Eva para siempre
?Tambi¨¦n tendr¨¦ que hacer pruebas para trabajar en televisi¨®n?", pregunta miss Castwell (Marilyn Monroe, Iicenciada por la Universidad de Copacabana") al perverso e inteligente cr¨ªtico Addison de Witt (George Sanders), en un momento de Eva al desnudo. "Querida, eso es la televisi¨®n: s¨®lo pruebas".Dif¨ªcilmente se puede definir con m¨¢s exactitud -y visi¨®n de futuro- el medio. Joseph L. Mankiewicz, que no hab¨ªa desaprovechado, en pel¨ªculas anteriores, la oportunidad de criticar el uso de la radio o de la publicidad, vislumbr¨® en 1950 la ¨¦poca que se avecinaba y la sentenci¨®. E hizo de Eva al desnudo no s¨®lo un cat¨¢logo de los variados comportamientos de la especie humana, sino tambi¨¦n un elegante homenaje al arte de la representaci¨®n, a la pasi¨®n teatral: "Cualquier cosa que se haga para otros en cualquier lugar es teatro, sea una obra de Shakespeare o un circo de pulgas", dice el director Bill Simpson (Gary Merrill) a una Eva Harrington (Ann Baxter) que le reprocha su entrega a la aventura del cine.
Bette al cuadrado
Y, sin embargo, el argumento escueto de Eva al desnudo podr¨ªa pasar por un tema de culebr¨®n: la ambiciosa aspirante a actriz, Eva, que irrumpe en la vida de la veterana y famosa Margo Channing (Bette Davis al cuadrado) en el momento ¨¢lgido de su fragilidad, y que, de intriga en mentira, acaba suplant¨¢ndola, aunque, al final, su castigo radica en disfrutar del triunfo en soledad, excluida del grupo y a merced de una nueva Eva que llama a su puerta para repetir la historia. Pero Mankiewicz era otra cosa, y traz¨® el retablo de un n¨²cleo social de lengua afilada -por ser del teatro, les concedi¨® la gracia de su propio ingenio-, que, adem¨¢s de despedazarse en sus ratos libres, reflexiona acerca de las cosas de la vida.
"Tantas cosas como has ido dejando en el camino hasta llegar al lugar que ocupas", confiesa Margo en su debilidad, "para darte cuenta de que nada vale si no tienes a alguien con quien compartirlo". Margo ha cumplido 40 a?os y se enfrenta a ese momento que toda mujer debe encarar alguna vez. En tomo a ella, una soberbia galer¨ªa de tipos: Eva o la envidia, la vanidad de autor de Lloyd Richards (Hugh Marlowe), la lealtad de Karen, su esposa (Celeste Holm), el cinismo del cr¨ªtico encarnado por George Sanders, y la vivaracha percepci¨®n de Birdie Corham, la incomparable doncella interpretada por Thelma Ritter.
Sobrecoge pensar que todos est¨¢n muertos. Y a¨²n asusta m¨¢s saber que no quedan vivos capaces de dejarnos un legado similar.
?Qu¨¦ pel¨ªcula salvar¨ªa de un incendio? Eva al desnudo. Aunque, a decir verdad, no importar¨ªa que se destruyera. S¨®lo el Alzheimer conseguir¨¢ que olvide sus di¨¢logos.
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