Los seguros sanitarios privados intentan paliar la crisis con recargos y exclusiones de usuarios
En Espa?a hay 5,5 millones de ciudadanos que tienen concertada una p¨®liza de seguro libre. La mayor¨ªa son al mismo tiempo cotizantes de la Seguridad Social. Muchos creen que la ¨²nica diferencia entre el seguro p¨²blico y una p¨®liza privada es que en el primero hay que hacer cola, pero hay otras diferencias. Por ejemplo, una compa?a de seguros puede rescindir la p¨®liza unilateralmente si el usuario ha gastado demasiado, o multiplicar la prima por tres cuando cumple 65 a?os. Algunas de estas compa?¨ªas empiezan a utilizar, para paliar la recesi¨®n econ¨®mica, penalizaciones similares a las de los seguros automovil¨ªsticos.
El usuario de la Seguridad Social sabe que tiene cubierta cualquier contingencia, cualquiera que sea su coste. Por eso, el seguro privado es, en realidad, un seguro complementario. Si no fuera as¨ª, muchos ciudadanos puede que se llevaran un buen susto al comprobar la verdadera cobertura que les proporciona su seguro privado y conocer a fondo su letra peque?a.?se fue el caso de M. C., asegurada de FIATC, que, seg¨²n propia confesi¨®n, se qued¨® estupefacta hace dos meses cuando su compa?¨ªa le comunic¨® que le aplicaba un recargo "intermedio" por sobreutilizaci¨®n de los servicios. Hab¨ªa hecho dos visitas en todo el a?o. "?Qu¨¦ entender¨¢ la mutua por frecuencia baja, ninguna visita quiz¨¢?", se pregunta M. C.
Se trataba, simplemente, de una de las ¨²ltimas novedades introducidas por algunas compa?¨ªas, consistente en aplicar a los seguros m¨¦dicos los esquemas del seguro de autom¨®viles. Es decir, una penalizaci¨®n por el mayor uso de los servicios y una bonificaci¨®n en forma de incrementos menores en caso de baja utilizaci¨®n.
L¨ªmites de edad
Aunque en realidad hay tantas modalidades de seguro m¨¦dico privado como compa?¨ªas y, aun dentro de cada una de ¨¦stas, varias posibilidades de p¨®liza, existe una serie de normas comunes a todas ellas.
As¨ª, por ejemplo, dado que se calcula que una persona mayor de 65 a?os gasta hasta cuatro veces m¨¢s que una persona joven, ninguna compa?¨ªa acepta nuevos clientes que superen esa edad, y algunas, ni siquiera a los 50 a?os. Por ello, la mayor¨ªa de las compa?¨ªas aplican a sus asegurados, cuando ¨¦stos cumplen los 65, incrementos de la prima que pueden llegar a triplicar la cuota.
Esta misma l¨®gica econ¨®mica es la que lleva a algunas compa?¨ªas, como Sanitas o Previasa, a rechazar mujeres j¨®venes o gravar sus cuotas. Se sabe que una mujer de entre 25 y 35 a?os gasta mucho m¨¢s que un hombre de esa edad por maternidad. Despu¨¦s, la mujer gasta mucho menos. De hecho, muchas mujeres suscriben una p¨®liza precisamente para cubrir el nacimiento de sus hijos. Conocedoras de esta circunstancia, pero necesitadas de m¨¢s usuarios, muchas compa?¨ªas aceptan a mujeres j¨®venes a condici¨®n de que el marido tambi¨¦n firme otra p¨®liza.
Pero, para poder recibir asistencia en el parto, tendr¨¢n que planificar la contrataci¨®n de la p¨®liza con m¨¢s antelaci¨®n que el embarazo: todas las compa?¨ªas imponen un periodo de carencia para esta asistencia, situada en torno a los 10 meses. Adem¨¢s, muy pocas cl¨ªnicas privadas cuentan con medios para atajar las complicaciones que pueden surgir en el parto, ya que planifican sus recursos contando con que la mayor¨ªa de los partos se resuelven satisfactoriamente. Cuando no ocurre as¨ª, env¨ªan al recien nacido a a los servicios dehospitales p¨²blicos.
La situaci¨®n es similar en el caso de malformaciones cong¨¦nitas como el s¨ªndrome de Down. Las compa?¨ªas s¨®lo atienden al beb¨¦ durante el primer a?o de vida. Cumplido ese plazo, el ni?o queda excluido de la p¨®liza. ?sta es una de las carencias en la que coinciden todas las compa?¨ªas.
A ella hay que a?adir, tambi¨¦n con car¨¢cter general, las enfermedades cr¨®nicas (Caja Salud se hace responsable de las dolencias de ri?¨®n surgidas tras la suscripci¨®n del contrato, aunque se conviertan en cr¨®nicas y es la ¨²nica compa?¨ªa que no pone l¨ªmites a las sesiones de di¨¢lisis o ri?¨®n artificial), seg¨²n un estudio comparativo de nueve compa?¨ªas realizado por la Uni¨®n de Consumidores de Espa?a (UCE). Tampoco est¨¢n cubiertas las enfermedades causadas por epidemias declaradas oficialmente.
Asimismo, algunas compa?¨ªas tampoco aceptan socios individuales. Prefieren asegurar conjuntos familiares, para que el menor gasto de los hijos compense el de los padres. Pero la mayor¨ªa est¨¢ aplicando ya cuotas diferentes por tramos de edad. Incluso las mutuas de previsi¨®n social aplican ya este modelo. La mutua del Hospital General de Catalu?a, por ejemplo, cobra 5.600 pesetas mensuales a quienes tienen menos de 20 a?os, 5.990 a quienes tienen entre 20 y 39 a?os, 7.125 entre 40 y 59 y 12.175 a los mayores de 60 a?os.
En general, tanto las compa?¨ªas como las mutuas se reservan el derecho de admisi¨®n. Y en la lista de exclusiones figuran minusval¨ªas y enfermedades cr¨®nicas de alto coste, entre ellas el sida, pero tambi¨¦n patolog¨ªas cr¨®nicas muy frecuentes, como la diabetes. El n¨²mero de usuarios de seguros privados est¨¢ estancado desde hace a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.