La impotencia liquera regresa al Camp Nou
La impotencia regres¨® al Camp Nou cuando parec¨ªa haber animado la soberbia. Impotencia porque el equipo azulgrana cedi¨® un punto, el tercero del a?o, cuando merec¨ªa los dos. Impotencia porque el ¨¢rbitro conden¨® la protesta de unos y permiti¨® la agresividad de los otros. Impotencia porque el colectivo de Cruyff no coge la onda y suma cuatro partidos sin ganar. E impotencia porque la Liga se escurre del estadio barcelonista justo cuando ha doblado el calendario. Fue un brusco regreso al pasado. No hay tiempo suficiente para asimilar tanto cambio, para volver atr¨¢s cuando s¨®lo se mira hacia adelante, aunque el equipo, vaya trompicado desdeTokio. El Atl¨¦tico transit¨® por entre el confusionismo azulgrana con una sonrisa en los labios. Volvi¨® tambi¨¦n a reencontrarse. Le interesaba al equipo rojiblanco que el choque tuviera un tono bronco. Era una forma ideal para rearmarse y, al mismo tiempo, desarmar al rival. Un partido sin ritmo s¨®lo pod¨ªa beneficiar al grupo rojiblanco. Y lo consigui¨®. Para ello cont¨® con la colaboraci¨®n de Pajares Paz. El colegiado no fue equitativo en el reparto de cartulinas. Permiti¨® primero, cuando la continenda s¨®lo ten¨ªa color azulgrana, que los zagueros forasteros azotaran a los delanteros locales -olvid¨® reiteradamente sancionar acciones violentas- y luego, justo despu¨¦s que los rojiblancos se encontraron con el empate, opt¨® por condenar las protestas azulgranas con tarjeta hasta mandar a Amor y Bakero a la caseta.
Nadie daba cr¨¦dito al suceso. El Barcelona, un equipo aseado por naturaleza y de corte puramente ofensivo, se encontraba de pronto con s¨®lo nueve jugadores, veinte minutos por delante y ante un rival tosco, defensivo, que jugaba al completo y, encima, hab¨ªa empatado el partido en su ¨²nico disparo claro a puerta. Sac¨® entonces su genio el grupo de Cruyff y convirti¨® en heroico el empate, como anta?o, mientras el adversario se refugiaba en su guarida.
Pastoriza no quiso tomar riesgos en su deb¨². El t¨¦cnico argentino le puso de salida el cintur¨®n de seguridad al Atl¨¦tico: un libre por detr¨¢s, dos laterales fijos, un central, dos volantes todoterreno y un punta, mientras Schuster acampaba m¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea de medios. El equipo rojiblanco perdi¨® su condici¨®n de buen samaritano- el Barcelona le hab¨ªa ganado los cuatro partidos disputados este a?o y sac¨® a relucir un esp¨ªritu intimidatorio que acongoj¨® a un Barcelona.
El azulgrana es un equipo en color positivado hoy en blanco y negro. No es el mismo de antes. Le falta ritmo, precisi¨®n, continuidad. A veces parece un Mercedes y en otras un Seisicentos. El zapato de Koeman tiene el punto de mira desviado, a Laudrup no le sale el ¨²ltimo regate y Stoichkov est¨¢ en cama con gripe. Privado de los futbolistas que deciden, el grupo de Cruyff debe arreglarselas con el colectivo dom¨¦stico, es decir, el que permite que los extranjeros marquen la diferencia. Y en este contexto le cuesta sacar los partidos adelante, generar jugadas de gol, porque el recorrido del cuero no es siempre de ida y vuelta sino que a veces se queda a medio camino. El equipo estuvo serio, trabajador y dominador en el primer tiempo frente a un rival al que le cambiaron el gui¨®n en el vestuario y no encontraba su ubicaci¨®n en la cancha. No hab¨ªa quien agarrara el partido en el Atl¨¦tico.
Lleg¨® as¨ª el penalti de Tom¨¢s -tan opinable como el que D¨ªaz Vega le sancion¨®. a Ferrer en el Bernab¨¦u-, un error de Salinas frente a Abel y un remate fallido de Laudrup. No supo machacar el cuadro local y dej¨® vivir a un rival que se iba cayendo a trozos a expensas de una jugada. Y se encontraron con ella en cuanto arrimaron su cuerpo en el ¨¢rea contraria.
El empate desequilibr¨® al Bar?a. La tensi¨®n se adue?¨® del campo y el colegiado encendi¨® la grada. El nerviosismo azulgrana se transform¨® en protestas hacia al ¨¢rbitro, que respondi¨® a los vocablos con tarjetas. Se rompi¨® el partido hasta provocar dos expulsados m¨¢s (Koeman y Vizca¨ªno), y el pitido final fue un alivio para todos. El p¨²blico baj¨® el tel¨®n tirando almohadillas al ¨¢rbitro. Fue un final digno d¨¦ viejos tiempos en el Camp Nou.
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