La memoria viva de Marcel Duchamp
Alexina, la viuda del 'gran perturbador', evoca, los laberintos del genio de su marido
Alexina, apodada Teeny, viuda de Marcel Duchamp, el gran perturbador del arte contempor¨¢neo, no ha concedido nunca una entrevista. Poder verla en su casa museo cerca de Par¨ªs es un raro privilegio. Teeny es el testigo m¨¢s ¨ªntimo y fiable del genio del hombre con Ia mirada m¨¢s inteligente del siglo XX", como dijo Andr¨¦ Breton. Monumento vivo de la memoria del arte contempor¨¢neo, Teeny, cuyo primer marido fue Pierre Matisse, hijo del pintor Henri, conoci¨® y frecuent¨® las mentes m¨¢s f¨¦rtiles e inquietas de este siglo: surrealistas, dada¨ªstas, ases de las vanguardias, Picabia, Man Ray, Ernst, L¨¦ger, Dal¨ª. Sus recuerdos son un tesoro de valor incalculable.
Menuda y graciosa, con ese inocente alejamiento de las cosas que es patrimonio de las personalidades vol¨¢tiles y distra¨ªdas, Alexina Duchamp, apodada Teeny, nos agasaja con su presencia durante una comida en su casa de campo, a una hora en coche desde Par¨ªs. Nos rodea junto a ella una naturaleza luminosa y de tintes l¨ªquidos, como un paisaje impresionista.Pero, con obsesiva discreci¨®n, se sustrajo siempre a los protagonismos, los sensacionalismos de Gran Viuda, las apariciones mundanas o de diva. Una condena a la ausencia que le indujo a evitar a reporteros y admiradores, huir de las tentaciones de entrevistas, aborrecer toda posible exaltaci¨®n autobiogr¨¢fica. Ahora, por primera vez -"que ser¨¢ tambi¨¦n la ¨²ltima", advierte Pontus Hulten, comisario de la gran muestra que el Palacio Grassi de Venecia dedica a Duchamp-, Teeny accede a un coloquio con un periodista. Encuentro condicionado por innumerables prohibiciones: nada de magnet¨®fono, nada de notas, nada de preguntas personales, indiscretas, invasoras y, menos que nunca, sensacionalistas. Pero, despu¨¦s de tanto negociar, 24 horas antes de la cita, Teeny, aterrorizada, anula todo. Nada de nada.
Pontus Hulten, valioso mediador, no ceja: por favor, Teeny, s¨®lo una comida, un almuerzo informal. Y la reclusa abre las puertas del reino donde gobierna, amedrentada, en su sal¨®n museo. Una imponente mesa tablero de ajedrez con la firma de Duchamp ("jug¨¢bamos durante horas, una liberaci¨®n de la mente"), una danza de colores de Matisse, la r¨¦plica de Richard Hamilton de los Testigos oculares, una silla gigantesca dise?ada por Max Ernst, una escultura de Giacometti, una sala de m¨²sica invadida por la malicia l¨²dica de las muchachitas de Balthus. Y tambi¨¦n las fotograf¨ªas y estudios previos para el Gran Cristal, la obra magna de Duchamp, Ia m¨¢s importante", seg¨²n el propio autor.
Sorprende y anima en Teeny la sosegada pompa de sus vicios cotidianos, los largos cigarrillos Dunhill que aspira con l¨¢nguidas bocanadas, el champa?a que alterna con el vino tinto, en un flujo inesperado (la edad de la se?ora supera con mucho los 80 a?os) de placeres sin remordimiento. Y, desde el aperitivo al postre, con el transcurrir de un tiempo lento, oriental, amansado por las delicias de un burdeos, va componi¨¦ndose la entrevista prohibida.
El tema al que m¨¢s sensible se muestra Teeny parece ser el punto de vista asumido por Arturo Schwarz, uno de los m¨¢ximos expertos en Duchamp, sobre las relaciones entre Marcel y su hermana, la pintora Suzanne. Schwarz, que hace poco, en Panorama, criticaba la muestra veneciana defini¨¦ndola como confusa y llena de obras maestras "enterradas en una masa de obras irrelevantes", sostiene desde los a?os sesenta la tesis de un v¨ªnculo incestuoso entre Marcel y Suzanne, e identifica en los personajes protagonistas del Gran Cristal, la Esposa y el Soltero, dos amantes que se desean pero no se tocan y son representaciones expl¨ªcitas del artista y su hermana.
Una gracia escepcional
Y si ¨²ltimamente Schwarz ha bajado el tono al calificar esta relaci¨®n de "mental e inconsciente", que se debe situar en una dimensi¨®n aleg¨®rica distinta al incesto familiar real, parece que, en su origen, la tesis apuntaba a demostrar un amor algo m¨¢s que metaf¨®rico.
Teeny no olvida Ia conferencia que Schwarz dio en Londres sobre este tema en el a?o 66. Mi marido y yo est¨¢bamos presentes, me enfurec¨ª por lo que dijo Schwarz. Marcel, por descontado, sent¨ªa un gran cari?o por su hermana, pero eso es otra cosa". ?C¨®mo reaccion¨® Duchamp? "Dijo con calma: 'No he o¨ªdo nada, mejor ignorarlo'. No pod¨ªa enfadarse, no se mezclaba en los asuntos del mundo. Era un perpetuo irradiador de vitalidad. Y dec¨ªa las cosas con una gracia excepcional". Y si bien sus relaciones con la familia eran "excelentes", tanto con su hermano mayor, el pintor Jacques Villon (nombre art¨ªstico de Gast¨®n Duchamp), como con Raymond Duchamp, el hermano escultor, "en realidad se evad¨ªa, quer¨ªa vivir solo y s¨®lo para ¨¦l". Y ¨¦l, "al que le interesaba todo, pero sin pronunciar nunca un juicio sobre los artistas", pod¨ªa explicarse sin hablar. "Nuestra casa de Nueva York estaba llena de j¨®venes. Marcel pod¨ªa pasar con ellos horas enteras casi en silencio. Y, sin embargo, un d¨ªa, un estudiante me dijo: nadie, jam¨¢s, me ha hecho tanto bien como Marcel".
Teeny, que ha prestado 14 obras a la exposici¨®n del Palacio Grassi, insiste en una aproximaci¨®n a la muestra fiel al pensamiento de su marido, "que no est¨¢ ya entre nosotros para hablar de sus obras y que, si estuviera, no querr¨ªa hablar de ellas, para no dirigir o forzar la mirada. No dio nunca pautas: su obra irradia est¨ªmulos intelectuales y emocionales, y suscita muchas interpretaciones".
"La generosidad, un esp¨ªritu abierto, el antiacademicismo est¨¢n entre los elementos esenciales de un trabajo tan complejo, al que uno se puede aproximar por muchos caminos", dice Teeny. Y contin¨²a: "No se puede pretender hallar una sola clave, no la hay. Su obra, por naturaleza, se opone a los monopolios espirituales. El sistema de su obra es un antisistema".
Una filosof¨ªa que est¨¢ tambi¨¦n en la base de los c¨¦lebres readymade: objetos de la vida, formas impersonales, en contra de la fe en la t¨¦cnica, en contra del mercado. Ready made por cuanto preexistentes a su intervenci¨®n: "Son manufacturas", dec¨ªa Marcel. "Ninguna idea inspiradora: la indiferencia hacia el gusto". Estrategia provocadora o nihilista "que formaba parte del juego, que divert¨ªa a Duchamp y que le hizo autorizar un n¨²mero incre¨ªble de r¨¦plicas mientras que pr¨¢cticamente todos los originales, como el famoso urinario Fuente, se perdieron", cuenta Pontus Hulten. Y a?ade que fue ¨¦l mismo el instigador de las primeras copias del ready made, "en verdad horribles, que Marcel, puntualmente, me firmaba".
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El secreto de su muerte
Teeny naci¨® en Cincinatti, EE UU, y creci¨® con cuatro hermanas mayores, nacidas del primer matrimonio de su padre: "Para m¨ª fue fabuloso tener cuatro madres adem¨¢s de la verdadera". De peque?a pasaba las vacaciones en Europa. Estudi¨® escultura en Par¨ªs, donde conoci¨® a Duchamp: "Ten¨ªa 16 a?os, le vi en casa de Marlette Mills, la mejor amiga de mi madre, una tarde en que tambi¨¦n estaba Picabia". "Fue una velada escandalosa: Duchamp orin¨® en la escalera". El episodio me lo cont¨® la secretar¨ªa de Teeny, una en¨¦rgica rubia, mientras Teeny lo calla.Teeny le ver¨ªa m¨¢s veces en Nueva York y Par¨ªs. Entretanto, se hab¨ªa casado con Pierre Matisse, que ten¨ªa una importante galer¨ªa de arte en Nueva York, y hab¨ªan nacido Paul, Peter y Jacqueline, artistas los tres, que le har¨ªan 12 veces abuela.
En cambio, con Marcel, con el que me cas¨¦ despu¨¦s de vivir juntos dos a?os", no tuvo hijos ("pero mis tres chicos le adoraban"). Marcel, que amaba mucho a las mujeres, dej¨® embarazada en su juventud, en M¨²nich, a una se?ora ya casada, y la ni?a tom¨® el apellido del c¨®nyuge leg¨ªtimo. Cuenta Pontus Hulten que esta ¨²nica hija, nacida en 1911 -coet¨¢nea, por tanto, de Teeny, de la que ahora es gran amiga-, es pintora y vive en Par¨ªs. Se parece de una forma asombrosa a su padre.
La ¨²ltima risa
Antes de adquirir la villa en Villiers-sous-Grez, los Duchamp viv¨ªan en Nueva York, en un apartamento de la D¨¦cima Avenida. "Marcel, que no quer¨ªa llamar la atenci¨®n, dec¨ªa en sus ¨²ltimos meses que hab¨ªa dejado de trabajar. Por el contrario, trabajaba mucho, a escondidas, en un estudio apartado".
El insigne anciano muri¨® en Francia, en 1968, a los 81 a?os, despu¨¦s de haber agitado como un cicl¨®n los terrenos del arte y del pensamiento, con olas que se suced¨ªan y se proyectaban en el futuro. Se dijo y escribi¨® que expir¨® cuando dorm¨ªa, privilegio que Mahoma atribuye a los justos. Teeny susurra, entre volutas de humo: "No fue as¨ª, pero eso es un secreto". Y nos regala su secreto, en la hora del atardecer, acompa?ado de un ruego: "Sea gentil, no escriba esto; es algo privado, muy nuestro".
Dice que era una tarde alegre, unos amigos hab¨ªan ido a cenar, ella le hab¨ªa preparado una taza de leche caliente: "Marcel, en el sill¨®n, me le¨ªa una historia, como siempre hac¨ªa antes de dormir. Un cuento bufo, tan bufo que me hizo re¨ªr hasta las l¨¢grimas, y ¨¦l, al verme, re¨ªa conmigo. Cerr¨® los ojos de repente: s¨®lo un instante, mientras re¨ªa. No lo dud¨¦, comprend¨ª enseguida que estaba muerto. Y me sent¨ª dichosa por que hubiera ocurrido as¨ª, porque ¨¦l adoraba la vida". Perd¨®n, Teeny, por haber roto la promesa.
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