨ªda de los precios de los alimentos sin elaborar y la moderaci¨®n de la inflaci¨®n de la vivienda en propiedad.
No deben, en cualquier caso, dejar de ser valorados los efectos del cambio de base del IPC que el an¨¢lisis cuantitativo anterior no puede incluir. Por una parte, tendr¨¢n lugar cambios que todav¨ªa no han sido dados a conocer en las ponderaciones de los subgrupos que conforman grupos de precios generales. Por otra, tendr¨¢ lugar una espectacular ampliaci¨®n del grupo Otros (que pasa de suponer s¨®lo un 8,52% del viejo IPC a ser un 15,26% del nuevo), al que pertenece una buena parte de las 43 nuevas parcelas de consumo que el IPC 92 a?adir¨¢ a las 428 del IPC 83. Se trata de nuevos servicios y bienes cuya inflaci¨®n es todav¨ªa desconocida (gimnasios, saunas, ordenadores personales, c¨¢maras de v¨ªdeo, etc¨¦tera). Adem¨¢s, el nuevo IPC se basa en un n¨²mero mucho mayor de puntos de observaci¨®n que el viejo. Finalmente, acompa?ando al cambio de base, el INE modificar¨¢ tambi¨¦n su metodolog¨ªa para tratar los alimentos sin elaborar, lo que probablemente har¨¢ su comportamiento m¨¢s suave.
En una primera fase, las tasas del nuevo IPC ser¨¢n superiores a las que resultar¨ªan de aplicar las ponderaciones del viejo ¨ªndice. Sin embargo, puede pensarse, que el comportamiento desacelerado de los precios de los servicios inducido por el ciclo recesivo en que ha entrado ya la econom¨ªa espa?ola se ver¨¢ amplificado por la mayor ponderaci¨®n de los servicios, lo que, junto al retorno de los precios de los alimentos sin elaborar a una senda m¨¢s coherente con el resto del IPC, volver¨¢ a estrechar la probablemente amplia brecha inicial.
Ignacio Ezquiaga y Marisol de Francisco, de Analistas Financieros Internacionales, SA.
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