Muere en Puerto Rico a los 86 a?os Nicanor Zabaleta, el revitalizador del arpa
Cuando se escribe sobre la hist¨®rica generaci¨®n musical de 1927, suele hacerse desde los compositores, pero se olvida, injustamente, a los int¨¦rpretes. Son los Segovia, Cubides, Iturbi, Cassad¨®, Galve, Del Pueyo, Fleta, Capsir, Superv¨ªa, o Nicanor Zabaleta, el gran concertista de arpa muerto el jueves en Puerto Rico. All¨ª ten¨ªa su casa c¨¢lida, mientras en la de San Sebasti¨¢n, en los altos de Aldapeta, disfrutaba de? aire y el ambiente de su pa¨ªs natal.
Fue Nicanor Zabaleta un espa?ol, como el de Lorca, "rico de aventura", al que importaba antes el ser que el parecer. Un hombre entero y un artista completo que am¨® con mayor pasi¨®n a la verdad que a la fama. Su haza?a consisti¨® en liberar al arpa del sal¨®n y la convencional feminidad romanticista para convertirlo en veh¨ªculo de alta m¨²sica capaz de decimos, como escribiera Bergam¨ªn, "la m¨²sica nueva y nunca escuchada, ni vista, vibraci¨®n o estremecimiento que, como el ritmo de la sangre ardorosa que la enciende, transmite un lenguaje esencialmente po¨¦tico".Nacido en 1907 en un medio familiar proclive a lo musical, como suelen serlo los del Pa¨ªs Vasco, Zabaleta, todav¨ªa ni?o, vio con precisi¨®n vocacional que para ¨¦l la m¨²sica aparec¨ªa unida al arpa. Ten¨ªa menos de 11 a?os cuando form¨® parte de la orquesta dirigida por el maestro Zapira¨ªn, el autor de la ¨®pera vasca Ant¨®n Piperri, antes de venir a Madrid para estudiar en el Conservatorio con la profesora Vicenta Tormo. "No era exactamente una concertista" -me dec¨ªa en cierta ocasi¨®n Zabaleta- "porque entonces los recitales de arpa ten¨ªan poco sentido ya que no eran solicitados por el p¨²blico, pero s¨ª fue do?a Vicenta una gran pedagoga".
A la formaci¨®n espa?ola sum¨® Zabaleta la parisiense como disc¨ªpulo de Tournier y del compositor Cools. Practic¨® el g¨¦nero de c¨¢mara en un tr¨ªo que completaban el flautista Garijo y el violonchelista Gand¨ªa, pero al intentar acceder a la c¨¢tedra de nuestro Conservatorio, sufri¨® el primer rev¨¦s, pues no le fue adjudicada. Aquel fallo debi¨® da?ar a nuestro personaje por injusto. No ser¨ªa muy justo cuando un m¨²sico de finas calidades como era Ricardo Villa se apresur¨® a reparar el da?o y cre¨® para Nicanor una plaza en la Banda Municipal de Madrid. As¨ª, el gran donostiarra, visti¨® uniforme y se toc¨® con gorra de plato durante un a?o.
La decisiva salida al mundo internacional la hace Nicanor Zabaleta de la mano de Jos¨¦ Iturbi que lo presenta en Nueva York a comienzos de la d¨¦cada de los a?os treinta, en tanto el empresario Ernesto de Quesada batalla para lograr recitales por- toda Iberoam¨¦rica. Sorprend¨ªan, primero, y despertaban entusiasmo despu¨¦s. Pero lo cierto es que la v¨ªa quedaba abierta y el triunfo del arpista espa?ol garantizado.
Exigencia
Desde un virtuosismo movido por una segura musicalidad, Zabaleta incorpor¨® repertorio con un criterio tan exigente como el que se ven¨ªa aplicando a cualquier otro instrumento; y por su iniciativa se incorporaron al arpa, sola o con orquesta, muchos compositores de todo el mundo con obras escritas y pensadas para Zabaleta. As¨ª, Milhaud, Villalobos, Piston, Thompson, Tansmann, Tal, Tailleferre, Vuataz, y los espa?oles Halffter, Pittaluba, Montsalvatge o Joaqu¨ªn Rodrigo, autor del Concierto Serenata, la obra m¨¢s vendida y divulgada de todo la discograf¨ªa de Zabaleta.Zabaleta actu¨® con asiduidad hasta bien sobrepasados los 80 a?os y se retir¨® definitivamente en 1990.
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