?Una exclusiva de Unamuno?
Se dol¨ªa de que hubiera quien hizo como que se escandalizaba por aquello que ¨¦l hab¨ªa dicho: "?Que inventen ellos!". Y son muchos los que a¨²n hoy hacen como que se escandalizan, y habr¨¢ algunos que hasta se escandalizar¨¢n de veras.Pero, m¨¢s que una piedra de esc¨¢ndalo, para m¨ª constituye una especie de problema que vengo arrastrando desde mi adolescencia y que nadie me ha resuelto nunca, quiz¨¢ porque a nadie lo he planteado. Ni he visto que nadie lo plantease en ninguna parte.
Por entonces, yo hab¨ªa tropezado ya y sigo tropezando con muchas referencias al dicho de Unamuno, casi siempre de signo condenatorio. Ser¨ªa interesante un estudio que esclareciese el hecho de que Unamuno sea el intelectual espa?ol -por lo menos, de nuestro tiempo- a quien se impugna, se discute, se combate o se refuta con mayor fruici¨®n. Es muy probable que el fen¨®meno se deba a que tambi¨¦n ¨¦l gozaba lo indecible impugn¨¢ndolo y discuti¨¦ndolo todo o casi todo, y las fuerzas que trajinan oscuros designios se aplican ahora a una venganza perdurable.
Cualesquiera que fuesen los resultados que tal estudio arrojase, podemos constatar, ya de antemano, el hecho de que suele hablarse como si esas tres palabras tuviesen la gran culpa de que nadie inventase aqu¨ª la m¨¢quina de vapor, ni el autom¨®vil, ni el tren, ni el aeroplano, cuando lo cierto es que semejantes artefactos bien pudieran ser inventados por compatriotas nuestros del siglo pasado, o del otro, o del otro, porque Unamuno, que yo sepa, no dio ninguna orden en contrario hasta mucho despu¨¦s de que casi todo lo inventaran ya los extranjeros. 0 sea, que cuando ¨¦l dijo "que inventen ellos", ya ellos estaban inventando aparatos desde hac¨ªa tiempo y tiempo. Me refiero a los ingleses, a los franceses, a los estadounidenses, a los italianos... Si los espa?oles no inventamos instrumentos provechosos, la culpa no es de Unamuno: es que no se nos ocurre nada. Y aunque Unamuno se hubiese callado, tampoco se nos habr¨ªa ocurrido.
Claro que tambi¨¦n ha habido espa?oles que algo inventaron, pero son los menos, y las creaciones espa?olas que pueden pasar por inventos son tan poquita cosa que dif¨ªcilmente resisten la comparaci¨®n con ese otro tipo de creaciones que conocemos con los nombres de La Celestina, El Quijote, La noche oscura... Es verdad que una obra no quita la otra, pero nadie est¨¢ obligado a pintar Las Meninas y a inventar, adem¨¢s, los rayos X.
Unamuno dijo que, si fuese imposible que un pueblo diese a Descartes y a san Juan de la Cruz, ¨¦l se quedar¨ªa con san Juan. Y a esto replic¨® Ortega con una dureza inolvidable: "En los bailes de los pueblos castizos no suele faltar un mozo que, cerca de la media noche, se siente impulsado sin remedio a dar un trancazo sobre el candil que ilumina la danza, entonces comienzan los golpes a ciegas y una b¨¢rbara bara¨²nda. El se?or Unamuno acostumbra a representar este papel en nuestra rep¨²blica intelectual. ?Qu¨¦ otra cosa es, si no, preferir a Descartes al lindo frailecito de coraz¨®n incandescente que urde en su celda encajes de ret¨®rica ext¨¢tica? Lo ¨²nico triste del caso es que a don Miguel, el energ¨²meno, le consta que sin Descartes nos quedar¨ªamos a oscuras y nada ver¨ªamos, y menos que nada el pardo sayal de Juan de Yepes
Estas actitudes discrepantes de dos hombres que tan viva influencia ejercieron sobre los espa?oles y sobre la Espa?a de su tiempo me produjeron tremenda perplejidad. ?Era, realmente, tan energum¨¦nica la opci¨®n del se?or Unamuno frente a Descartes y en favor de san Juan de la Cruz? ?De veras no es Juan de Yepes m¨¢s que un Iindo frailecito que urde en su celda encajes de ret¨®rica ext¨¢tica"?
Swinburne dec¨ªa que La Orestiada es quiz¨¢ "la creaci¨®n m¨¢s grande del esp¨ªritu humano". ?Por qu¨¦ Swinbume se inclin¨® por Esquilo y su Orestiada en lugar de hacerlo en favor de Arist¨®teles y su Pol¨ªtica? A lo mejor, por motivaciones an¨¢logas a las que Unamuno ten¨ªa para anteponer el C¨¢ntico espiritual al Discurso del m¨¦todo.
Estas preguntas y otras semejantes en torno al mismo tema fueron y son para m¨ª sumamente problem¨¢ticas, sobre todo cuando las discrepancias de los dos pensamientos se convierten, de pronto, en coincidencias. Porque hay momentos en que, a mi parecer, el pensamiento de Ortega coincide con el de Unamuno, de modo que el lector comprende cada vez menos la dureza de la impugnaci¨®n transcrita, a la que Ortega a?ade las que califica de observaciones t¨¦cnicas de su "grande amigo Am¨¦rico Castro".
Perm¨ªtaseme traer a colaci¨®n s¨®lo tres ejemplos de exposiciones de Ortega que podr¨ªa firmar literalmente el Unamuno del "que inventen ellos".
As¨ª: "?Buen siglo XIX, nuestro padre! ?Siglo triste, agrio, inc¨®modo! ?Fr¨ªgida edad de vidrio que ha divinizado las retortas de la qu¨ªmica industrial y las urnas electorales! Kant o Stuart Mill, Hegel o Comte, todos los hombres representativos de ese clima moral bajo cero, se han olvidado de que la felicidad es una dimensi¨®n de la cultura. Y he aqu¨ª que hoy, m¨¢s cerca que de esos hombres, nos sentimos de otros que fueron esc¨¢ndalo de su ¨¦poca. Cuando Stendhal establece una jerarqu¨ªa entre las civilizaciones y los pueblos, seg¨²n que gozaron m¨¢s o menos del arte de ser felices, todo nuestro ser se dispone a escucharle".
O bien: "Hagamos una f¨ªsica lo m¨¢s rigurosa que podamos: experimentemos, midamos, cortemos los tejidos con el micr¨®tomo, distendamos los poros de la materia para ver bien su estructura. Pero no gastemos en eso toda nuestra energ¨ªa mental; reservemos buena parte de nuestra seriedad para el cultivo del amor, de la amistad, de la met¨¢fora...".
O: "Si es la vida una angustia exhalada en un bostezo, ?qu¨¦ m¨¢s me da bostezar a un cosmos organizado seg¨²n Ptolomeo que a un orbe obediente a Cop¨¦rnico?".
Con la inmodestia obligada en estos casos, creo que Ortega no estaba muy lejos de Unamuno a la hora de quedarse con san Juan de la Cruz, prefiri¨¦ndolo a Descartes. ?No se siente ¨¦l m¨¢s cerca de Stendhal -con todo su ser dispuesto a escucharle- que de Kant o de Hegel?
Estos ejemplos y otros igualmente significativos pueden estar invit¨¢ndonos a reconsiderar algunas cosas. Por ejemplo, que, si bien Unamuno pronunci¨® el "que inventen ellos", la actitud intelectual que en esas palabras se pone de manifiesto no debe serle asignada en exclusiva.
es escritor y premio de teatro Lope de Vega.
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