Mil enterradores de la sardina reclaman la calle para la celebraci¨®n de las fiestas de la ciudad
El deslucido carnaval de 1993 pas¨® ayer a mejor vida. El alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa Alvarez del Manzano, remat¨® as¨ª su saludo a los c¨®frades M entierro de la sardina: "Que sirva para que permanezca el esp¨ªritu alegre de la ciudad". Paloma Almudena, que no hab¨ªan escuchado sus palabras, se?alaban irritadas que el Ayuntamiento del PP "impide la juerga en la calle y la programa dentro de locales". Como ellas, muchos enterradores reclamaron la calle para la fiesta.
Otras dos viudas, que asisten desde hace ocho a?os al entierro, a?oraban el final de los anteriores desfiles de carnaval, cuando se organizaba un baile en Cibeles, o los autobuses gratuitos que pon¨ªa el Ayunta miento, a disposici¨®n de los celebrantes del entierro para inhumar la sardina en la plaza Mayor. "No es una cuesti¨®n de presupuesto", concluyen, "sino de dejar que la gente se divierta. Los vecinos de Centro tienen el privilegio de vivir all¨ª; que asuman la contrapartida de sufrir tres fiestas al a?o".Los prebostes y n¨²meros de la Alegre Cofrad¨ªa del Entierro de la Sardina no estaban ayer para juzgar la pol¨ªtica cultural y festiva municipal. Los 120 miembros de la cofrad¨ªa dedican todos los a?os el mi¨¦rcoles de carnaval a salir a media ma?ana a tomar "chatazos" de vino y sardinas asadas, se pasan por el Ayuntamiento, donde les recibe el alcalde, y despu¨¦s organizan un almuerzo fraterno, bien regado, y siguen mojando el gaznate durante el entierro, seg¨²n explicaban ayer tres engalanados enterradores, Pedro, Juli¨¢n y Jos¨¦, con cerca de 30 a?os de tradici¨®n sardinera a sus espaldas.
Y as¨ª, la catarsis colectiva de esta fiesta pagana se reprodujo un a?o m¨¢s. Llantos, desgarros y p¨¦sames, pero tambi¨¦n bailes y ritmo de charangas se sucedieron en el cortejo, que sali¨® desde la antigua pradera del Corregidor, para llegar a la Fuente de los Pajaritos, en la Casa de Campo, donde se entierra al pececillo, s¨ªmbolo de la Cuaresma.
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