Molinos de viento
Augusto Roa Bastos nos ha entregado en Vigilia del almirante una mirada plena de amor e ira sobre lo que en esa misma novela llama el "encubrimiento de Am¨¦rica". Desdoblado en Col¨®n, el autor de ese memorial inagotable escribe, refiri¨¦ndose a Cuba: "Die?isiete naves, las m¨¢s poderosas e m¨¢s fuertemente artilladas del Reyno, bloquean toda la isla, como si ella fuese un nido de ratas infi?ionadas de un contagioso mal. ( ... ) Es la primera vez en la historia del mundo que una grande isla de numerosa e gentil poblaci¨®n se ve asujetada toda ella a tan duro asedio e bloqueo... ".La capacidad de hablarnos del presente y aun del futuro en una novela que aparentemente se refiere al pasado es uno de los muchos aciertos de este libro admirable. Es obvio que el autor, con toda la libertad de su imaginaci¨®n, se est¨¢ refiriendo al bloqueo norteamericano contra Cuba. Me interesa considerar su mirada en t¨¦rminos pol¨ªticos no s¨®lo porque Roa es uno de los grandes escritores contempor¨¢neos, sino tambi¨¦n porque su punto de vista con respecto al bloqueo es compartido por la casi totalidad de las fuerzas que podemos englobar gen¨¦ricamente como pertenecientes a la izquierda en el mundo.
Un criterio radicalmente opuesto ha sido expresado por otro maestro de nuestra lengua, Mario Vargas Llosa, uno de los m¨¢s altos representantes de la derecha ilustrada en Latinoam¨¦rica. En su art¨ªculo Eterno crep¨²sculo, el autor de La ciudad y los perros define el bloqueo norteamericano contra Cuba como "uno de los mitos m¨¢s recalcitrantes a la evidencia de la historia contempor¨¢nea...". Ser¨ªa dif¨ªcil encontrar, en estos tiempos de creciente confusi¨®n ideol¨®gica, otro asunto acerca del cual los criterios se contrapongan de modo tan frontal e irreconciliable. Y, como suele ocurrir cuando tienen lugar esas oposiciones polares, los defensores de uno y otro bando adoptan posiciones maniqueas.
La izquierda se comporta a veces como si el bloquee, norteamericano contra Cuba, fuera de car¨¢cter militar, repite que Cuba est¨¢ hoy m¨¢s sola que nunca -como si en el laberinto de esa soledad no estuvieran perdidos todos nuestros pueblos desde hace m¨¢s de cien a?os-, y adem¨¢s da por supuesto que las insoportables carencias que sufre la isla son una consecuencia directa de la hostilidad norteamericana. En realidad, el bloqueo es de car¨¢cter comercial, no militar, Cuba no est¨¢ m¨¢s sino menos sola que Honduras, por ejemplo, la desastrosa situaci¨®n que atraviesa el pa¨ªs no es, en primer lugar, resultado del embargo, sino de la catastr¨®fica conducci¨®n econ¨®mica impuesta durante decenios por el primitivo caudillismo de Fidel Castro, as¨ª como del cese de las contribuciones sovi¨¦ticas.
Pero esto no significa que el embargo econ¨®mico y el bloqueo pol¨ªtico norteamericano contra Cuba sean un mito, como sostiene Vargas Llosa. Quiz¨¢ no se trate de gigantes, pero en todo caso s¨ª de molinos de viento como aquellos que dejaron maltrecho al bueno de Alonso Quijano. Porque, aun si aceptamos el hecho de que Cuba no compra m¨¢s en el resto del mundo porque no puede, es evidente que el levantamiento de la draconiana legislaci¨®n vigente en Estados Unidos con respecto a la isla producir¨ªa un impacto sobre la econom¨ªa cubana ¨²nicamente comparable al que -en un sentido contrario- produjo su establecimiento en la primera mitad del decenio de los sesenta. De un d¨ªa para otro el mercado tur¨ªstico cubano se transformar¨ªa totalmente, por ejemplo, y este hecho significar¨ªa, sin duda alguna, el inicio de un proceso de inversiones mutuamente ventajosas para ambos pa¨ªses que acelerar¨ªa la ya inevitable conversi¨®n de la isla a la econom¨ªa de mercado, con todas las dram¨¢ticas implicaciones que ello conlleva.
Desde un punto de vista pol¨ªtico, el levantamiento del bloqueo es el ¨²nico camino para iniciar pac¨ªficamente el dif¨ªcil proceso de normalizaci¨®n de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y tambi¨¦n para facilitar el paulatino advenimiento de transformaciones civilizadas en el interior de la isla. La derecha achaca la par¨¢lisis actual del pueblo cubano ante sus insoportables condiciones de vida exclusivamente a la represi¨®n y al indoctrinamiento de que ¨¦ste ha sido objeto durante a?os; la izquierda suele confundir dicha par¨¢lisis con un apoyo a Fidel Castro. Yo pienso que el estupor de la poblaci¨®n cubana se debe a que ¨¦sta todav¨ªa teme m¨¢s al siniestro futuro que al terrible presente. Y no le faltan razones para ello.
El espect¨¢culo de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica sumida en un caos sin fondo, del que podr¨ªa surgir la primera guerra civil en la historia humana en la que ambos bandos estar¨ªan munidos de armamento nuclear, la sangrienta autodestrucci¨®n de la ex Yugoslavia, la triste partici¨®n de la ex Checoslovaquia, el colapso de la ex RDA y los deplorables efectos que la introducci¨®n del capitalismo salvaje ha producido en otras ex democracias populares no son un ejemplo para nadie. ?Qu¨¦ se puede esperar de un cambio violento en la situaci¨®n cubana sino r¨ªos de sangre? ?Qu¨¦ sino la conversi¨®n de la isla en "un bot¨ªn para ser devorado por emigrantes hambrientos de los viejos privilegios" -tal y como ha dicho The New York Times en su editorial del pasado 3 de marzo-, y aun el regreso a la condici¨®n de semicolonia norteamericana contra la que luchamos generaciones de cubanos?
El levantamiento unilateral del embargo econ¨®mico y del bloqueo pol¨ªtico por parte de Estados Unidos tendr¨ªa sobre todo un formidable impacto psicol¨®gico en la poblaci¨®n de la isla, que perder¨ªa una buena parte de su miedo al futuro al comprobar que el actual Gobierno norteamericano no es ya prisionero de "emigrantes hambrientos de los viejos privilegios". Contra lo que pudiera pensarse, el desbloqueo no significar¨ªa un fortalecimiento para Fidel Castro, m¨¢s bien todo lo contrario. Lo dejar¨ªa desnudo, sin su ¨²nico pretexto, como pretende la derecha, o sin su ¨²nica raz¨®n, como pretende la izquierda, y contribuir¨ªa como ninguna otra medida a dinamizar el escenario pol¨ªtico y la estructura econ¨®mica de la isla. La vida cotidiana en la Cuba de hoy es un infierno, y su transformaci¨®n se impone como algo inevitable; la inc¨®gnita es saber si los cambios ser¨¢n pac¨ªficos o sangrientos, si los cubanos nos sumiremos en un c¨ªrculo vicioso de guerra y de venganza, o si podremos resta?ar nuestras heridas y organizar por fin -despu¨¦s de haber sido sucesivamente colonia espa?ola, norteamericana y rusa- una convivencia civilizada e independiente.
"La direcci¨®n m¨¢s segura, m¨¢s prudente para Washington, es dejar a Cuba pudrirse y huir de acciones que puedan ser interpretadas como una amenaza contra la isla", dice The New York Times en el editorial citado. Cuba se est¨¢ pudriendo, efectivamente, pero no hacer nada pac¨ªfico por evitarlo no es ni prudente ni seguro para nadie, porque Cuba -no el Gobierno cubano- es todav¨ªa, y pese a todo, el fiel de la balanza de las relaciones entre Estados Unidos y los pueblos latinoamericanos. Y si ahora que Washington planea reducir radicalmente el n¨²mero de sus bases militares en el extranjero Bill Clinton tuviera la suficiente generosidad, valor y audacia como para retirarse de la que ocupan en Guant¨¢namo, el caudillismo de Fidel Castro tendr¨ªa los d¨ªas contados, la paz habr¨ªa sido ganada en Cuba y las relaciones de Estados Unidos con Latinoam¨¦rica podr¨ªan plantearse sobre nuevas bases. En cambio, insistir en el bloqueo equivale a prolongar indefinidamente la agon¨ªa cubana, contribuyendo as¨ª a provocar a medio plazo explosiones de desesperaci¨®n en la isla y a dise?ar un futuro sangriento que a todos nos llenar¨ªa de horror y de verg¨¹enza.
Jes¨²s D¨ªaz es escritor cubano.
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