"Un periodo excepcional"
El compositor y pianista Joaqu¨ªn Nin-Culmell, de 85 a?os, contempor¨¢neo de los m¨²sicos que trabajaron durante la Segunda Rep¨²blica, declar¨® ayer en Granada que de todas las numerosas tendencias vanguardistas que afloraron entonces ha permanecido, m¨¢s que unas escuelas determinadas, el acento personal de cada uno. Nin-Culmell mantiene que no fue tanto la Rep¨²blica como el momento creativo que favoreci¨® su instauraci¨®n, tras superar las secuelas del 98, lo que influy¨® en la febril actividad art¨ªstica de entonces."Es normal que hubiera muchas vanguardias pues los espa?oles nos enfrent¨¢bamos entonces al mundo europeo y nos ve¨ªamos comparativamente un poco mal vestidos. Muchos compositores se marcharon a Francia, otros a Alemania. El 98 signific¨® un pesimismo espantoso que s¨®lo se pod¨ªa derrotar con un optimismo extraordinario. El objetivo era integrarse en Europa desde el aislamiento y desde las ataduras al folclor que mataban a los compositores", recuerda. Nin-Culmell mantiene que aqu¨¦l fue un periodo "creativo excepcional" y que en m¨²sica, al contrario que en otros g¨¦neros art¨ªsticos, la adscripci¨®n ideol¨®gica no fue tan determinante. "El compromiso en una partitura es muy dif¨ªcil a no ser que se compongan obras corales. En cambio, s¨ª que exist¨ªan los compromisos humanos".
Vanguardia y retaguardia
Con todo, durante la Rep¨²blica, forcejeaban los distintos estilos y las diferentes concepciones de la vanguardia. "Yo, como pianista, tuve la ventaja de que interpretaba las obras de todos ellos, desde Mompou a Ernesto Halffter. No hay nada que se transforme m¨¢s pronto en retaguardia que la vanguardia. Ahora no reconocemos diferencias, s¨®lo m¨²sica buena o mala.Nin-Culmell considera que la m¨²sica durante la Rep¨²blica est¨¢ mal estudiada debido a la falta de cr¨ªticos capaces de afrontar la tarea. Respecto a la relaci¨®n de los compositores de su generaci¨®n con otros creadores, reconoce que fue escasa. "A los poetas", dice con su habitual sorna, "no les gusta la m¨²sica. Dicen que s¨ª por obligaci¨®n. Jam¨¢s he o¨ªdo m¨¢s tonter¨ªas sobre m¨²sica que en labios de un poeta. Yo me llevo bien con historiadores y cient¨ªficos y peor con poetas. Quiz¨¢ la raz¨®n de ello consista en que ya hay demasiada m¨²sica en la poes¨ªa y a sus autores no les gusta que la cambien".
Las palabras de Nin-Culmell rezuman cierta melancol¨ªa, una tristeza antigua pues ya en 1932 atisb¨® el fin de aquel periodo reci¨¦n comenzado. "Hablar de mis contempor¨¢neos es hablar de m¨ª. El recuerdo de toda esa gente que he conocido me estremece y me hace pensar que me he quedado en un escenario del que todos los actores se han ido".
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