Los motivos, pol¨ªticos, del desacuerdo
Un pacto entre los interlocutores sociales o con el Gobierno es imposible antes de las elecciones
"La piscina ya no tiene agua", dijo un dirigente de Comisiones Obreras en la ¨²ltima reuni¨®n de su consejo confederal. En otras palabras, un pacto entre el Gobierno y los sindicatos es ya imposible. Ni el aumento del paro ni la hip¨®tesis de que el clima de desacuerdo favorezca las expectativas electorales del Partido Popular han incitado al entendimiento. Al contrario, eso aleja a¨²n m¨¢s las posiciones: UGT no est¨¢ dispuesta a "salir en la foto" de un acuerdo con el Gobierno antes de las elecciones, y CC OO, aunque cualificados sectores de su direcci¨®n no lo aprueben del todo, no se arriesga a romper la unidad de acci¨®n con iniciativas negociadoras."En las condiciones actuales, un pacto de rentas no es posible ni conveniente" dice Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur, el dirigente que junto a Nicol¨¢s Redondo m¨¢s influye en estos momentos en las posiciones de UGT. "El Gobierno est¨¢ haciendo puro electoralismo con sus propuestas de pacto", a?ade. "No quieren cambiar nada. S¨®lo pretenden conseguir esa foto que les vendr¨ªa bien para ganar las elecciones".
A la v¨ªa del entendimiento, UGT contrapone la demanda de ese cambio sustancial de la pol¨ªtica econ¨®mica que el Gobierno ya ha rechazado: un presupuesto m¨¢s expansivo y menores tipos de inter¨¦s. Pero pide ese giro radical sin mencionar, como eventual contrapartida, la moderaci¨®n salarial que todos reclaman a las centrales. Algo que algunos sindicatos en Europa estar¨ªan dispuestos a aceptar, como ha ocurrido en Italia, a cambio de una pol¨ªtica que favorezca. la creaci¨®n de puestos de trabajo.
Las dudas de CC OO
Con matices no sustanciales CC OO coincide con los planteamientos de UGT. Pero algunos dirigentes de la central que lidera Antonio Guti¨¦rrez habr¨ªan sido partidarios de una posici¨®n m¨¢s abierta hacia el Gobierno. Sin ceder en lo que ser¨ªa su ¨²ltimo argumento de fuerza en una negociaci¨®n, es decir, las reivind¨ªcaciones salariales, (un crecimiento medio en torno al 7% frente al 2,3% demandado por la CEOE), la idea de iniciar un di¨¢logo se hab¨ªa ido abriendo paso en la mente del secretario general de CC OO tras la huelga general del 28 de mayo. El que s¨®lo fuera seguida por un tercio de los asalariados ven¨ªa a demostrar, para algunos, que la capacidad de movilizaci¨®n sindical era menor de lo que ellos mismos esperaban.
La imposibilidad de convocar una segunda huelga general en esas condiciones y la recesi¨®n econ¨®mica provocaron ese cambio de actitud: la inflexibilidad de las posiciones del Gobierno tampoco han favorecido que se haya traducido en nada concreto. En todo caso, se trata de una actitud fundamentalmente t¨¢ctica. No hay grandes diferencias ideol¨®gicas con UGT: adem¨¢s en el sindicalismo de base la situaci¨®n es la contraria: en general, aunque hay muchas excepciones, en las empresas los duros son los de Comisiones y los moderados los de UGT.
"Algunos, y no somos pocos, todav¨ªa pensamos que es oportuno un cierto entendimiento con el Gobierno" dice Juli¨¢n Ariza, dirigente de CC OO y miembro de la Comisi¨®n Federal del, PSOE. Pero m¨¢s que la oposici¨®n del sector duro del sindicato, encabezado por el antiguo secretario general, Marcelino Camacho, y por Agust¨ªn Moreno, y que las eventuales presiones de Izquierda Unida, ha sido la necesidad de mantener la unidad de acci¨®n con UGT, el. peligro de quedarse aislada en una posici¨®n dialogante, lo que ha impedido que esa v¨ªa se abra paso. A principios de febrero, esa tensi¨®n se hizo patente: el d¨ªa 3, Antonio Guti¨¦rrez aseguraba estar dispuesto a discutir con el Gobierno una reforma global del mercado de trabajo: es decir, tambi¨¦n la eventual eliminaci¨®n. de la autorizaci¨®n administrativa para las regulaciones de empleo, uno de los puntos cruciales del enfrentamiento.
Venticuatro horas despu¨¦s y tras una reuni¨®n con Nicol¨¢s Redondo, el secretario general de CC OO cambiaba radicalmente de posici¨®n: la hipot¨¦tica. negociaci¨®n quedaba aplazada sine die. Ese mismo d¨ªa, Agust¨ªn Moreno hab¨ªa sugerido la posibilidad de una huelga general si el Gobierno suprim¨ªa el conflictivo tr¨¢mite. En su opini¨®n, un mill¨®n de puestos de trabajo se ver¨ªan implicados por la medida. Pero las cifras oficiales indican que en 1991 ese supuesto s¨®lo hab¨ªa afectado a 68.000 trabajadores (15.000 en empresas de m¨¢s de quinientos) del total de m¨¢s de 300.000 despidos que en ese periodo se hab¨ªan producido. Hasta los an¨¢lisis estad¨ªsticos son irreconciliables.
El giro social
Restablecida, en torno a las posiciones de UGT, la unidad sindical, las centrales exigen un cambio sustancial de la pol¨ªtica econ¨®mica. Lo piden hace a?os. Pero ahora el acento no se pone en el giro social que hasta hace poco demandaban. Aunque formalmente no hayan renunciado a ello, piden una pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s expansiva y no mayores gastos sociales: tal vez porque algunas de sus reivindicaciones -el aumento de la cobertura del desempleo, que ya alcanza a m¨¢s del 65% de los parados, y la indexaci¨®n de las pensiones- fueron acordadas con el Gobierno en febrero de 1991. El decretazo de abril recort¨® otros compromisos de entonces. Pero ahora, cuando la CEOE denuncia aquellas "concesiones intolerables", los sindicatos han dejado de insistir en esa querella.
La Ley de huelga es un nuevo frente de batalla. La UGT y el sector duro de la direcci¨®n de CC OO ven ese acuerdo con una parte del PSOE como el ejemplo de la ¨²nica v¨ªa de negociaci¨®n posible, lo consideran un ¨¦xito, casi un gol, y no van a aceptar modificaciones. En materia salarial, la distancia, m¨¢s que t¨¢ctica, es esencial. Mientras el Gobierno asegura que en los tres ¨²ltimos a?os los salarios industriales han crecido un 22% y los precios del sector s¨®lo un 7%, Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur, refiri¨¦ndose al conjunto de la econom¨ªa, declara: "Durante los ¨²ltimos a?os los salarios se han comportado de forma moderada. No han absorbido el crecimiento de la productividad: ha habido, de hecho, una moderaci¨®n salarial y, adem¨¢s, ha sido gratuita".
El c¨ªrculo de la imposibilidad de un acuerdo antes de las elecciones se cierra con la actitud de la CEOE. Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas acaba de advertir del peligro de que Felipe Gonz¨¢lez se pliegue a los sindicatos. Cualquier concesi¨®n ser¨ªa denunciada por la organizaci¨®n patronal poco menos que como una rendici¨®n ante las centrales, y ser¨ªa una prueba de debilidad, precisamente en momentos preelectorales. En estas condiciones no s¨®lo parece evidente que el Gobierno ha perdido la batalla sindical: es incluso dif¨ªcil entrever c¨®mo podr¨ªa abrirse un clima de di¨¢logo tras las pr¨®ximas eleciones, sea cual sea su resultado.
"Un PSOE en la oposici¨®n estar¨ªa con nosotros"
Hace algunas semanas Nicol¨¢s Redondo declaraba a la SER: "La pol¨ªtica econ¨®mica es de derechas: no hay diferencias entre el PSOE y el PP". Y a?ad¨ªa: "Si Felipe Gonz¨¢lez va a hacer lo mismo que ha hecho hasta ahora, ?para qu¨¦ gobernar?". En esa pregunta se resumen algunas de los motivos que explican la actitud del sindicato. Luis Fabi¨¢n M¨¢rquez, asesor laboral de la CEOE, la contesta tajantemente: "asistimos a una especie de esquizofrenia: UGT quiere que Felipe Gonz¨¢lez pierda las elecciones e impide las acciones negociadoras de CC OO".La historia de la ruptura en la familia socialista, que se inicia en 1986 con el abandono de Nicol¨¢s Redondo de su es ca?o parlamentario, estar¨ªa llegando as¨ª al paroxismo. Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur lo viene a confirmar: "Nosotros no presionamos para que pierda el PSOE. Si los trabajadores no le votan ser¨¢ por su pol¨ªtica. Pero recientemente Solchaga ha dicho que s¨®lo este Gobierno podr¨¢ hacer la reforma laboral que nosotros rechazamos: es decir, que han dejado tan alto el techo del neoliberalismo que un gobierno de derechas tendr¨ªa que hacer barbaridades para superarlo. No es probable que lo haga: porque los sindicatos nos opondr¨ªamos duramente y el propio PSOE se pondr¨ªa a la cabeza de la manifestaci¨®n".
De eso a sugerir que UGT se encontrar¨ªa mejor con un PSOE en la oposici¨®n hay un paso. Para los ugetistas, el neoliberalismo del Gobierno es una traici¨®n a su ideario com¨²n. Eso sigue pensando en sus an¨¢lisis m¨¢s que cualquier otra consideraci¨®n. Y para una central que interviene en pol¨ªtica como precepto fundacional, revertir esa tendencia -lo cual podr¨ªa ocurrir si coincidiera con el partido en la oposici¨®n-, es un objetivo m¨¢s que se confunde con los sindicales.
En CC OO, la situaci¨®n es m¨¢s compleja. Tradicionalmente unidos al PCE, desde hace a?os sus dirigentes han ido asumiendo, respecto del partido y de Izquierda Unida, una autonom¨ªa creciente aunque no conflictiva porque IU est¨¢ en la oposici¨®n. Antonio Guti¨¦rrez declara que una victoria del PP ser¨ªa "muy negativa". Sometido a las fuertes presiones de UGT y de IU, no se arriesga a sugerir ning¨²n gesto que pudiera favorecer al Gobierno y se ha limitado a proponer un "pacto de izquierdas" entre el PSOE e IU: una f¨®rmula casi ret¨®rica, pues nada indica que esa eventualidad sea factible en el actual marco pol¨ªtico.
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