Noche triste en La Carcelera
Treinta y cuatro personas, comprendidos un cantaor y un guitarrista, estuvimos en la noche m¨¢s triste de La Carcelera, la asociaci¨®n cultural que en mayo habr¨ªa cumplido 20 a?os de actividad ininterrumpida si no tuviera ahora que echar el cierre.Una sentencia judicial obliga a La Carcelera a abandonar el modesto local -un s¨®tano del barrio madrile?o del Dos de Mayo- que ha sido su sede durante todo este tiempo. El enfrentamiento de la propiedad del mismo y algunos vecinos que alegaban molestias y des¨®rdenes, no basados en la realidad de los hechos a juicio de quienes frecuentan el centro, concluyen con un vulgar desahucio.
Quiz¨¢ en el trasfondo de toda esta historia se pueda rastrear una vez m¨¢s la triste leyenda negra de que el flamenco es arte tabernario, de gente de mal vino y de peor vivir. Pero la verdad el que esta ¨²ltima noche de flamenco en La Carcelera, como todas las noches de su historia, varias personas consumieron t¨¦, otras refrescos y las m¨¢s depravadas cerveza, vino tinto o vino fino, que es la bebida de m¨¢s alta graduaci¨®n que all¨ª se pod¨ªa consumir.
La Carcelera ven¨ªa ofreciendo flamenco en Madrid puntualmente a todo lo largo de ese dilatado periodo de tiempo. Despu¨¦s de ella hubo otras muchas entidades semejantes, pero todas sucumbieron v¨ªctimas de circunstancias que hac¨ªan imposible la supervivencia. Si La Carcelera pudo llegar hasta hoy, a¨²n en condiciones evidentes de precariedad, se debe a la tenacidad de Jos¨¦ Luis L¨®pez del R¨ªo, uno de los fundadores y ¨²ltimamente su ¨²nico directivo. Hombre de cine, desde La Carcelera impuls¨® no s¨®lo el flamenco sino tambi¨¦n cursos sobre diversos aspectos de la actividad cinematogr¨¢fica, seminarios, ciclos de conferencias y otros diversos actos de tipo cultural.
Ambiente emotivo
En la noche del s¨¢bado 3 de abril de 1993, ¨²ltima -al menos por ahora- de flamenco en La Carcelera, se vivi¨® un ambiente de serenidad y de cordialidad, aunque ciertamente la emoci¨®n se sent¨ªa all¨ª a flor de piel. Actuaban el cantaor Manolo Segura y el guitarrista Bernardo Bronce, quienes lo hicieron conscientes de que seguramente estaban escribiendo con m¨²sica una p¨¢gina de alg¨²n modo hist¨®rica. Y la audiencia les escuch¨® con respeto y afecto.Pero La Carcelera no va a desaparecer. Su animador, L¨®pez del R¨ªo, echa este ahora el cierre con decidido prop¨®sito de reabrir en cuanto pueda el local y darle continuidad. Forzado por las circunstancias, que no le dejaron ninguna otra salida, ha cerrado, ya que el Tribunal Constitucional no admiti¨® su recurso. Ahora La Carcelera se queda sin sede para estas reuniones p¨²blicas, pero la asociaci¨®n sigue existiendo y espera reaparecer en un futuro no muy lejano. Deseemos que sea as¨ª, y que lo haga en condiciones dignas para continuar su insustituible tarea.
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