Las orejas del lobo
DESDE QUE se inici¨® la sesi¨®n del Congreso de Diputados en Mosc¨², se hizo perceptible una evoluci¨®n significativa entre los enemigos de Yeltsin. Ello ha permitido que se dibujen zonas de compromiso que preservan a Rusia, de momento, de los augures m¨¢s catastrofistas. Es evidente que la situaci¨®n sigue siendo ca¨®tica y llena de peligros, pero soplan aires, si no de moderaci¨®n, s¨ª menos fren¨¦ticos.Yeltsin tom¨® la iniciativa, el 20 de marzo, de asumir poderes excepcionales de convocar un refer¨¦ndum popular el 15 de abril para que el pueblo le ratificase su confianza. Se apoyaba en el argumento de que s¨®lo de la voluntad del pueblo puede salir una legitimidad democr¨¢tica y que algunas instituciones actuales, como el Congreso y el Tribunal Constitucional, son residuos del sistema sovi¨¦tico que deben superarse. Si el argumento es intachable, Yeltsin no tuvo en cuenta las condiciones presentes. En 1991, a ra¨ªz de la derrota del golpe comunista, hubiese podido dar un aceler¨®n a la reforma democr¨¢tica. Hoy, prescindir s¨²bitamente del Congreso hubiese sido peligroso, despu¨¦s de haber estado negociando con ¨¦l durante un a?o.
En todo caso, la reacci¨®n del presidente del Congreso, Jasbul¨¢tov, fue decir que Yeltsin hab¨ªa violado la Constituci¨®n y que deb¨ªa ser destituido. Tuvo el apoyo de Zorkin, presidente de la Corte Constitucional, que se apresur¨® a calificar de ilegal la actitud de Yeltsin, antes incluso de que se publicase el decreto que defin¨ªa las medidas que el presidente quer¨ªa adoptar. Pero el Congreso, de m¨¢s de mil diputados, no es uniforme. Los comunistas duros son una minor¨ªa; la gran masa de diputados est¨¢ interesada, sobre todo, en defender sus privilegios y, para ello, no duda en frenar y recortar la reforma econ¨®mica, proteger el complejo militar-industrial, eternizar el paso a una econom¨ªa de mercado y conservar muchas de las estructuras del viejo poder. Cuando el Congreso fue convocado con la idea no disimulada de "destituir a Yeltsin", aparecieron las orejas del lobo.
Dos amenazas grav¨ªsimas se perfilaron en el horizonte: una guerra civil y el retorno a un r¨¦gimen dictatorial comunista-nacionalista. Con Yeltsin destituido por el Congreso -pero resuelto a mantenerse con todos los apoyos posibles-, Rusia se encontrar¨ªa de pronto con dos Gobiernos. El Ej¨¦rcito podr¨ªa dividirse y empezar¨ªa a correr la sangre. En tal situaci¨®n, los Jasbul¨¢tov y Zorkin ser¨ªan superados por los extremistas, los militares y civiles duros. Un neoestalinismo nacionalista tendr¨ªa enormes posibilidades de imponerse, incluso haciendo la guerra contra las rep¨²blicas o regiones que quisieran separarse. Las consecuencias para Europa y la paz mundial ser¨ªan terribles.
Esas amenazas parecen haber tenido efectos calmantes sobre algunos mascarones de proa del ataque contra Yeltsin. Por otra parte, se hizo patente que no se encontrar¨ªan suficientes diputados (dos tercios del Congreso) para votar la destituci¨®n de Yeltsin. En tales condiciones, la sesi¨®n del Congreso se abri¨® el viernes en un clima distinto del previsto. Para facilitar el compromiso, Yeltsin renunci¨® a asumir poderes excepcionales, si bien insisti¨® en la necesidad de celebrar el refer¨¦ndum del 15 de abril para que el pueblo diga si respalda a un presidente que ha sido sometido a cr¨ªticas y ataques de todo tipo. Tambi¨¦n han sido cambiados algunos ministros sin que el Gobierno pierda su contenido reformista, pero prescindiendo de miembros muy atacados por el Congreso de Diputados.
Por otra parte, el presidente de la Corte Constitucional ha descartado la idea de destituir a Yeltsin bajo el argumento de que ser¨ªa algo catastr¨®fico. Ha hecho propuestas interesantes, como la celebraci¨®n de nuevas elecciones en oto?o, para poner fin al actual Congreso y sustituirlo por un Parlamento bicameral. En resumen, la propuesta de destituci¨®n de Yeltsin ha sido ampliamente derrotada. El Congreso ha aceptado el refer¨¦ndum propuesto por el presidente y otras iniciativas susceptibles de facilitar compromisos, en concreto la celebraci¨®n de elecciones en oto?o para renovar los ¨®rganos legislativos.
Se ha reprochado a Clinton que haya dado un apoyo tan neto a Yeltsin en momentos complejos. Pero, sin olvidar los defectos del presidente ruso (autoritarismo, improvisaci¨®n, aventurerismo), est¨¢ claro que hoy la ¨²nica alternativa a su poder ser¨ªa mucho peor: nacionalismo, alejamiento de Occidente, desintegraci¨®n de la Federaci¨®n Rusa; todos los planes de desarme nuclear podr¨ªan quedar en entredicho. Lo cuestionable de la pol¨ªtica occidental es que hasta ahora la ayuda a Rusia haya sido s¨®lo verbal. La falta de una acci¨®n concreta ha estimulado el renacer de las nostalgias del pasado. Ahora cabe esperar que los Siete adopten en sus reuniones de abril y julio en Tokio medidas serias ante la vor¨¢gine que amenaza a Rusia.
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