El desplome
LA RETIRADA de Bettino Craxi, l¨ªder del Partido Socialista Italiano (PSI), tiene un relieve especial dentro del espect¨¢culo general del desplome del sistema pol¨ªtico en aquel pa¨ªs. El estr¨¦pito se debe a la personalidad excepcional de Craxi y al hecho de que es el primer caso en que el secretario general de un partido ha sido directamente acusado de corrupci¨®n.En 1976, Crax¨ª tom¨® en sus manos un partido dividido y debilitado (el 10% de los votos) y lo transform¨® profundamente. A lo largo de los ¨²ltimos 17 a?os, el PSI fue su propia formaci¨®n pol¨ªtica. Impuso disciplina, cre¨® su equipo de mando con poco respeto por los barones tradicionales, anul¨® pr¨¢cticamente toda expresi¨®n te¨®rica o ideol¨®gica y logr¨® para los socialistas cotas de poder muy superiores a las que hubieran correspondido a sus resultados electorales. Elev¨® el papel del PSI en la coalici¨®n tradicional con la Democracia Cristiana (DC) y en 1983 obtuvo la presidencia del Gobierno. Fue su momento de esplendor: se mantuvo en el cargo hasta 1987, batiendo as¨ª todas las plusmarcas de permanencia en el poder.
Pero el fracaso le ha llegado por dos caminos, el pol¨ªtico y el judicial. En el primero, no ha sido capaz de materializar su ilusi¨®n de aprovechar el hundimiento del comunismo para conseguir que los militantes de ¨¦ste engrosaran masivamente el electorado socialista. Muy al contrario, ha tenido que aceptar la reconversi¨®n de los antiguos comunistas y la creaci¨®n del Partido Democr¨¢tico de Izquierda (PDS). Pero los jueces han sido los que de verdad le han obligado adimitir: ha sido en Mil¨¢n -basti¨®n del PSI y personalmente de Craxi- donde se ha levantado el velo que disimulaba la corrupci¨®n de los partidos. Craxi y su familia estaban en el centro del esc¨¢ndalo y, por mucho que repita que son acusaciones injustas, ha perdido toda credibilidad. Se va de la secretar¨ªa general del PSI como un hombre desprestigiado.
Despu¨¦s del desplome, ?quedar¨¢ algo del PSI? No es una pregunta superflua. Concluye la etapa Craxi en unas condiciones que dejan al partido malherido. El disidente y ex ministro. de Justicia Claudio Martelli hab¨ªa izado, frente a Craxi, una bandera de renovaci¨®n, no s¨®lo del partido, sino de la pol¨ªtica italiana: quer¨ªa desmontar la partitocracia con un cambio radical del sistema electoral; propon¨ªa una nueva alianza de las fuerzas de izquierda, quiz¨¢ un nuevo partido con vocaci¨®n regeneradora. Factores curiosamente coincidentes, como el retorno de un ¨ªntimo de Craxi mezclado en la relaci¨®n oscura entre el Banco Ambrosiano y el PSI, han de terminado que Martelli fuera tambi¨¦n acusado de corrupci¨®n en v¨ªsperas de laasamblea del PSI encargada de designar al sucesor de Craxi. Y ha optado por retirarse del Gobierno y del partido para defenderse como individuo privado de los cargos lanzados contra ¨¦l.
En esa coyuntura, el caos ha dominado la asamblea del PSI: han surgido nuevas divisiones, adem¨¢s de la que opone a craxianos y martellistas. En todo caso, el secretario designado, Giorgio Benvenuto, un ex sindicalista honesto y discreto, que surge como soluci¨®n (le compromiso al no haber habido una candidatura unitaria, tiene el engorroso reto de tratar de recuperar un partido dividido y con una exigua credibilidad.
Pero la ca¨ªda de Bettino Craxi no afecta s¨®lo a la vida del Partido Socialista Italiano: se derrumba una de las columnas del sistema pol¨ªtico que ha gobernado Italia en la ¨²ltima d¨¦cada. Ser¨ªa injusto distinguir a Craxi. como paradigma ¨²nico de pol¨ªtico sucio que abandona su cargo porque le persigue la justicia. Es cierto que as¨ª es, pero no ser¨ªa justo olvidar que, simult¨¢neamente, decenas de figuras pol¨ªticas de la democracia cristiana y de pr¨¢cticamente todos los partidos se hallan en situaciones no muy diferentes. Es la clase pol¨ªtica italiana como tal la que se halla bajo acusaci¨®n. Y si la judicatura sigue por la v¨ªa emprendida, no ser¨ªa descabellado recomendar al Parlamento en pleno que se aprestara a desfilar ante los tribunales.
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