Penurias de la ciencia

EL MINISTRO de Educaci¨®n y Ciencia anunci¨® hace unos d¨ªas su prop¨®sito de destinar una importante suma de dinero, proveniente de los fondos estructurales europeos, a la puesta en marcha de un plan de infraestructuras cient¨ªficas en nuestro pa¨ªs.Nada resulta en estos momentos m¨¢s conveniente, en materia de pol¨ªtica cient¨ªfica, que un plan de estas caracter¨ªsticas, pero nada resulta tampoco m¨¢s contradictorio con las dificultades existentes en la actualidad, tanto en el sostenimiento de la investigaci¨®n realizada en nuestro pa¨ªs como en nuestra pertenencia a organismos internacionales de indudable prestigio y calidad cient¨ªfica, tales como la Organizaci¨®n Europea para la Investigaci¨®n Nuclear (CERN) y la Agencia Europea del Espacio (ESA).

Todos los informes en los que se analiza globalmente la situaci¨®n espa?ola han llegado a la conclusi¨®n de que los principales obst¨¢culos que dificultan la plena incorporaci¨®n de nuestra econom¨ªa a la de los pa¨ªses avanzados son los transportes y las comunicaciones, por un lado, y la educaci¨®n y la investigaci¨®n, por otro. El plan presentado recientemente por el ministro de Obras P¨²blicas y Transportes, Jos¨¦ Borrell, intenta responder al primero de los problemas planteados. Pues bien, algo parecido empieza a resultar imprescindible en el ¨¢mbito de la educaci¨®n, principalmente la formaci¨®n profesional y la ense?anza universitaria, y en el de la investigaci¨®n cient¨ªfica.

El esfuerzo realizado en los ¨²ltimos a?os en la financiaci¨®n y organizaci¨®n de la actividad investigadora ha sido notable, pero ha sufrido recientemente un retroceso que no puede ser m¨¢s inoportuno, ya que nos encontramos a¨²n muy lejos de lo que es normal en Europa, y lo que se necesitaba era justamente lo contrario: dar un paso m¨¢s hacia adelante.

Un paso en la direcci¨®n de formular una pol¨ªtica ambiciosa de equipamientos cient¨ªficos y grandes instalaciones, inexistentes en Espa?a desde siempre, que produzca un significativo impacto cultural y tecnol¨®gico en nuestra sociedad; de creaci¨®n de institutos de investigaci¨®n, importante innovaci¨®n prevista en la Ley de Regulaci¨®n Universitaria (LRU), pero pr¨¢cticamente in¨¦dita en nuestras universidades, y de dotaci¨®n de personal, tanto cient¨ªfico como de apoyo t¨¦cnico, de modo que en un plazo razonable podamos acercarnos a lo que es hoy normal en Europa. Un plan de inversiones, en suma, sostenido y coordinado.

Y, desde luego, m¨¢s vale que cuando ese hipot¨¦tico plan llegue, no se haya producido un deterioro irreversible en el desarrollo de nuestra actividad investigadora debido a las dificultades del corto plazo.

La ¨²nica estrategia v¨¢lida para recuperar el enorme retraso tecnol¨®gico y cient¨ªfico con nuestros socios de Europa es acometer un proyecto de esas caracter¨ªsticas. Un proyecto que comprometa al Gobierno en su conjunto y que asegure su cumplimiento m¨¢s all¨¢ de las dificultades que puedan surgir en este o aquel ministerio, o incluso de los vaivenes que en el largo plazo puedan producirse en el ¨¢mbito pol¨ªtico o econ¨®mico.