"Rezar y bajar, rezar y bajar"
Una espa?ola y su hijo escaparon al infierno del rascacielos bajo el que estall¨® la bomba
M¨¢s de dos horas y media tardaron Ver¨®nica y Milagros en recorrer la infernal red de escaleras y pasillos que separan el piso 51 de las torres gemelas, donde fueron sorprendidas el viernes por la brutal explosi¨®n, y la calle de- Liberty, adonde llegaron exhaustas, aterrorizadas e hist¨¦ricas, pero felices de haber salido con ¨¦xito de aquel laberinto mortal. Los fallos en el sistema de seguridad convirtieron en un infierno la evacuaci¨®n del edificio.
"La escalera estaba llena de gente. Cab¨ªan cuatro personas en lo ancho del pasadizo. No era f¨¢cil bajar porque algunos se paraban, rendidos por el agotamiento, y otros se pon¨ªan vomitar. A., un se?or que iba en el grupo en el que est¨¢bamos nosotras le dio un ataque al coraz¨®n, y una mujer que estaba embarazada se sent¨® en un pelda?o cuando empez¨® a sentir convulsiones. Yo lo ¨²nico que hac¨ªa era rezar y bajar, rezar y bajar. Casi todo el mundo estaba rezando. Yo escuchaba c¨®mo muchas personas dec¨ªan el padrenuestro, en ingl¨¦s y en espa?ol", recuerda Milagros S¨¢nchez, una chilena que trabaja en una de las oficinas del edificio."Una miraba hacia todos los lados y no ve¨ªa m¨¢s que humo, humo, humo.... Cre¨ª que ah¨ª mor¨ªamos todos, cre¨ª que era el fin"', recuerda, todav¨ªa con l¨¢grimas en los ojos, Ver¨®nica Stauffenberg, espa?ola de Madrid, de 45 a?os, que hab¨ªa ido por cinco d¨ªas a Nueva York para hacer unas compras y para ense?arle a su hijo Sebasti¨¢n, de siete a?os, el escenario aut¨¦ntico de la pel¨ªcula Solo en casa II.
Desgraciadamente, tuvo la idea de llevar a su hijo con ella cuando ese fat¨ªdico viernes se le ocurri¨® ir a recoger a su amiga Milagros a la oficina y, de paso, ense?arle a Sebasti¨¢n la perspectiva desde el edificio m¨¢s alto de Nueva York. "Cuando empez¨® tcodo", cuenta Ver¨®nica, "el ni?o se lo tom¨® como una aventura. Pero despu¨¦s, cuando empezamos a bajar y bajar sin saber hacia d¨®nde ni por qu¨¦, se puso a llorar y me repet¨ªa: "Mam¨¢ no me quiero morir aqu¨ª".
En un momento de la odisea, el humo era tan espeso que Ver¨®nica ten¨ªa miedo de que el ni?o se asfixiase. Recurri¨® entonces a lo primero que encontr¨® para ayudarle: se quit¨® la blusa de seda con la que iba elegantemente vestida esa ma?ana, la moj¨® en uno de los charcos de agua derramada por las garrafas y los vasos (le las oficinas y la puso sobre el rostro del peque?o, que pudo as¨ª llegar sano y salvo hasta el final (le aquel siniestro recorrido.
En el edificio del World Trade Center no tiene oficinas ninguna, firma privada o estatal espa?ola. Aunque es un lugar de visita obligada para los cientos de turistas espa?oles que visitan Nueva York a diario, el Consulado de Espa?a en esa ciudad no ha registrado hasta el momento ning¨²n ciudadano de esa nacionalidad entre el millar de heridos.
Ni Milagros ni Ver¨®nica, desde luego, olvidar¨¢n nunca la experiencia vivida all¨ª. Ambas se quejan de las condiciones de seguridad del que se supon¨ªa era uno de los edificios con mejores sistemas de protecci¨®n del mundo. "Fue algo horroroso", dice Milagros. "Ning¨²n sistema de emergencia funcion¨®, no se escuchaban instrucciones por ning¨²n altavoz, algunas puertas que daban a las escaleras de emergencia estaban cerradas".
Ver¨®nica a?ade que "lo m¨¢s angustioso de todo era no saber qu¨¦ hacer, que no hubiese nadie que te dijera hacia d¨®nde tienes que ir o a d¨®nde no tienes que ir". "Al llegar al piso 19, ya agotadas", contin¨²a Ver¨®nica, "alguien, al vernos con el ni?o, nos meti¨® a descansar en una especie de despacho que hab¨ªa all¨ª, que no ten¨ªa moqueta y donde no hab¨ªa tanto humo. All¨ª, al mirar desde una ventana y ver la gente que se amontonaba en la calle y los coches de bomberos entrando y saliendo, pens¨¦ en tirarme".
Tanto Ver¨®nica como Milagros se sienten como si hubieran vuelto a nacer. Ambas dicen que desde el primer momento supieron que aquella explosi¨®n s¨®lo pod¨ªa haber sido provocada por una bomba. "Siempre hab¨ªa pensado en la posibilidad de un atentado aqu¨ª; con toda la cantidad de gente que pasa por este sitio, es el lugar perfecto", cree Milagros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.