El atentado vac¨ªo
SEGURAMENTE FUERON miembros de los GRAPO. ?Qui¨¦n, si no, puede pensar que la colocaci¨®n de las tres bombas que estallaron ayer en sendas oficinas p¨²blicas de Madrid pueda tener alg¨²n significado pol¨ªtico? Ellos necesitan creerlo, y lo hacen a despecho de lo incomprensible que para cualquier ciudadano normal resulta la pretensi¨®n de establecer una relaci¨®n entre el incremento del paro y las explosiones que pusieron en riesgo la vida de decenas de personas: conserjes, empresarios, oficinistas, obreros del metal o parados -precisamente- que acud¨ªan a las oficinas de la Delegaci¨®n Provincial de Trabajo.Que hubo riesgo para esas personas es una evidencia que se deduce de las circunstancias en que estallaron los artefactos, uno de ellos tiras haber sido sacado al patio por un conserje.
Para el terrorista, la elecci¨®n de la v¨ªctima era antes una decisi¨®n trascendental: deb¨ªa tratarse de alguien cuyos antecedentes le identificasen como culpable, personalmente culpable, de algo. M¨¢s tarde, esa culpabilidad pod¨ªa ser indirecta: alguien que aun no siendo, en tanto que individuo, merecedor de muerte violenta, lo fuese simb¨®licamente: por lo que representaba (a ojos de los terroristas). Tambi¨¦n esa fase fue superada por el bandolerismo marginal y desesperado de los GRAPO, y ahora la v¨ªctima no cuenta: cualquiera puede serlo porque no se trata de demostrar nada fuera de la voluntad de ser, de seguir estando, de los propios terroristas.
Los GRAPO son actualmente una banda cuya actividad principal consiste en la realizaci¨®n de atracos con los que financiar la vida errante de sus activistas y la algo m¨¢s sedentaria de su jefe en el exilio. Entre atraco y asalto, y a fin de recordarse a s¨ª mismos que su delincuencia obedece a m¨®viles pol¨ªticos, los activistas realizan alguna fechor¨ªa con pretensi¨®n de tal: las tres bombas de ayer, horas despu¨¦s del debate parlamentario sobre el desempleo, se inscriben en una serie que se inici¨® hace tres a?os con las explosiones simult¨¢neas provocadas en la sede del Tribunal Constitucional, la Bolsa de Madrid y una oficina ministerial.
Fue el novelista brit¨¢nico Joseph Conrad (en El agente secreto) quien llev¨® m¨¢s lejos, en el campo de la ficci¨®n, la l¨®gica del atentado sin sentido: el protagonista elige como objetivo el observatorio de Greenwich, convencido de que ser¨¢ lo absurdo de la acci¨®n, su car¨¢cter a la vez inexplicable e incomprensible, lo que crear¨¢ mayor conmoci¨®n. Los GRAPO -pero tambi¨¦n, desde hace a?os, ETA- se encuentran ya al borde de esa locura del atentado vac¨ªo, sin m¨®vil aparente: atentados cuyo ¨²nico objetivo es proclamar la falta de objetivos, y de los que no se sigue otra consecuencia que la destrucci¨®n que producen y el dolor que causan.
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