La trama de lo sensible
Este reencuentro con la obra m¨¢s reciente de Juan Usl¨¦ (Santander, 1954), nos enfrenta a un giro decisivo en la trayectoria del pintor. Soterradamente anunciado por su anterior exposici¨®n madrile?a -realizada hace dos a?os en este mismo espacio-, ese quiebro ha alcanzado, de hecho, su esplendor y conciencia plenas a lo largo del 92, definiendo ya el clima de las piezas presentadas por Usl¨¦ en la ¨²ltima Documenta de Kassel.De alg¨²n modo, el proceso que determina en su dimensi¨®n m¨¢s profunda la naturaleza de este cambio, me parece inseparable de la propia relaci¨®n -compleja, l¨²cida y liberadora -que el artista c¨¢ntabro ha establecido con ese contexto neoyorquino en el que se afinc¨® en el ¨²ltimo tercio de los ochenta. En ese sentido, el v¨ªnculo con la ciudad no s¨®lo le proporcionar¨ªa un nuevo escenario y la confrontaci¨®n, ahora m¨¢s viva que dealizada, con un paradigma pict¨®rico que ya fue contrapunto latente de su trayectoria anterior, si no a la postre, y de un modo m¨¢s decisivo, el despertar de una actitud diametralmente distinta en cuanto al clima mental que define su enfrentamiento al hecho pict¨®rico y la concepci¨®n de lo real que en ello alienta.
Juan Usl¨¦
Galer¨ªa Soledad Lorenzo (Orfila,5).Madrid. Hasta el 6 de marzo.
As¨ª, lo que en un primer momento del proceso estuvo marcado por el deslizamiento hacia una progresiva abstracci¨®n, que le permit¨ªa alcanzar soluciones cada vez m¨¢s abiertas, directas y ambivalentes, sin renunciar a la esencia interior de esa oscura evocaci¨®n del paisaje rom¨¢ntico, turbadora y melanc¨®lica, que hab¨ªa establecido el eje fundamental de la pintura de Usl¨¦ en los ochenta, ver¨¢ precipitarse con la nueva d¨¦cada un giro copernicano que disuelve plenamente la huella de ese modelo trascendente.
Haz de miradas
Usl¨¦ ha englobado el ciclo de pinturas que componen esta nueva muestra madrile?a bajo el lema elocuente de un Haz de miradas. Y, en efecto, nada define mejor la distancia que separa hoy su visi¨®n de aquel eco manifiesto de una totalidad a?orada que este -y uso un t¨¦rmino intuido ya por el artista en su primer encuentro neoyorquino- "dinamismo perceptivo", que fluye hoy directamente de una progresiva fragmentaci¨®n y multiplicaci¨®n de sus referencias, precipit¨¢ndose en ocasiones hacia una saturaci¨®n que no agota, bien al contrario, la brillante paradoja de las tensiones contrarias que despliega ante el ojo, pero que, las m¨¢s veces, fija su poderosa energ¨ªa a trav¨¦s de la ambivalencia de una mirada que acota un segmento que es, al tiempo, irrepetible y necesariamente incompleto.Con todo, a mi juicio, esta inversi¨®n dram¨¢tica de los t¨¦rminos esconde, lejos de una conversi¨®n, una reelaboraci¨®n estrat¨¦gica magistral que en nada rompe el discurso subterr¨¢neo de la trayectoria art¨ªstlca de Juan Usl¨¦. As¨ª, aquel canto primero por una totalidad inalcanzable, nebulosamente intuida, toma hoy la forma de esta suntuosa polifon¨ªa invertebrada, haz de miradas que pone en escena, precisamente, su incapacidad de agotar bajo una ¨²nica red la trama de lo sensible.
Pero lo que s¨ª se quiebra, secretamente, a trav¨¦s de este giro, es el tono de aquella melancol¨ªa primaria, m¨¢s l¨²cida hoy en esa conciencia escenificada de una realidad irreductible al lenguaje, pero mucho m¨¢s ¨ªntimamente emocionante -y en ese sentido, la sobrecogedora sensualidad del color, que el ¨²ltimo Usl¨¦ alcanza, resulta decisiva- en la exaltada visi¨®n de lo m¨²ltiple con que estas telas despiertan una y otra vez, aqu¨ª y all¨¢, girones de lo inefable.
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