Rocard o la prisa por llegar al El¨ªseo
El ex primer ministro franc¨¦s abre una nueva perspectiva a la izquierda europea
De Michel Rocard se ha dicho que naci¨® con un cuarto de hora de retraso y que desde entonces corre por atrapar el tiempo perdido. A diferencia del paciente Fran?ois Mitterrand, Rocard es un hombre comido por las prisas. Prisa sobre todo por llegar al palacio del El¨ªseo. Desde su juventud, Rocard se considera el hombre escogido por el destino para modernizar Francia desde la jefatura del Estado.
Esa prisa le llev¨® en los a?os setenta a oponerse a Mitterrand en la batalla por el liderazgo de la izquierda no comunista. Mientras el viejo zorro iba construyendo su Partido Socialista (PS), la ardilla estresada dirig¨ªa su propia formaci¨®n: el Partido Socialista Unificado (PSU). Rocard termin¨® entrando en el redil del PS, pero Mitterrand no le ha perdonado nunca aquella disidencia.Ahora, Rocard ha saltado al vac¨ªo sin paraca¨ªdas desde el averiado avi¨®n del PS. Y, adem¨¢s, ha invitado a los otros pasajeros a seguirle. Su razonamiento es el siguiente: quiz¨¢ ese salto sea un suicidio, pero lo seguro es que permanecer en el avi¨®n conduce a la muerte.
No pensaba Rocard comprometerse demasiado en la campa?a socialista para las elecciones legislativas del pr¨®ximo mes. Deseaba limitarse a hacer lo estrictamente necesario para obtener un esca?o de diputado en su feudo tradicional de Conflans. ?Para qu¨¦ iba a asociar su nombre a la que puede ser una de las m¨¢s espectaculares derrotas de un partido en el poder en la reciente historia europea?
Pero, en la noche del pasado mi¨¦rcoles, Rocard provoc¨® la primera gran sorpresa de la campa?a francesa. En Montlouis, cerca de Tours, enton¨® la oraci¨®n f¨²nebre del PS y propuso la futura integraci¨®n de los socialistas en un movimiento que incluya tambi¨¦n a los ecologistas, los centristas sociales, los comunistas renovadores y los defensores de los derechos humanos.
Rocard asumi¨® ese riesgo porque se hab¨ªa dado cuenta de que ten¨ªa que dejar muy claro ante los franceses que no aprueba la pol¨ªtica practicada por los socialistas en los 12 a?os de la presidencia de Mitterrand. La factura que el PS va a pagar dentro de pocas semanas -las promesas incumplidas en materia de lucha contra el paro y de moralizaci¨®n de la vida p¨²blica- no es la suya es la de Mitterrand.
Luz de esperanza
As¨ª que Rocard aceler¨® para dejar detr¨¢s suya la cat¨¢strofe, de las legislativas. Dijo que los socialistas se han buscado el castigo que van a infringirles los electores, y fue m¨¢s lejos al afirmar que el PS, tal como fue fundado por Mitterrand en 1971, est¨¢ muerto. Pero en estas horas bajas del socialismo franc¨¦s -y europeo- Rocard mostr¨® una luz de esperanza al final del t¨²nel. Es posible, dijo, reconstruir la izquierda, prepararse para futuras batallas y ganarlas.La ardilla vivaz certific¨® la agon¨ªa del mitterrandismo, el ¨²ltimo cap¨ªtulo del centenario socialismo franc¨¦s, y propuso construir el porvenir a partir del reconocimiento de unos cuantos hechos que le parecen elementales: la lucha de clases ya no es el motor de, la acci¨®n partidista; la ecolog¨ªa es un elemento capital de la nueva acci¨®n pol¨ªtica; el Estado tiene que dialogar continuamente con la sociedad civil; los ciudadanos reclaman honradez, veracidad y solidaridad. "Para transformar el mundo", dijo Rocard, "hay que comprenderlo. El mundo ha cambiado, tenemos que comprenderlo de nuevo".
"Rocard ha rejuvenecido", escribi¨® el pasado viernes Alain Duhamel, uno de los mejores comentaristas pol¨ªticos franceses. "La originalidad de su iniciativa", explic¨® Duhamel, "estriba en el razonamiento sociol¨®gico que la inspira. He aqu¨ª un dirigente de la izquierda que ha comprendido a la sociedad francesa de los a?os noventa. Es una novedad, pero no es una sorpresa. La sensibilidad sociol¨®gica ha sido siempre una dimensi¨®n clave, del "rocardisino". Valery Giscard d'Estaing, Raymond Barre, Edouard Balladur han adoptado siempre un punto de vista econ¨®mico; Jacques Chirac, un punto de vista pol¨ªtico; Fran?ois Mitterrand una mirada m¨¢s bien hist¨®rica y electoral; Rocard da prioridad a la sociolog¨ªa".
A lo largo de su carrera pol¨ªtica Rocard, de 62 a?os de edad, ha escandalizado una y otra vez a los apegados a los an¨¢lisis tradicionales de la izquierda. Antes que la mayor¨ªa de los dirigentes socialistas franceses, antes, por supuesto, de la llegada al poder de Mitterrand, Rocard, propuso una ruptura total con el marxismo y su esquema de la lucha de clases. Ello, sin embargo, no le converti¨® al liberalismo. Rocard, un protestante apegad¨ªsimo, a los valores de la honradez, la solidaridad y el cambio, propuso el nacimiento de la luna segunda izquierda".
El pasado mi¨¦rcoles, fue m¨¢s lejos y propuso "una tercera izquierda". Los socialistas deben incluso cambiar de nombre y convertirse en uno de los fermentos de un movimiento dem¨®crata, reformista e interclasista.
Rocard aspira a que su futura candidatura a la presidencia de la Rep¨²blica francesa encarne ese movimiento.. A su favor juega el hecho de que es uno de los socialistas m¨¢s respetados por tirios y troyanos, entre otras cosas porque es uno de los pocos que nunca ha estado implicado en esc¨¢ndalos de dinero. Todo el mundo le reconoce la cualidad de la honradez y todo el mundo admira su transparencia. El pasado a?o, Rocard se convirti¨® en el primer pol¨ªtico franc¨¦s que abri¨® al p¨²blico las puertas de su- vida privada, al tomar la iniciativa de informar de su divorcio.
Tiene tambi¨¦n la ventaja de una experiencia de Gobierno. Durante tres a?os, entre 1988 y 1991, fue primer ministro de Mitterrand. La cohabitaci¨®n entre los dos hombres no fue f¨¢cil, pero Rocard tuvo un comportamiento impecable. Fue un jefe de Gobierno leal, sacrificado y discreto.
"Candato natural"
En el verano de 1992 Rocard dio un paso adelante en su carrera hacia el El¨ªseo al ser proclamado "candidato natural" del PS a la sucesi¨®n de Mitterrand. Pero, para entonces, el PS era m¨¢s que un trampol¨ªn, un pesad¨ªsimo lastre. Rocard ten¨ªa que hacer algo. Se estaba hundiendo con el PS y decidi¨® soltar el lastre en Montlouis. El independiente Bernard Kouchner, el ministro m¨¢s admirado del crepuscular Gobierno socialista, expres¨® el entusiasmo despertado por su iniciativa: "Bravo, querido iconoclasta. Con tu big bang nos has ofrecido, al fin, una perspectiva apasionante".
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