Las clases
En v¨ªsperas de la segunda vuelta electoral francesa, el presidente Mitterrand recordaba al diario Lib¨¦ration que las clases sociales existen y que bajo Gobiernos de derecha "los suburbios arder¨ªan" y la represi¨®n ser¨ªa la respuesta del poder tradicional. Estupefacto. ?Acaso buena parte del quehacer cultural de los partidos socialistas en el poder no ha sido decretar la inexistencia de las clases sociales? Otra cosa es que se pregonara una manera de enfrentamiento racional y que se asumiera el principio higi¨¦nico de que "dictadura, ni la del proletariado"; pero que las clases exist¨ªan era evidente, y los que mejor han conservado este principio han sido las patronales, tal vez asesoradas por aquellos muchachos, carne de su carne, que se hicieron m¨¢s que marxistas en torno de 1968 y volvieron a la casa del padre con el desencanto propio y el saber del antagonista.A?os y a?os de supositorios de pensamiento d¨¦bil para que de pronto Mitterrand proponga una lavativa (edema para los m¨¢s finos) con tal de que los intestinos de la izquierda recuperen el metabolismo de las derrotas. ?Qu¨¦ se hizo de la modernidad, vendida como el final de la diferencia aunque aparentemente apareciera avalada por la libertad del mercado? Se ha programado, legislado, ejecutado con el referente de un Gran Consumidor que, de facto, operaba como un Gran Inquisidor y un Gran Hermano convenientemente democratizados, y finalmente el Gran Consumidor se ha ido con otro porque, al fin y al cabo, es una criatura estad¨ªstica, rob¨®tica, de soci¨®logo amedrentado ante el descubrimiento de la sopa de ajo: que el futuro es imperfecto.
Si hasta Engels lo sab¨ªa y dej¨® escrito que la historia de la ciencia es una sucesi¨®n de errores decrecientes. Las clases. En lucha. En los suburbios... Allons, enfants de la patrie!
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