S¨ªntesis en el espejo
No conozco, entre nuestros artistas actuales, a otro que, como Manolo Quejido, haya vivido su trayectoria creativa como algo tan estrictamente sujeto a un esquema en el que todo se encuentra relacionado, puzzle laber¨ªntico en el que la pluralidad esconde un mapa estrat¨¦gicamente delineado, que proyecta incluso hacia el futuro, determin¨¢ndola, la tarea del artista. Tanto m¨¢s parad¨®jico en sus inicios, pues dif¨ªcilmente resultaba previsible en un creador que se caracterizaba por una compulsiva dispersi¨®n ecl¨¦ctica, el h¨¢bito de ese plan globalizador ha ido invirtiendo los t¨¦rminos, hasta desembocar, con el ¨²ltimo Quejido, en un discurso conceptual progresivamente concentrado en torno a una serie de arquetipos fundamentales acu?ados en el devenir de su trayectoria.De alg¨²n modo esta exposici¨®n -que sirve de presentaci¨®n a una nueva galer¨ªa madrile?a- es prolongaci¨®n de la que Quejido nos ofreci¨® la pasada temporada. En una ¨ªntima relaci¨®n, ambas juegan sobre una doble tr¨ªada de medios (pintura, escultura y grabado) y autorreferencias emblem¨¢ticas (pensamientos, mec¨¢grafas y arquetipos del ajedrez). De una a otra se reduce, en raz¨®n del espacio, el n¨²mero de piezas; pero se acent¨²a, en cambio, el car¨¢cter de instalaci¨®n que teje, bajo una lectura integral, el sentido del conjunto.
Manolo Quejido
Galer¨ªa Ginkgo. Doctor Fourquet, 8.Madrid. Hasta el 20 de marzo.
Concentraci¨®n
Ah¨ª se centra el inter¨¦s de esta apuesta, que funde en una s¨ªntesis de extra?a concentraci¨®n energ¨¦tica esa mirada que el artista repliega, una vez m¨¢s, sobre determinadas estancias obsesivas de su propia memoria. En un cierto sentido, ello nos evoca aquel juego, ir¨®nico y esclarecedor, que Duchamp establecer¨ªa con su "bote en valise", gesto desacralizador que rompe el aura de sus obras fundamentales, a trav¨¦s de una especie de museo de bolsillo, que desplaza el acento hacia el gesto que cada una de ellas implica y el discurso global que entre todas integran. Sin embargo, no estoy ya tan seguro de que el caso que nos ocupa no se sienta tentado, al contrario, por alguna suerte de mitificaci¨®n de sus emblemas vertebrales.En su gusto por los gui?os velazque?os, Quejido centra en uno de los lienzos mayores de la muestra, titulado C¨¢mara, la clave esc¨¦nica del conjunto. El objetivo y la mirada frontal del c¨¢mara act¨²an como un espejo que fija en una imagen mental esa estancia mnem¨®nica con la que Quejido se autorrepresenta. Simula quedar as¨ª, en una de sus caracter¨ªsticas paradojas, el retratista retratado, el cazador cazado. Pero, ?queda tambi¨¦n -en su progresiva concentraci¨®n hacia una s¨ªntesis recurrente- atrapado por sus propios fantasmas? S¨®lo el devenir de ese plan que prev¨¦, escrupulosamente, los pasos a seguir en este juego nos lo dir¨¢.
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