Amato liga su continuidad a la venta de las empresas p¨²blicas, clave de la 'partitocracia' italiana
El socialista Giuliano Amato, presidente del Gobierno italiano, afirm¨® ayer, al pedir la confianza del Congreso de los Diputados, que su continuidad como primer ministro resultar¨¢ imposible si los partidos no le permiten privatizar un enorme sector p¨²blico, que es uno de los pilares de un sistema pol¨ªtico calificado de partitocr¨¢tico. Entre maniobras y vacilaciones, en medio del temporal desatado por las denuncias de corrupci¨®n, los partidos de la mayor¨ªa se orientaban a renovar su confianza en su primer ministro, pero con la amenaza expl¨ªcita de que no le permitir¨¢n realizar sus planes. De la votaci¨®n prevista para hoy podr¨ªa salir, pues, un Gobierno sin fuerzas para relanzarse, pero tambi¨¦n sin fuerzas para morir definitivamente.
La Democracia Cristiana (DC) y el Partido Socialista Italiano (PSI), las dos principales formaciones pol¨ªticas de las cuatro que apoyan al Gobierno, anunciaron ayer que votar¨ªan a favor de la moci¨®n de confianza. Fueron tambi¨¦n estos partidos los que con sus cr¨ªticas a la peque?a remodelaci¨®n del pasado domingo provocaron que Amato se sintiera lo suficientemente inseguro como para volver por tercera vez en un mes a medir sus fuerzas en el Parlamento.La DC, tras una reuni¨®n restringida de su direcci¨®n, asegur¨® adem¨¢s que apoyar¨¢ la creaci¨®n del Ministerio de las Privatizaciones, una cartera que s¨®lo existe en algunos de los pa¨ªses del Este en transici¨®n hacia el capitalismo. Amato decidi¨® crear dicho departamento en el marco de la ¨²ltima remodelaci¨®n para contrarrestar al ministro de Industria, Giuseppe Guarino, opuesto a las privatizaciones, que se neg¨® a presentar la dimisi¨®n que se le ped¨ªa y exhibi¨® suficientes apoyos como para impedir su destituci¨®n.
Otras declaraciones arrojan, sin embargo, una gran incertidumbre sobre la posici¨®n democristiana en torno a este pol¨¦mico asunto. Notables del partido, como Paolo Cirino Pomicino, uno de los implicados en el esc¨¢ndalo de las comisiones ilegales y fiel de Giulio Andreotti, han afirmado que consideran anticonstitucional el decreto de creaci¨®n del Ministerio de las Privatizaciones y que se opondr¨¢n a que sea aprobado por el Parlamento.
El propio Mino Martinazzoli, secretario general de la DC, ha advertido que "las privatizaciones tendr¨¢n que hacerse mediante decisiones colegiales del Gobierno". La frase resume el sentimiento mayoritario de su partido, en contra de la pretensi¨®n de Amato de marginar del tema al ministro Guarino.
Dentro del PSI, la oposici¨®n a las privatizaciones es tambi¨¦n fuerte. Prueba de ello es que mientras negociaba el voto favorable del PSI para el Gobierno Amato haya prometido a los diputados socialistas una ley que distinga entre los que han cogido dinero ilegalmente para el partido y los que han robado para s¨ª mismos. La derecha del partido, y sobre todo su ex l¨ªder Bettino Craxi, sobre cuyo procesamiento el Parlamento se pronunciar¨¢ el pr¨®ximo martes, son muy sensibles a este argumento. La izquierda ha condicionado, en cambio, su voto de confianza a una correcci¨®n de la pol¨ªtica en un "sentido social" y de promoci¨®n del empleo que casa mal con el plan de privatizaciones.
Desde una perspectiva contraria, condiciona su voto de confianza el Partido Liberal Italiano (PLI), que es el ¨²nico favorable a las privatizaciones. La gran oposici¨®n a este plan viene de la izquierda, sobre todo de los restos del Partido Comunista Italiano (PCI), hoy de la Izquierda (Parido Democr¨¢tico de la Izquierda, PDS).
La pretensi¨®n de vender el sector p¨²blico enfrenta, pues, a Amato con casi todo el Parlamento, incluido su propio partido, y ello es l¨®gico dada la funci¨®n pol¨ªtica esencial que esas empresas han jugado en la ¨²ltima d¨¦cada.
Sistema de corrupci¨®n
La llamada partitocracia y el sistema de corrupci¨®n espec¨ªfico derivado de ella se apoyan en dos bases que diferencian al sistema italiano de cualquier otro: el sector p¨²blico representa m¨¢s del 50% de la industria en t¨¦rminos de empleo, adem¨¢s de la casi totalidad de la banca y una buena parte del sector de servicios. Ese gigante, solo parangonable al sector estatal de los antiguos pa¨ªses del Este, ha estado repartido entre los partidos del Gobierno con la complicidad de los comunistas, que desde finales de los setenta apoyaron desde fuera al Gabinete.De ah¨ª la amplitud alcanzada por la econom¨ªa negra de los partidos: la capacidad de ¨¦stos de obtener financiaci¨®n ilegal no s¨®lo derivaba de su control sobre la demanda de la Administraci¨®n, sino del hecho de que controlaran tambi¨¦n la demanda de las empresas p¨²blicas. Las investigaciones de estos d¨ªas est¨¢n poniendo al descubierto c¨®mo las grandes operaciones de grupos estatales, como el petrolero ENI o el el¨¦ctrico ENEL, generaban la mordida en las finanzas p¨²blicas, y la empresa estatal es la causa primaria del d¨¦ficit. Del plan de privatizaciones depende la credibilidad internacional del Gobierno, y la ca¨ªda en picado que la lira ha registrado estos d¨ªas demuestra que su argumento es exacto.
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