Parlamento al rev¨¦s
EL PARLAMENTO al rev¨¦s. ?se es justamente el peligro que late en el episodio iniciado la semana pasada en el Parlamento de Catalu?a. La oposici¨®n socialista present¨® una moci¨®n de reprobaci¨®n al consejero de Bienestar Social por considerar ofensivas sus cr¨ªticas a los ayuntamientos controlados por la izquierda. En el debate de la moci¨®n se arm¨® una gran bronca, aunque no inhabitual en otros foros parlamentarios, como reconoci¨®, tratando de pacificar los ¨¢nimos, el presidente de la C¨¢mara, Joaquim Xicoy, democristiano de la coalici¨®n gubernamental. En respuesta a esa moci¨®n, la mayor¨ªa nacionalista propuso reprobar a cuatro diputados de la oposici¨®n por su contundente actuaci¨®n. El asunto provoc¨® la ruptura del di¨¢logo pol¨ªtico, abort¨® una conversaci¨®n Pujol-Obiols y amenaza con elevar la crispaci¨®n a modelo para la pol¨ªtica catalana, que se viene mostrando autosatisfecha por la habitual correcci¨®n del clima de convivencia conseguido.El intento de reprobaci¨®n de unos diputados por el ejercicio de sus tareas parlamentarias es -independientemente de que el tono de su actuaci¨®n fuese desabrido- completamente ins¨®lito. No resulta ocioso recordar que la funci¨®n del legislativo en un Estado de derecho es triple: representar las distintas tendencias pol¨ªticas de la ciudadan¨ªa, no s¨®lo las mayoritarias; legislar en consonancia con los representados, y controlar la gesti¨®n del Ejecutivo, lo que incluye la posibilidad de mociones de reprobaci¨®n y de censura. Ninguna democracia, que se sepa, establece una cuarta funci¨®n consistente en la persecuci¨®n de los discrepantes de la oposici¨®n. La pretensi¨®n de reprobarlos equivale a tratar de convertir un Parlamento en la l¨®nga manu del Ejecutivo, desnaturaliz¨¢ndolo. Y supone quebrar un principio b¨¢sico de la democracia, que acompa?a al del gobierno de la mayor¨ªa: el respeto a las minor¨ªas. Por ello este episodio no pertenece a la an¨¦cdota, sino a la categor¨ªa, y debe ser reconducido con urgencia.
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