Dos pesetas no son cuatro perras
La implacable persecuci¨®n de la Seguridad Social para cobrar una deuda insignificante
Antonio Garc¨ªa se qued¨® de piedra cuando hace unos d¨ªas recibi¨® en su asesor¨ªa jur¨ªdica, Assem, SA, una agresiva, coaccionante y contundente carta de la Tesorer¨ªa de la Seguridad Social de Madrid. La misiva anunciaba una rigurosa persecuci¨®n contra sus "veh¨ªculos, propiedades, acciones, derechos de todo tipo, dep¨®sitos bancarios, cuentas corrientes, l¨ªneas de cr¨¦dito, posibles cr¨¦ditos, posibles clientes y proveedores..." si no pagaban de inmediato una importante deuda con el Estado: dos pesetas. Para eso incluso anunciaba el env¨ªo de detectives.
El p¨¢rrafo final de la carta es lo ¨²nico agradable: "Espero que con su pronta visita [a la delegaci¨®n de la tesorer¨ªa] evitemos esta inc¨®moda situaci¨®n". El resto no deja lugar a dudas sobre el implacable rigor administrativo.La carta remitida por la tesorer¨ªa dice literalmente, entre otras cosas: "Corno continuaci¨®n a nuestro anterior escrito y habiendo comprobado, previamente, que a¨²n no ha saldado la deuda que le citaba y que ahora le vuelvo a indicar, le comunico que el equipo al que le encargu¨¦ el seguimiento de su expediente (equipo de embargos y subastas) ya ha comenzado a recabar la informaci¨®n pertinente sobre su patrimonio (veh¨ªculos, propiedades, acciones, derechos de todo tipo ... )".
"... Los gastos que esta informaci¨®n nos origine (informes bancarios, detectives ... se acumular¨¢n a su deuda. Si antes del 15 de marzo a¨²n no ha contactado con su equipo (le seguimiento ( ... ), proceder¨¦ inmeditamente a dictar la providencia de embargo".
La misiva fue remitida a Assem, Sociedad An¨®nima, el pasado mes de febrero por "la Unidad de Recaudaci¨®n Ejecutiva n¨²mero 28/26" de la Seguridad Social.
Los antecedentes
Antonio Garc¨ªa, socio de Assem, SA, narra los antecedentes de la insignificante deuda objeto de la persecuci¨®n:"En 1989, cuatro socios decidimos montar la empresa. Nos hicimos unos contratos de formaci¨®n para conseguir una subvenci¨®n oficial de 500.000 pesetas por cada uno. No es que el Estado te d¨¦ ese dinero, sino que lo deduce del impuesto de sociedades. Para ello nos exigieron el t¨ªtulo de graduado social. Aunque todos ejercemos la profesi¨®n, no lo ten¨ªamos: nos quedan algunas asignaturas pendientes. Hicimos un curso en el Instituto Cat¨®lico de Direcci¨®n de Empresas (Icade) y la Direcci¨®n de Trabajo nos reconoci¨® ese otro t¨ªtulo, y empezamos a funciona?'.
"A los dos a?os", contin¨²a Garc¨ªa, "vino a la oficina un controlador de Trabajo. Nos pidi¨® la documentaci¨®n, y dijo que los t¨ªtulos del Icade no va l¨ªan. La sanci¨®n, no recuerdo bien, fue de un mill¨®n y algo de pesetas. Convinimos pagarla a plazos: algo menos de 200.000 pesetas mensuales. El problema surgi¨® con el ¨²ltimo tal¨®n que abonamos: faltaban dos pese tas, que poco despu¨¦s nos re clamaron. Un compa?ero fue a la delegaci¨®n con el fin de en tregarlas en mano. El funciona rio le dijo que as¨ª, en met¨¢lico, no: tiene que ser mediante tal¨®n, y entreg¨¢ndolo en el banco. Si no, me descuadran las cuentas", dice Antonio que coment¨® el funcionario. "Por dos pesetas no va a pasar nada", pensaron al final los cuatro socios de Assem, SA. Nada m¨¢s lejos de la realidad.
"Un fallo"
Javier S¨¢nchez Garc¨ªa, responsable del servicio de recaudaci¨®n, explica: "Se trata de un fallo: todo est¨¢ informatizado, y el ordenador, en cuanto advierte un descuadre, no repara en la cantidad. Si lo hubi¨¦ramos advertido, nosotros mismos habr¨ªamos puesto las dos pesetas de nuestro bolsillo" S¨¢nchez no cree ("eso no puede ser as¨ª; es rid¨ªculo", dice) que un funcionario de su departamento obligara a la asesor¨ªa a abonar las dos pesetas mediante un tal¨®n. El recaudador explica: "Al no detectar ese fallo, porque son much¨ªsimos los expedientes que trata el ordenador, y existir el descuadre, el asunto llega a la v¨ªa ejecutiva. Eso no deja otra opci¨®n que el embargo. No obstante, antes de llegar a ese extremo (es decir, ir al d¨ªa siguiente al domicilio con las fuerzas del orden y embargar los muebles, por ejemplo) procuramos por todos los medios evitar ese mal mayor. Es cierto", asiente, "que la carta induce un poco de temor; pero su intenci¨®n es evitar el embargo y mayores problemas".Y Javier S¨¢nchez zanja de esta manera la cuesti¨®n: "Estoy dispuesto a disculparme personalmente; se trata de un error".
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