Alemania se convierte en la prueba de la derecha en pol¨ªtica exterior
., Las relaciones con Alemania dominar¨¢n desde el primer momento la agenda en materia de pol¨ªtica exterior de la cohabitaci¨®n del presidente socialista, Fran?ois Mitterrand, con un primer ministro del centroderecha. La especulaci¨®n que desde hoy puede desencadenarse sobre el franco va a obligar al nuevo Gobierno a hacer una firme declaraci¨®n a favor de la paridad de la divisa francesa. Pero sostener el franco es imposible sin la cooperaci¨®n del Bundesbank alem¨¢n.
M¨¢s all¨¢ de esta defensa coyuntural de la actual relaci¨®n entre las divisas francesa y alemana se perfila la gran cuesti¨®n del mantenimiento del Sistema Monetario Europeo (SME) y del porvenir de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria prevista en el Tratado de Maastricht. Los dirigentes franceses y alemanes ya tienen una cita a finales de abril para abordar esos asuntos. A esta cumbre acudir¨¢ Mitterrand acompa?ado de los nuevos ministros de Asuntos Exteriores, Econom¨ªa y Defensa del Gobierno de centro-derecha. ?Querr¨¢ tambi¨¦n asistir el nuevo primer ministro?.Durante la primera cohabitaci¨®n, que se desarroll¨® entre 1986 y 1988, la voluntad de Chirac de acompa?ar a Mitterrand a las grandes reuniones internacionales fue uno de los motivos de discordia. Arduas discusiones pol¨ªticas y protocolarias resolvieron caso por caso los conflictos.
El nuevo Gobierno puede enfrentarse muy pronto a Alemania en la cuesti¨®n de las negociaciones del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT). Tanto el gaullista Jacques Chirac como el centrista Val¨¦ry Giscard d'Estaing han reiterado en los ¨²ltimos d¨ªas que Francia vetar¨¢ el acuerdo agr¨ªcola suscrito por la Comisi¨®n Europea y Estados Unidos, y ello, seg¨²n han adelantado, a riesgo de pagar el precio de "una crisis europea".
El ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores, el liberal Klaus Kinkel, ha anunciado que semejante actitud francesa ser¨ªa muy mal interpretada al otro lado del r¨ªo Rin.
Contrarios a Maastricht
Klaus Kinkel, manifest¨® hace unos d¨ªas que germanos y franceses deb¨ªan continuar fomentando la unidad europea, pese a que en las filas de los conservadores galos se encuentran numerosos adversarios del Tratado de Maastricht.
Por otra parte, el Gobierno brit¨¢nico declin¨® ayer pronunciarse sobre el resultado de las elecciones francesas hasta que no se conozcan los resultados oficiales. Portavoces de la Comunidad Europea indicaron igualmente que no tienen por costumbre comentar asuntos internos de un pa¨ªs miembro.
Los dirigentes gaullistas y centristas se han esforzado por subrayar que, pese a las divergencias respecto al nuevo Ejecutivo franc¨¦s seguir¨¢ manteniendo una "relaci¨®n privilegiada" con Alemania. Le impulsan a ello motivaciones estrat¨¦gicas y t¨¢cticas. Francia necesita a corto plazo una bajada sustancial de los tipos de inter¨¦s alemanes para poder relanzar sus actividades econ¨®micas. En prueba de buena voluntad, el gaullista Alain Jupp¨¦, aspirante a la cartera de Exteriores, ha llegado a ofrecer el apoyo franc¨¦s a la candidatura de Alemania a un sill¨®n permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. La pol¨ªtica exterior ser¨¢ uno de los motivos de fricci¨®n entre el presidente Mitterrand y el nuevo Gobierno. Mitterrand aspira a seguir imprimi¨¦ndole su sello personal, sobre todo en materia de construcci¨®n europea.
Citas pendientes
Una de las razones que invoca para explicar su voluntad de permanecer en el palacio del El¨ªseo es la necesidad de encarrilar el Tratado de Maastricht. A Mitterrand le inquieta el hecho de que varios dirigentes de la nueva mayor¨ªa -Philippe S¨¦guin, Charles Pasqua y Philippe de Villiers- fueran adalides del no a Maastricht y sean ahora partidarios de la salida del franco del SME.
Dos importantes citas pueden enfrentar a Mitterrand y el nuevo Gobierno: el Consejo Europeo, que se reunir¨¢ en junio en Copenhague, y la cumbre del Grupo de los Siete (julio, en Tokio). Esta ¨²ltima puede ir precedida de una reuni¨®n extraordinaria consagrada a Rusia. Francia corre el riesgo de tener una presencia bic¨¦fala.
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