El empate
SI SE hubieran celebrado elecciones la semana pasada, el PSOE y el PP habr¨ªan obtenido un n¨²mero muy parecido de votos y esca?os, seg¨²n el sondeo que hoy publica EL PAIS. Durante tres legislaturas, el PSOE ha contado con tantos esca?os como todos los dem¨¢s partidos y coaliciones juntos. Estaba descontado el fin de esa hegemon¨ªa. La encuesta avanza un paso m¨¢s: la diferencia parece tan peque?a que el PSOE ni siquiera tendr¨ªa asegurado el primer puesto. De hecho, el margen es tan ajustado que cualquier factor azaroso podr¨ªa bastar para inclinar de uno u otro lado la victoria. Conviene recalcar, en todo caso, que se trata de un escenario te¨®rico, toda vez que las elecciones no han sido a¨²n convocadas y que los propios entrevistados tienen conciencia de estar realizando un ejercicio de simulaci¨®n poco comprometedor.Ya en 1989, el PSOE obtuvo al menos una decena de esca?os por muy escaso margen, lo que explica que con el 39,5% de los votos consiguiera el 50% del Congreso. La encuesta del CIS de noviembre pasado, que pronosticaba una p¨¦rdida de 20 diputados por parte del PSOE, con una diferencia de casi 30 respecto a su perseguidor, tambi¨¦n atribu¨ªa una decena de esca?os por muy escaso margen a los socialistas. Ahora el pron¨®stico equipara a ambos partidos en torno al 34% de los votos y a los 145,diputados, 30 por debajo de la frontera de la mayor¨ªa absoluta.
La recuperaci¨®n por el PP de los votos que en 1989 fueron al partido de Su¨¢rez no basta para explicar el probable crecimiento conservador. Seg¨²n la encuesta, el CDS pierde 5,9 puntos en relaci¨®n a las elecciones de 1989, pero el PP gana 7,5. Ello significa que Aznar puede absorber parte del voto moderado que en 1982, pero sobre todo desde 1986, fue, al partido de Gonz¨¢lez, identificado entonces por ese sector como una opci¨®n m¨¢s segura que la perdedora de Fraga o la demasiado biso?a del actual l¨ªder popular. La batalla decisiva para decantar la mayor¨ªa relativa parece depender ahora de esos votos de la burgues¨ªa ciudadana identificada con los valores de la moderaci¨®n.
La impresi¨®n de que se ha iniciado el trasvase directo de votantes del PSOE al PP se ve aumentada por el hecho de que el ascenso de Izquierda Unida (IU) tampoco basta para explicar el retroceso del PSOE en el sondeo: ¨¦ste pierde 6,2 puntos, mientras que IU pasa del 9, 1 % al 11, 5%. Algunos movimientos registrados estas ¨²ltimas semanas en las filas socialistas (la vuelta de Alfonso Guerra, su acercamiento a los sindicatos, la renuncia a modificar la ley de huelga y la descalificaci¨®n sin matices de la c¨²pula patronal) podr¨ªan indicar que sus estrategas dan por perdidos esos votos moderados que en las dos ¨²ltimas elecciones compensaron los perdidos por la izquierda, y que la prioridad ser¨ªa recuperar estos ¨²ltimos o, como m¨ªnimo, crear las condiciones que permitieran asociar a IU -o al sector no fundamentalista de esa formaci¨®n- al sostenimiento, con o sin participaci¨®n gubernamental, de un Gobierno de izquierda.
Apostar por esa estrategia de unidad de la izquierda supondr¨ªa la renuncia socialista a recuperar o retener los votos centristas. Ser¨ªa la hip¨®tesis m¨¢s favorable de las contempladas por Aznar, tanto si la operaci¨®n fracasa -4o que reforzar¨ªa su posici¨®n- como, sobre todo, si tiene ¨¦xito: un Gobierno PSOE-IU ser¨ªa una alianza (seguramente no presidida por Gonz¨¢lez) que resultar¨ªa minoritaria o muy ajustadamente mayoritaria, lanzada a pol¨ªticas de expansi¨®n tratando de contentar a los sindicatos, con escasa coherencia interna y con gran peso de Alfonso Guerra. Una variante del Gobierno de Mauroy en Francia, con la agravante de que ser¨ªa mucho m¨¢s vulnerable a una moci¨®n de censura.
Los ciudadanos no contemplan con preocupaci¨®n, seg¨²n el sondeo, el hecho de que ning¨²n partido obtenga mayor¨ªa absoluta. Pero las extremas dificultades para la gobernabilidad de Espa?a que entra?ar¨ªa un mapa pol¨ªtico como el que se prev¨¦ constituir¨¢n sin duda un elemento importante del debate p¨²blico de los pr¨®ximos meses. Los riesgos de anquilosamiento o de abuso de poder no derivan tanto de su car¨¢cter monocolor como de la ausencia de alternativas cre¨ªbles.
Es l¨®gico pensar que en esta situaci¨®n Aznar prefiera ahora salir de segundo, aunque a poca distancia del primero. Como en esas carreras ciclistas de persecuci¨®n en pista, el que lo tiene peor es el que va en cabeza. Una victoria p¨ªrrica del PSOE, obligado a pactar, bien con IU, bien con los nacionalistas (en ambos casos pagando un alto precio) en un contexto econ¨®mico recesivo y bajo la amenaza permanente de la censura parlamentaria, es un escenario que en absoluto desagradar¨ªa al PP.
Hasta hace poco, la hip¨®tesis de un adelanto de las elecciones se basaba en la idea de que las cosas s¨®lo pod¨ªan irle a peor al partido de Felipe Gonz¨¢lez. Esa hip¨®tesis se ha revelado certera por el momento, aunque seguramente ya no lo es tanto. Por una parte, si la ventaja va a ser tan peque?a, pugnar por mantenerla no ser¨ªa un objetivo que justificara modificar los planes previstos; pero, sobre todo, es ya dificil un retroceso mayor. Por otro lado, si es verdad que la actual incertidumbre no es un buen marco para el desarrollo y recuperaci¨®n de la econom¨ªa, los resultados del sondeo ponen de relieve que las elecciones amenazan con traemos mayor confusi¨®n a¨²n. Sin una mayor¨ªa s¨®lida -sea monocolor o pluripartidista-, los esfuerzos para salir de la recesi¨®n ser¨¢n m¨¢s duros y menos fruct¨ªferos.
Algunos factores, como la diferencia que todav¨ªa separa a Aznar de Gonz¨¢lez en la preferencia de los electores sobre l¨ªderes pol¨ªticos, pueden todav¨ªa jugar a favor del PSOE. Para que esa ventaja comparativa se manifieste ser¨ªa preciso que el presidente dejase de amagar y se decidiera a bajar a la pista. La cita parlamentaria del estado de la naci¨®n puede ser, desde este punto de vista, decisiva.
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