Ni candidatos ni urnas
Son unas elecciones sin urna. Y sin candidatos, como no cesan de repetir estos d¨ªas los obispos: "Nadie se presenta a la presidencia de la Conferencia Episcopal; es promovido por sus compa?eros".Tampoco hay campa?a ni programas de gobierno, algo que lamentan algunos sacerdotes y fieles. Como Jos¨¦ Mar¨ªa Javierre, sacerdote, historiador, periodista y hermano de un cardenal espa?ol de la Curia romana, que pide, "desde un profundo respeto hacia mis pastores", m¨¢s transparencia y democracia. Javierre escribe en la revista XX Siglos: "... Como si el Esp¨ªritu Santo se hubiera comprometido en alguna p¨¢gina de la Escritura a resolvemos la papeleta; nos dio el cerebro para usarlo. Quiero decir que resultar¨ªa ejemplar para quienes somos creyentes de a pie ver a nuestros obispos programas concretos de trabajo en la Conferencia respaldados por candidaturas p¨²blicas; y explicados, defendidos a plena luz".
La luz y taqu¨ªgrafos que reivindica Javierre la suscriben otros como Juan Jos¨¦ Tamayo, presidente de la asociaci¨®n de te¨®logos Juan XXIII, o Evaristo Villar, ex coordinador de la Iglesia de base de Madrid. Este ¨²ltimo abunda: "Es que los fieles deber¨ªan poder influir en el nombramiento de sus obispos".
La consulta no llega a los fieles. ?C¨®mo surge un nombre? "Cuatro o cinco obispos de la misma sensibilidad comentan qui¨¦n puede ser el presidente de la Conferencia m¨¢s idoneo, y ya est¨¢", se?ala otro prelado. Ha nacido un posible presidente, que recibe el bautismo electoral con la votaci¨®n de sondeo. Una norma no escrita que en t¨¦rminos de democracia civil equivaldr¨ªa a la presentaci¨®n de candidatos.
El canastillo
Este ritual comenzar¨¢ entrada la tarde del pr¨®ximo lunes, con el sondeo. Los 80 prelados con derecho a voto no abandonar¨¢n sus asientos del aula, que tiene forma de hemiciclo, para depositar su papeleta. Dos sacerdotes, que asisten al acto en calidad de ayudantes, pasar¨¢n con un canastillo por entre cada una de las cuatro filas de bancas que conforman el aula para que los electores despositen en ella su papeleta. En ella, de color blanco, con el sello de la Conferencia y tama?o similar a la mitad de una cuartilla, los obispos escribir¨¢n el apellido de su candidato. Luego, el recuento, a viva voz.Si surgiera solamente un nombre, algo del todo improbable, ¨¦ste ser¨ªa el presidente. De no ser as¨ª, los prelados volver¨¢n a votar en la ma?ana del martes. En esta ocasi¨®n concentrar¨¢n sus preferencias en los candidatos m¨¢s votados en el escrutinio orientativo. El primero de ellos que obtenga la mitad m¨¢s uno de los votos de los presentes en el aula ser¨¢ el presidente de la Conferencia.
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