La ¨²ltima superviviente del cine mudo
Ten¨ªa cuatro a?os m¨¢s que el siglo -seg¨²n las enciclopedias, pero tres m¨¢s seg¨²n sus allegados- y hasta hace bien poco a¨²n deslumbraba con la fortaleza de su memoria prodigiosa a muchos que ya no se acordaban de su nombre. Su presencia en Cannes-87, en la presentaci¨®n de Las ballenas de agosto, de Lindsay Anderson -su ¨²ltimo trabajo en cine-, filme en el que se permit¨ªa el lujo de hacer de hermana menor de una Bette Davis casi 10 a?os m¨¢s joven que ella, despert¨® un revuelo similar a los que la actriz todav¨ªa recordaba, cuando era una de las divas m¨¢s solicitadas de un Hollywood que todav¨ªa ol¨ªa a vacas y a esti¨¦rcol, y en el que las org¨ªas y los esc¨¢ndalos eran el pan de cada d¨ªa.Lillian De Guiche, Gish ya para siempre en la historia de un arte tan viejo -o tan joven- como ella, era hasta anteayer mismo, cuando muri¨® en la ciudad en que resid¨ªa desde hace a?os, Nueva York, la ¨²nica superviviente de ese periodo dorado en el cual el cinemat¨®grafo americano todav¨ªa no sab¨ªa hablar. Naci¨® en Springfield, Ohio, pero muy pronto comenz¨® su dilatada carrera teatral y cinematogr¨¢fica representando papeles de ni?a en melodramas tremebundos. Diferentes, no obstante, a los que le dar¨ªan gloria a?os m¨¢s tarde a las ¨®rdenes de su descubridor, David Wark Griffith, el mismo muerto hace ya 45 a?os. Su encuentro con el gran innovador del cine norteamericano de los or¨ªgenes tuvo lugar en 1912, a?o en que trabajar¨ªa, junto a su hermana Dorothy, en uno de los filmes que marcaron el origen del cine criminal y el de su propia carrera: The musquetier of pig alley.
Tanto Dorothy como ella -o Mary Pickford, o Mae Marx- representaban, a los ojos del director sure?o y sudista, el ideal de la mujer et¨¦rea, fr¨¢gil ni?a eterna capaz de soportar, no obstante, terribles males sin nombre. S¨ªmbolo de la virginidad amenazada, El nacimiento de una naci¨®n marc¨® desde 1915, y para siempre, su arquetipo m¨¢s habitual, y la hizo la hero¨ªna griffithiana por excelencia, hasta el punto que ni siquiera ella misma se enga?¨® sobre su deuda con el genial cineasta: no en vano titul¨® sus memorias, aparecidas en 1969, The movies, mister Griffith and me.
"Con Griffith no se pregunta"
Con mister Griffith nunca se hac¨ªan preguntas; uno se contentaba con responder a las suyas", cuenta en sus memorias. Y tal vez porque se cans¨® de responderle, se separ¨® de ¨¦l en los primeros a?os veinte, despu¨¦s incluso de dirigir un ¨²nico filme, Remodelling her husband (1920), interpretado, como no, por la inseparable Dorothy.Artista a sueldo de la Metro Goldwyn Mayer, donde gan¨® fortunas, Lillian Gish trabaj¨® all¨ª junto a los grandes directores que sobrevivieron al paso del mudo al sonoro, como Henri King o King Vidor. Pero es m¨¢s recordada por su trabajo para el sueco Victor Sj¨¹ostrom en El viento (1928), la ¨²ltima obra maestra de un arte, el silente, ya entonces condenado a muerte.
Como muchas actrices y actores del mudo, Gish soport¨® mal la revoluci¨®n del sonoro. Su rostro de otro tiempo parec¨ªa caduco. Retirada provisionalmente del cine en 1934, se refugi¨® en el teatro donde realiz¨® memorables trabajos, y en los cuarenta regres¨® a la pantalla, casi siempre en papeles de secundaria madura y de gran coraje. As¨ª se la recuerda en Duelo al sol (1947), de K¨ªng Vidor, y as¨ª qued¨® fijada igualmente para siempre en la historia del cine por su trabajo en La noche del cazador.
Tambi¨¦n debi¨® Gish a El viento la ocasi¨®n de realizar el que tal vez sea su mejor trabajo en el sonoro. Ella se lo cont¨® as¨ª a Kevin Brownlow: en 1955, el actor Charles Laughton preparaba el que fue su ¨²nico film como director, protagonizado por un c¨ªnico, criminal Robert Mitchum en la cima de su fama. "Es una figurita de porcelana", dijo el actor cuando Laughton se la present¨®. ?ste le hizo ver El viento, y un Mitchum que nada sab¨ªa de Gish, de su genio, su temperamento, su legendaria sabidur¨ªa para eclipsar a quien quisiera hacerle sombra, se rendi¨® ante la evidencia. Esa mujer era una de las mejores actrices que hab¨ªa visto en su vida. La figurita de porcelana hab¨ªa robado el coraz¨®n del villano m¨¢s malvado que haya aparecido nunca en un filme del Hollywood cl¨¢sico.
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