Antiguos tormentos espa?oles en el Extremo Oriente
Se?ala el autor las grandes dificultades que encuentran los sistemas democr¨¢ticos para consolidarse o, previamente, para establecerse. A su juicio, los pa¨ªses asi¨¢ticos como Corea del Sur y Singapur pueden alcanzar su esplendor en la d¨¦cada de los noventa si consolidad un sistema pol¨ªtico pluripartidista.
Puesto que, en los ¨²ltimos a?os, Espa?a se ha librado de sus antiguos altibajos con la democracia, los espa?oles seguir¨¢n con especial inter¨¦s los acontecimientos que ahora se desarrollan en los pa¨ªses del Extremo Oriente.Corea del Sur es actualmente una democracia no militar. Jap¨®n est¨¢ pr¨¢cticamente en recesi¨®n. Hong Kong libra una lucha de poder por su relaci¨®n con China despu¨¦s de 1997. El fuerte l¨ªder que llev¨® a Singapur a la opulencia no ha tenido m¨¢s remedio que retirarse por razones de edad. La esperanza de Taiwan de seguir siendo independiente esencialmente tendr¨¢ que depender del acercamiento definitivo que Hong Kong logre con China.
Todos son problemas nuevos, t¨ªpicos del Extremo Oriente. Surgen justo cuando Estados Unidos estrena presidente. Justo cuando Alemania sume a Europa en una recesi¨®n prolongada. Justo cuando el caos pol¨ªtico persiste en Yugoslavia, Somalia y otros lugares; y cuando el caos econ¨®mico se extiende por toda la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus sat¨¦lites socialistas en Europa del Este.
Nuevas pol¨ªticas y nuevos programas tendr¨¢n que resolver nuevos problemas. Creo que Jap¨®n disfruta de la m¨¢xima autonom¨ªa a la hora de dise?ar respuestas para sus inciertos desaf¨ªos. Afortunadamente, como m¨¢s tarde explicar¨¦, sus problemas me parecen en buena medida autoimpuestos: si corrige varios errores de obra y omisi¨®n, Jap¨®n puede aspirar a mejorar su rendimento.
La de Hong Kong y Taiwan es una historia diferente. Su futuro depende de la din¨¢mica de la pol¨ªtica interna del Partido Comunista Chino. ?Desaparecer¨¢ la Vieja Guardia y ceder¨¢ cort¨¦smente el paso al papel cada vez mayor del mercado en el proceso de selecci¨®n de la actividad econ¨®mica? La f¨®rmula que Mija¨ªl Gorbachov no escogi¨® en la URSS -permitir la perestroika (transici¨®n de un control centralizado burocr¨¢tico de la producci¨®n a una fijaci¨®n de precios del mercado con fines lucrativos) antes que la glasnost (libre expresi¨®n de opiniones, libertad a los grupos de oposici¨®n para desafiar al partido comunista ¨²nico, desarticulaci¨®n del control del KGB sobre la vida de la gente)- parece funcionar de facto en China y ha propiciado unas tasas de crecimiento reales del 10% o m¨¢s. La iniciativa privada capitalista de Hong Kong y Taiwan ha venido desempe?ando un importante papel como catalizador de este progreso. De hecho, el futuro m¨¢s prometedor de Hong Kong est¨¢ en que se contin¨²e as¨ª. Pero, obviamente, la firmeza de su ¨¦xito depende exclusivamente de la toma de decisiones en la colosal China, y no de las esperanzas o deseos formulados fuera del continente.
Dos mundos
Me parece que Corea del Sur y Singapur se enfrentan a desaf¨ªos mas parecidos. Hasta el momento han experimentado un r¨¢pido crecimiento del mercado bajo un orden pol¨ªtico cuasi impuesto. Si la democracia se desarrolla en los dos pa¨ªses seg¨²n un sistema pluripartidista, que funciona con la urbanidad entre grupos y clases rivales, sus sociedades tendr¨¢n lo mejor de los dos mundos: prosperidad econ¨®mica a la vez que libertad y tranquilidad pol¨ªticas. Con la mejor de las suertes, la d¨¦cada de los noventa podr¨ªa pasar a los libros de historia futuros como la era dorada de Corea del Sur y Singapur. Adem¨¢s, un resultado as¨ª podr¨ªa servir de modelo para otras sociedades asi¨¢ticas que ahora emergen: Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas; India, Pakist¨¢n y Bangladesh.
?Por qu¨¦ explico lo que es obvio? ?Acaso no han sido las tradicionales democracias de Gran Breta?a, Francia, Escandinavia, Jap¨®n, Holanda, Canad¨¢ y Estados Unidos capaces de desarrollar democracias benignas? S¨ª.
Sin embargo, ¨¦sta no es ni much¨ªsimo menos la experiencia universal. Las ri?as pol¨ªticas en Italia crearon un dictador como Mussolini. La lucha de clases en Espa?a cre¨® un general Franco; en Portugal, un Salazar; en Argentina, un Per¨®n; en Chile, un almirante Pinochet. Y en la Rusia zarista, una revoluci¨®n de octubre de Lenin propici¨® una f¨¦rrea dictadura de izquierdas de Stalin. En muchas partes del mundo, tal vez en la mayor¨ªa de los casos, la democracia populista ha paralizado el funcionamiento del eficiente mecanismo de mercado; y, al final, acaba corroyendo las libertades civiles del pueblo.
Igual que la lucha del cuerpo humano contra la enfermedad es eterna, el trabajo de hacer que la democracia siga siendo benigna no termina nunca. No hay m¨¢s que fijarse como ejemplo en el caso de Jap¨®n, en el que el Partido Dem¨®crata Liberal ha controlado durante cerca de cuatro d¨¦cadas los votos del electorado. Si en cualquier futura ¨¦poca la corrupci¨®n y las divisiones internas perjudicaran la eficacia y el progreso econ¨®micos, podr¨ªa emerger una amenaza de derechas a la democracia. Sin duda, en la sociedad japonesa -y de hecho, en casi todas las sociedades- subsisten legados del pasado que, si se dan las condiciones apropiadas de descontento, podr¨ªan suponer un peligro para el capitalismo democr¨¢tico.
Lo que pudiera remotamente sucederle a Jap¨®n podr¨ªa ocurrirle m¨¢s f¨¢cilmente a Corea del Sur, que a¨²n tiene que establecer las fuertes tradiciones y estructuras de una democracia pluripartidista.
No pretendo ser pesimista, pero tenemos que ser realistas en cuanto a las probabilidades futuras, buenas o malas. Someter a un examen objetivo todo lo que podr¨ªa suceder es, como la experiencia demuestra, la mejor forma de dar a los buenos resultados la oportunidad de prevalecer sobre los malos.
es premio Nobel de Econom¨ªa.
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