Inflaci¨®n y paro
Considera el articulista que en un periodo electoral como en el que nos encontramos, los partidos pol¨ªticos que compiten para ser elegidos por los votantes se est¨¢n planteando c¨®mo hacer frente a los problemas econ¨®micos m¨¢s importantes y, especialmente, al m¨¢s grave de todos: la elevada tasa de paro.
En este contexto preelectoral se han o¨ªdo voces en favor de tina pol¨ªtica un poco m¨¢s expansionista que, a costa de generar un poco m¨¢s de inflaci¨®n, consiga que el crecimiento del paro se detenga o, al menos, se ralentice. Por otro lado, se han escuchado opiniones contrarias advirtiendo que el paro no se reducir¨¢ si antes no se han controlado los costes salariales y la inflaci¨®n, y se ha detenido el creciente deterioro de nuestra competitividad.Sin intentar, en modo alguno, entrar en esta pol¨¦mica, voy a avanzar algunas ideas que ayuden a centrar, en mayor medida, el debate sobre el paro.
En primer lugar, conviene mantener cierta sana incredulidad respecto de las cifras de la encuesta de poblaci¨®n activa (EPA), ya que parte de las contestaciones que hacen los encuestados pudieran ser falsas. Parece realmente incre¨ªble que la EPA arroje 700.000 parados m¨¢s que la cifra de paro registrado del mismo periodo. Es muy probable que el n¨²mero real de parados est¨¦ m¨¢s cerca de la cifra del registro que la de la encuesta.
Paro de equilibrio
Lo segundo que conviene explicar en relaci¨®n con el binomio inflaci¨®n-paro es que existe en cada pa¨ªs un nivel de paro llamado de equilibrio que es consistente con una tabla estable de inflaci¨®n. La explicaci¨®n es sencilla. Si el paro es muy reducido, la inflaci¨®n tender¨¢ a aumentar, ya que, de un lado, a los empresarios les ser¨¢ m¨¢s dificil cubrir sus puestos de trabajo vacantes e intentar¨¢n atraer a los pocos parados que quedan y a otros ya empleados pagando salarios m¨¢s elevados y, de otro, los sindicatos tendr¨¢n menor resistencia empresarial al presionar por salarios m¨¢s altos. Si el paro es muy elevado, la inflaci¨®n tender¨¢ a ser m¨¢s estable, ya que los empresarios tendr¨¢n una mayor posibilidad de elecci¨®n entre los numerosos parados y los sindicatos tender¨¢n a ser menos agresivos.
La tasa de inflaci¨®n s¨®lo alcanza una situaci¨®n estable cuando el salario real que demandan los trabajadores (deflactado por el IPC) es el mismo que aceptan los empresarios (deflactado por el deflactor del PIB), y la variable que hace que ambos coincidan es el nivel de paro de equilibrio.
Ahora bien, que ese nivel de paro de equilibrio, consistente con una inflaci¨®n estable, sea m¨¢s o menos elevado depende de una serie de factores estructurales que determinan su nivel a medio y largo plazo y de factores c¨ªclicos que, temporalmente, lo elevan o reducen respecto de su nivel estructural.
A lo largo de la historia los economistas cl¨¢sicos y neocl¨¢sicos han enfatizado los factores estructurales o de oferta como los determinantes fundamentales del nivel de paro, mientras que los economistas keynesianos se han inclinado en mayor medida por los factores c¨ªclicos de demanda como principales causantes.
En el caso de Espa?a, el nivel actual de paro es tan elevado que, sin duda, tiene que tener componentes estructurales o cl¨¢sicos y c¨ªclicos y keynesianos que lo al?mentan. Es indiscutible que el proceso desinflacionista que ha experimentado la econom¨ªa espa?ola. en los ¨²ltimos a?os, desde cerca de un 30% en 1976, hasta el 5% actual, ha tenido efectos negativos en el nivel de paro por el lado (le la demanda, y que estos efectos s¨®lo se han compensado con un mayor crecimiento, entre 1986 y 1990, impulsado por el crecimiento (le la demanda Interna. Es decir, que el componente keynesiano ha sido relevante. Por ello se pregunta mucha gente si este nivel actual podr¨ªa ser m¨¢s bajo si, teniendo un margen de maniobra presupuestaria, se llevase a cabo una moderada expansi¨®n fiscal, especialmente centrada en mayores gastos p¨²blicos en inversi¨®n y en menores ingresos derivados de una pol¨ªtica de exenciones fiscales a la inversi¨®n productiva privada o bien se redujesen los tipos de inter¨¦s. Pero, desgraciadamente, la pol¨ªtica fiscal no cumpli¨®, en su d¨ªa con su deber de estabilizar la econom¨ªa siendo m¨¢s restrictiva. en los a?os de auge y equilibrando las cuentas p¨²blicas para ahora, en tiempos de recesi¨®n, poder ser rn¨¢s expansiva y aliviar la recesi¨®n y el paro. El ¨²nico margen que tiene hoy la pol¨ªtica fiscal es convertir gasto corriente en gasto de inversi¨®n, sin aumentar el gasto total. La expansi¨®n v¨ªa reducci¨®n de tipos de inter¨¦s tambi¨¦n se ve limitada por el mantenimiento de la peseta en el SME, por la pol¨ªtica de tipos de inter¨¦s alemanes y por la ausencia de moderaci¨®n salarial.
Sin embargo, la realidad ha demostrado que debido a problemas estructurales e institucionales la oferta laboral no ha sabido o podido adaptarse a los movimientos del ciclo econ¨®mico, es decir, que existe un, alto componente cl¨¢sico en el nivel actual de paro.
El resultado de estas rigideces ha sido que nuestro empleo no ha aumentado en la misma proporci¨®n que el PIB en la fase (le auge y ha ca¨ªdo en mayor medida que el PIB en la fase de recesi¨®n, y que el proceso de desinflaci¨®n espa?ol ha generado mucho m¨¢s paro en nuestro pa¨ªs que en nuestros vecinos europeos. La prueba de ello es que en el momento m¨¢s ¨¢lgido del ciclo nuestro nivel de paro se mantuvo en el 16%. Esto indica que nuestro nivel actual de paro en equilibrio ronda ese porcentaje.
Existen varios tipos de explicaciones sobre los efectos de la rigidez de la oferta sobre el paro. Una de ellas ha subrayado la existencia de choques de oferta, como los energ¨¦ticos, asociados con la rigidez de nuestros salarios reales. Esta explicaci¨®n ha sido v¨¢lida para nuestro nivel de paro en los periodos de las dos crisis energ¨¦ticas. Otra es la existencia de cambios estructurales entre los sectores productivos que hacen que la mano de obra tenga que ser reasignada entre unos sectores y otros, lo que crea paro friccional. La evidencia emp¨ªrica espa?ola muestra que la ca¨ªda del empleo agr¨ªcola e industrial y el crecimiento del de los servicios han explicado tambi¨¦n una parte del nivel actual. Otra explicaci¨®n parcial es el aumento de la brecha entre el coste laboral para el empresario y el salario en mano del trabajador, que se debe, bien a que la productividad de la mano de obra se reduce, o a que aumentan los costes no salariales, como los de la Seguridad Social y !os impuestos. Esta brecha fiscal ha aumentado notablemente en Espa?a y es m¨¢s elevada que en otros pa¨ªses de la CE.
Tres teor¨ªas b¨¢sicas
Otros an¨¢lisis se basan en la existencia, en nuestro mercado laboral, de una hist¨¦resis o autoalimentaci¨®n que hace que el nivel de paro actual sea una consecuencia del paro pasado y que el paro de equilibrio se acerque cada vez m¨¢s al paro actual. Existen tres teor¨ªas b¨¢sicas sobre la existencia de una hist¨¦resis. La primera tiene que ver con el capital f¨ªsico. La baja inversi¨®n y la desacumulaci¨®n de capital reducen las reservas de capacidad instalada y, por tanto, la demanda de trabajo. Esto explica en parte el aumento del paro en el periodo de la transici¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica que va desde 1976 hasta 1984, coincidente con dos crisis energ¨¦ticas y con una fuerte ca¨ªda de la inversi¨®n y reducci¨®n de la capacidad instalada por la reconversi¨®n industrial.
La segunda tiene que ver con el capital humano. Los trabajadores que no est¨¢n ocupados pierden poco a poco su cualificaci¨®n y, conforme el paro es de mayor duraci¨®n, llega un momento que, aunque est¨¢n parados, no tienen ninguna posibilidad de encontrar empleo y dejan de buscarlo, con lo que reduce la efectividad de la oferta laboral. Otra evidencia obtenida en Espa?a es que las primas salariales que pagan los empresarios no est¨¢n dirigidas a compensar los diferenciales para los puestos de trabajo m¨¢s desagradables o arriesgados, sino para mantener o atraer a los trabajadores m¨¢s productivos en lugar de dar empleo a otros trabajadores de coste menor, ya que sus diferencias de cualificaci¨®n son muy elevadas, lo que hace que el poder del paro para reducir la inflaci¨®n disminuya. Adem¨¢s, en nuestro pa¨ªs el paro de larga duraci¨®n es el m¨¢s alto de Europa, no s¨®lo por las diferencias de capital humano o formaci¨®n entre los empleados y los parados, sino tambi¨¦n porque la cobertura individual de los parados ha sido generosa: el subsidio de paro est¨¢ muy cerca del salario que percibe el empleado y dura m¨¢s tiempo que en otros pa¨ªses.
La tercera tiene que ver con la diferencia entre los que est¨¢n empleados (los de dentro o insiders) y los que est¨¢n parados o con empleo precario (los de fuera o outsiders) a la hora de negociar los salarios. Los de dentro s¨®lo se preocupan de su puesto de trabajo y no de los parados y, por tanto, sus reivindicaciones salariales no tienen nada que ver con el nivel de paro. Aunque los empleados vayan reduci¨¦ndose en n¨²mero y los parados aumentando, la presi¨®n salarial, independiente de los primeros, hace que los nuevos y m¨¢s altos niveles de paro se vayan convirtiendo en paro de equilibrio. Los estudios que se han hecho en Espa?a demuestran que la negociaci¨®n salarial de cada sector est¨¢ m¨¢s determinada por el nivel relativo de salarios de otros sectores que por la productividad de cada sector y por su nivel de paro, lo que hace que existan sectores altamente inflacionistas, especialmente los servicios, y que al mismo tiempo aumente el paro. De la misma forma existe tambi¨¦n una relaci¨®n de insider-outsider entre los trabajadores de contrato indefinido y los de contrato temporal, que hace que cuanto m¨¢s aumenta el volumen de contratados temporales m¨¢s aumente el salario de los indefinidos y la brecha salarial para el mismo trabajo. Es decir, tenemos un mercado laboral crecientemente dual, y ello deriva de que los contratos fijos son demasiado fijos, ya que los costes (reales, que no legales) de despido son los m¨¢s altos de Europa, y los contratos temporales, demasiado temporales. Al final la relaci¨®n coste-productividad es la que se deteriora, con un resultado de menor competitividad y mayor paro.
Movilidad funcional
Tambi¨¦n existen las rigideces derivadas de la falta de movilidad de la mano de obra, que puede considerarse como una explicaci¨®n adicional de la hist¨¦resis. La movilidad funcional dentro de la empresa se ve reducida por las viejas ordenanzas laborales, que a¨²n subsisten en buena parte de los sectores productivos sin que se hayan mejorado a trav¨¦s de los convenios colectivos. La movilidad territorial en nuestro pa¨ªs, aunque responde correctamente a los diferenciales de salarios, es muy baja y se ha venido reduciendo. Esto no s¨®lo se debe a problemas de regulaci¨®n laboral y de obtenci¨®n de viviendas en alquiler, sino tambi¨¦n a la ampliaci¨®n de la cobertura de desempleo y a un amplio fraude en el desempleo y la Seguridad Social en muchas regiones espa?olas.
Por ¨²ltimo, en el contexto del Mercado ¨²nico y del Tratado de Maastricht, nuestro nivel de paro en equilibrio puede incluso crecer si, por un lado, se van armonizando los salarios y las condiciones de trabajo por la conformaci¨®n de una Europa social, mientras que, por otro, subsisten las diferencias de productividad y, finalmente, la emigraci¨®n neta sigue siendo m¨ªnima.
En conclusi¨®n, en la explicaci¨®n del alto nivel de paro espa?ol coexisten tal cantidad compleja de elementos estructurales, institucionales y tecnol¨®gicos que hacen que con el manejo de la demanda agregada s¨®lo se consigan unos efectos parciales, ya que parte de ella se filtra hacia la inflaci¨®n y las importaciones en lugar de crear empleo. Esto no quiere decir que no se deba utilizar para reducir el paro keynesiano siempre que sea factible, pero cada vez se hace m¨¢s urgente plantearse las reformas estructurales e institucionales necesarias para reducir el nivel de paro de equilibrio.
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