La torre de Babel est¨¢ en San Blas
El colegio habilitado tras la muerte de Lucrecia P¨¦rez ha acogido ya a 300 refugiados
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Abdi Bile tuvo la mala suerte de nacer en Somalia. Es educador de salud, y un d¨ªa de 1988 la guerra en su pa¨ªs no le dio m¨¢s opci¨®n que la huida. Cinco a?os despu¨¦s es espa?ol, trabaja en la Cruz Roja y reside en Madrid con su esposa. y sus seis hijos. Su labor consiste ahora en atender las necesidades de los solicitantes de refugio y asilo que se alojan en la residencia El Parque, en San Blas, un antiguo colegio. Nacido gracias al bajo ¨ªndice de natalidad y a la muerte de una dominicana -Lucrecia P¨¦rez, asesinada el 13 de noviembre por unos ultras-, en esta nueva torre de Babel han encontrado acogida ya 300 personas desde que se abri¨®, a finales de diciembre.
Tres hombretones rubios y de ojos claros acaban de aterrizar en el albergue. Llevan cara de despiste y aspecto cansado. Vienen de Rumania, en coche. Han sorteado seis fronteras y sab¨ªan de la existencia de este albergue por un compatriota. S¨®lo hablan, adem¨¢s de su idioma, el alem¨¢n. F¨¦lix Barrena, de Cruz Roja, hace de int¨¦rprete mientras Abdi Bile les da la bienvenida entregando a cada uno un enorme rollo de papel higi¨¦nico y un pedazo de jab¨®n Lagarto.No es una rutina de a?os. El centro de acogida El Parque naci¨® a finales de diciembre pasado para dar acogida a los dominicanos que previamente hab¨ªan sido enviados a Alalpardo. Se puede decir que la conmoci¨®n que caus¨® la muerte a tiros de la dominicana Lucrecia P¨¦rez ha hecho posible la existencia de este lugar, un colegio vac¨ªo propiedad del Ayuntamiento de Madrid y que subvenciona Asuntos Sociales.
Cada uno de sus inquilinos es una familia rota, una historia casi siempre escondida tras el miedo. Kokou, por ejemplo, tiene 30 a?os, es ebanista y procede de Togo. Se le humedecen los ojos cuando habla de su hija de tres a?os y medio, que sigue all¨ª, con su esposa; pero se mantiene: imperturbable mientras relata que lleg¨® a Barcelona en un barco donde se col¨® c¨®mo poliz¨®n.
Este centro de acogida tiene 190 plazas. "Dejarnos siempre entre ocho y diez camas libres", explica Barrena, "porque ¨¦ste es un centro de emergencia social. La gente no viene para quedarse, sino para pasar el apuro mientras espera los papeles o busca un mejor acomodo. Adem¨¢s de este sitio tenemos otro en Robledo de Chavela para mujeres y ni?os; y pensiones en Madrid donde alojar a familias, pero la mayor parte de los peticionarios de asilo y refugio -el 70%- son hombres".
Africanos y europeos
Los conflictos europeos repercuten en este rinc¨®n de San Blas. Ahora ya no son los africanos el grueso de sus residentes. El 44% de los que est¨¢n hoy en el centro procede de Europa; el 42%, de ?frica; el 12%, de Am¨¦rica Latina, y el 3%, de Oriente Pr¨®ximo. El pasado a?o hubo en Espa?a 12.000 solicitantes de asilo y refugio. Trescientos han pasado ya, en dos meses, por este sitio. Por pa¨ªses, los rumanos son los m¨¢s numerosos. El segundo lugar lo ocupa Rusia; despu¨¦s siguen Liberia, Bulgaria, Marruecos, Zaire, Polonia y Angola.
Durante el d¨ªa, el centro permanece cerrado, lo que ha provocado a veces las protestas de los extranjeros. La vuelta a casa ha de cumplirse pronto, entre las seis de la tarde y las diez de la noche. Es durante estas horas cuando se produce la m¨¢xima actividad, siempre en el estricto orden que marcan los cuatro empleados de la Cruz Roja -dos espa?oles, un somal¨ª (Abdi Bile) y un cuarto de Burundi-, 10 objetores de conciencia y otros tantos voluntarios de la organizaci¨®n.
Jos¨¦ Mar¨ªa es uno de los objetores que hace el turno de tardenoche en este refugio. Tiene 29 a?os y trabaja aqu¨ª desde noviembre del pasado a?o. Estudi¨® ingenier¨ªa, y ahora est¨¢ tras la mesa que hace las veces de mostrador de recepci¨®n. Y se le ve tranquilo. "Cuando termine esto intentar¨¦ encontrar trabajo como ingeniero. Esta experiencia no me ha cambiado la vida, pero s¨ª me ha abierto las miras".
Un hogar en cualquier sitio
Hasta hace dos a?os, El Parque fue un colegio p¨²blico con pasillos repletos de gritos y juegos infantiles. Despu¨¦s, el descenso de la natalidad en el distrito de San Blas silenci¨® aquel bullicio y el colegio qued¨® abandonado.Ahora, la mayor¨ªa de sus viejas aulas son dormitorios con una decena de camas cada uno. Otras se han convertido en inusuales despachos en cuyas estanter¨ªas se apilan galletas y leche en polvo procedente de los excedentes de la CE.
Todo el edificio se ha pintado de nuevo, y en la cocina -donde cada uno de los refugiados puede prepararse su plato favorito- se vive un c¨¢lido ambiente a la hora de la cena. Pero se palpa que todo aqu¨ª tiene car¨¢cter provisional.
Cruz Roja utiliz¨® antes un albergue, en la Casa de Campo, que ser¨ªa destruido luego por la piqueta. El Ayuntamiento de Madrid ha cedido ahora este inmueble, pero solamente hasta octubre. Despu¨¦s volver¨¢n las arduas negociaciones, cuando las distintas administraciones sean llamadas de nuevo para arrimar el hombro con sus millones p¨²blicos.
Y viendo este ambiente de, campa?a todo hace sospechar que, en unas cuantas horas, los profesionales que gestionan el refugio montar¨¢n un nuevo hogar en cualquier sitio.
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