Una muestra para adivinar a Mir¨®
Entre los m¨²ltiples actos conmemorativos del primer centenario del nacimiento de Joan Mir¨® se inaugura ahora en Madrid esta muestra itinerante significativamente subtitulada La irradiaci¨®n de Mir¨® en el arte es pa?ol, que re¨²ne un centenar largo de obras de unos cincuenta artistas diferentes, entre ellos del propio Mir¨®, artistas que han sido seleccionados para ilustrar la influencia que el ex traordinario pintor catal¨¢n ha ejercido entre los vanguardistas de nuestro pa¨ªs durante pr¨¢cticamente casi todo el siglo, pues ¨¦ste comenz¨® a desempe?ar un papel internacional relevante desde comienzos de los a?os veinte.En todo caso, advirtamos de entrada que si el tema de las influencias art¨ªsticas es de suyo apasionante y complejo desde que se convirti¨® en un valor la originalidad, all¨¢ por los albores del renacimiento, aumenta considerablemente su dificultad seg¨²n nos aproximamos a nuestra ¨¦poca contempor¨¢nea, no s¨®lo porque durante la misma esa pretensi¨®n de ser original por todo artista que se precie se ha exacerbado hasta lo imposible, sino tambi¨¦n porque la aclaraci¨®n adecuada de las posibles deudas contra¨ªdas por un artista respecto a otro u otros es tanto m¨¢s fiable cuando se consigue abarcar desde una perspectiva temporal y espacial mayor.
En este sentido, la presente muestra, al limitar su campo de atenci¨®n a la esfera local, res tringe, por una parte, gravemente su argumentaci¨®n cr¨ªtica y se condena a la catalogaci¨®n arqueol¨®gica; pero, por otra, al ampliar su campo hist¨®rico de visi¨®n hasta la actualidad, pierde forzosamente esa convicci¨®n cient¨ªfica u objetividad en la que basan su trabajo los arque¨®logos. Lo que quiero se?a lar es, en suma, bien simple: que esta muestra adolece simult¨¢neamente de una falta y de un exceso de ambici¨®n, quiz¨¢s porque quiere ser dos cosas contradictorias a la vez, y adem¨¢s afrontando el desaf¨ªo con grav¨ªsimas limitaciones materiales -como, entre otras el espacio expositivo disponible-, lo que multiplica la sensaci¨®n de aleatoriedad.
Selecci¨®n de obras
Esto se pone, por ejemplo, en evidencia, en la selecci¨®n de obras de Mir¨®, que evidentemente no han podido ser elegidas en funci¨®n del establecimiento de modelos concretos a partir de los cuales se pueda determinar su influencia en las obras de los artistas presentes en la exposici¨®n, sino entre lo actualmente poqu¨ªsimo disponible para ser prestado, ocurriendo otro tanto de lo mismo con las de los comparativamente m¨¢s importantes o c¨¦lebres, como Picasso o Dal¨ª.
Pero donde se puede apreciar m¨¢s el fallo de esta iniciativa es parad¨®jicamente en la que es, desde mi punto de vista, su secci¨®n mejor: la que recoge la influencia mironiana en el arte espa?ol de los a?os cuarenta y cincuenta, cuando, en plena desinformaci¨®n y aislamiento de posguerra, un Mir¨® refugiado y casi clandestino se convirti¨® en el santo y se?a de las nuevas generaciones vanguardistas, especialmente de Catalu?a. Aun as¨ª no deja de haber alguna pifia, como la de ese grafismo abstracto de fines de los cincuenta de L. Gordillo, donde resulta dif¨ªcil no ver la huella total de Wols. Con todo, lo que esta secci¨®n pone de manifiesto es la ventaja cr¨ªtica de haberse circunscrito el punto de vista de la muestra, aunque luego el reclamo publicitario fuera menos pomposo.
Todas estas consideraciones no pretenden, en cualquier caso, una descalificaci¨®n global de la muestra, que exhibe obras a veces curiosas, y otras, bellas, adem¨¢s de, como acabo de indicar, poseer algunas secciones mejor trabadas con su enunciado que otras, pero, en definitiva, se trata de un planteamiento que hubiera tenido m¨¢s oportunidades como ensayo hist¨®rico en forma de libro o como art¨ªculo en una revista especializada que como tal exposici¨®n.
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