Gesti¨®n empresarial
El Gobierno de John Major, acorralado en muchos frentes, ha decidido apostar fuerte por la privatizaci¨®n penitenciaria. Y ha puesto al frente de ella, con plenos poderes, a Derek Lewis: no un funcionario ni un abogado, ni siquiera una persona relacionada con la Administraci¨®n, sino un economista especializado en el negocio televisivo. Lewis, de 46 a?os, inici¨® su carrera en la firma automovil¨ªstica Ford, en la que lleg¨® a ser director financiero para Europa, y ocup¨® posteriormente cargos ejecutivos en Granada Television y en el canal por sat¨¦lite UK Gold."De lo que se trata aqu¨ª es de obtener el mejor rendimiento posible de un presupuesto determinado, como en cualquier otra empresa", afirm¨® Lewis tras su nombramiento como Director General de Prisiones, en diciembre pasado. Para subrayar su intenci¨®n de revolucionar el sistema penitenciario, su cargo cambiar¨¢ de nombre el pr¨®ximo mes de abril: desde entonces, ser¨¢ director de la Agencia de Servicios Penitenciarios. Con especial ¨¦nfasis, dice, en la palabra "servicios". Su sueldo, equivalente a unos 21 millones de pesetas anuales, est¨¢ muy por encima del de cualquier funcionario.
El esquema de la privatizaci¨®n fue dise?ado en el Informe Woolf, un estudio que revis¨® a fondo las c¨¢rceles brit¨¢nicas tras el mot¨ªn de Strangeways, en 1990. La misi¨®n de Lewis es "aplicar las gu¨ªas de racionalizaci¨®n expresadas en el informe, lo cual no implica necesariamente una privatizaci¨®n general", afirma Lewis.
Twinn, el director de la c¨¢rcel de The Wolds, no cree que la privatizaci¨®n afecte a todos los centros, al menos en un futuro previsible. Y agrega: "No soy partidario de que el Estado abandone por completo las c¨¢rceles; tal vez sea un sentimiento visceral, heredado de mi carrera como funcionario, pero creo que el sector p¨²blico tiene cosas que aportar. Lo ideal ser¨ªa un sistema mixto, como el empleado en la sanidad".
The Wolds constituye, en cualquier caso, el modelo. El Estado est¨¢ representado en la prisi¨®n con una delegada y un subdelegado, cuya misi¨®n es doble: asegurarse de que la sociedad concesionaria cumple escrupulosamente las condiciones del contrato, y aplicar disciplinas y sanciones a los presos. "La represi¨®n es monopolio estatal, y debe seguir si¨¦ndolo", dice Twinns.
"En The Wolds no hay armas de fuego, al igual que en el resto de las prisiones brit¨¢nicas, pero adem¨¢s los carceleros carecen de porras o cualquier tipo de arma. Jam¨¢s deben agredir a un preso. En caso de indisciplina de un interno, presentamos denuncia ante la delegaci¨®n estatal y ellos se encargan de la represalia". El castigo es la celda de aislamiento. Si un carcelero agrede a un preso "rompe su contrato, y va directamente a la calle; pero eso no ha sucedido nunca en The Wolds", explica Twinns.
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