La belleza convulsa
Enric Miralles, tras el desplome de la cubierta del polideportivo de Huesca
Tuvo que ser 13 y martes. A las cuatro de la madrugada cedi¨® uno de los cables que sosten¨ªa la cubierta del Palacio de los Deportes de Huesca, y poco m¨¢s tarde el edificio era un amasijo informe de hierros. La primera obra importante del arquitecto joven espa?ol de m¨¢s talento pl¨¢stico se desplom¨® sin causar v¨ªctimas; pero entre los restos del siniestro, m¨¢s similares a una cat¨¢strofe ferroviaria que a una ruina arquitect¨®nica, qued¨® enterrada la inocencia experimental, l¨ªrica y audaz de Enric Miralles, que ha perecido bajo los escombros fr¨ªos de una obra abrasada.El barcelon¨¦s de 37 a?os ha vivido su noche m¨¢s triste en un momento crucial de su mete¨®rica carrera. Admirado por los estudiantes y reconocido por los c¨ªrculos vanguardistas internacionales, Miralles ense?a simult¨¢neamente en Harvard, Francfort y Barcelona; tras haber cimentado su prestigio en un pu?ado de peque?as intervenciones, intensas e inspiradas, adem¨¢s de pr¨®digamente difundidas, al joven arquitecto le hab¨ªa llegado el momento de los grandes encargos: el mayor de ellos se ha derrumbado con estr¨¦pito en este abril cruel.
Despu¨¦s de un periodo de aprendizaje en el estudio de los catedr¨¢ticos de la Escuela de Arquitectura de Barcelona Helio Pi?¨®n y Albert Viaplana, Enric Miralles se asoci¨® con su entonces esposa, Carmen Pin¨®s, y juntos dise?aron media docena de obras que obtuvieron el reconocimiento cr¨ªtico de forma instant¨¢nea.
Dibujadas repetidas veces en planos exquisitos y herm¨¦ticos, y representadas persuasivamente a trav¨¦s de maquetas delicadas y sensuales, las peque?as construcciones de esta pareja de arquitectos manifestaban una pasi¨®n vigorosa y optimista, inagotablemente inventiva, e irremediablemente seductora.
Entendidas como abstractas esculturas urbanas, sus cubiertas en la plaza Mayor de Parets del Vall¨¨s son construcciones rotundas de madera y acero desordenadas por un vendaval inm¨®vil; de forma no muy distinta, sus p¨¦rgolas en la avenida de Icaria, de la nueva Villa Ol¨ªmpica barcelonesa, semejan ¨¢rboles met¨¢licos doblegados por una tempestad y desmantelados por la violencia de las tormentas costeras. En ambos casos, el motivo funcional del porche o la p¨¦rgola se utiliza al servicio de un expresionismo pl¨¢stico y din¨¢mico que emplea un repertorio formal de l¨ªneas diagonales, planos inclinados e inesperadas curvas.
Vehemencia expresiva
Sus remodelaciones de edificios existentes introducen en recintos con frecuencia triviales la misma intensidad y vehemencia expresiva. La transformaci¨®n de una f¨¢brica en Badalona para albergar el colegio La Llauna -que les vali¨® el Premio FAD de Interiorismo de 1987- se realiz¨® articulando el edificio con rampas y escaleras de aspecto maquinista que enfatizan el movimiento interior y trasladan a la escuela el lenguaje ¨¢spero de la calle. En el centro social La Mina, en Barcelona, una escenograf¨ªa de planos oblicuos y altillos precariamente sostenidos contrasta con el dinamismo gestual de las curvas que se prolongan hasta el exterior del neutro edificio rectangular rehabilitado por los arquitectos.Ese desbordamiento de la energ¨ªa interior se manifiesta tambi¨¦n en la ¨²nica obra madrile?a de Miralles -realizada ya tras su separaci¨®n de Pin¨®s-, la remodelaci¨®n de un bajo de la calle de O'Donnell para sede del C¨ªrculo de Lectores, que expresa ya en la fachada la colisi¨®n azarosa y la tensi¨®n inestable de los espacios interiores. Aqu¨ª, el aprovechamiento teatral de un local vulgar y tortuoso alcanza su paroxismo, con una sucesi¨®n de palcos colgados, tribunas suspendidas y escaleras ingr¨¢vidas que componen un escenario encantado para exposiciones, conferencias y presentaciones de libros.
Pero donde las dotes pl¨¢sticas y escult¨®ricas de los arquitectos se han podido expresar con mayor libertad, vigor y elocuencia ha sido en los vestuarios del tiro con arco, en las instalaciones ol¨ªmpicas del Valle de Hebr¨®n, en Barcelona, un conjunto coreogr¨¢fico de elementos de hormig¨®n dise?ados con sus curvas y quiebros caracter¨ªsticos que se adapta a los taludes del accidentado terreno; y, sobre todo, en el cementerio de Igualada, la obra m¨¢s significativa de los autores, que explora tambi¨¦n las posibilidades de los desniveles y los muros de contenci¨®n.
Con el cementerio, cuyo proyecto data del concurso ganado por la pareja en 1985, y cuyas obras se han venido desarrollando en diferentes fases durante los ¨²ltimos a?os, Miralles y Pin¨®s han construido uno de los paisajes m¨¢s evocadores, emocionantes y dram¨¢ticos de la arquitectura contempor¨¢nea espa?ola. El modelado de la colina en terrazas y el trazado de los recorridos procesionales dan al conjunto una intensidad arcaica que se alimenta de la fuerza violenta y la plasticidad naturalista de las hileras de nichos de hormig¨®n y el flujo detenido de los troncos aleatoriamente embebidos en el pavimento.
Tras el conmovedor cementerio de Igualada, y por encima del centro c¨ªvico de Hostalets o el pabell¨®n de gimnasia r¨ªtmica de Alicante, el Palacio de los Deportes de Huesca deb¨ªa haber sido -y ojal¨¢ a¨²n todav¨ªa sea- la obra que se?alase la definitiva madurez arquitect¨®nica de Enric Miralles. Sobre el terreno modelado para formar el gran cr¨¢ter de las gradas, una cubierta suspendida de ocho cables de acero cubr¨ªa el recinto soportando los lucernarios ondulados y las instalaciones. Esa carpa rizada que constitu¨ªa el rasgo m¨¢s caracter¨ªstico del proyecto es la que hoy escombra las pistas y eriza las pol¨¦micas.
Al margen de que los peritajes t¨¦cnicos diluciden las responsabilidades materiales y jur¨ªdicas, la gran tragedia de Miralles es que la naturaleza inestable de su est¨¦tica constructiva lo convierte en el responsable po¨¦tico y art¨ªstico. Su exaltaci¨®n del equilibrio precario y su celebraci¨®n de la percepci¨®n insegura a trav¨¦s de una arquitectura de curvas tensas y planos inclinados har¨¢ que, en las agrias discusiones que se avecinan, muchos lo culpen sin motivo, emborronando la responsabilidad material con la responsabilidad est¨¦tica.
Gaud¨ª o Jujol
Aunque en Catalu?a se ha relacionado su inventiva formal con la del modernismo de Gaud¨ª o Jujol, lo cierto es que Miralles se vincula m¨¢s bien con una amplia corriente de j¨®venes arquitectos de vanguardia que se inspira en el expresionismo t¨¦cnico de los constructivistas rusos de los a?os veinte y en las formas surreales, juguetonas y optimistas de los a?os cincuenta. El romanticismo antigravitatorio de muchos de aquellos proyectos, producto de los sue?os revolucionarios o de las fantas¨ªas de la sociedad de consumo, se difundi¨® especialmente a partir de una exposici¨®n que reuni¨® a los m¨¢s notorios de ellos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York durante el verano de 1988.La exposici¨®n se llamaba Arquitectura deconstructivista, y lanz¨® a la fama, arropados por los veteranos norteamericanos Frank Gehry y Peter Eisenman, a un grupo de j¨®venes cosmopolitas de gran talento gr¨¢fico: los vieneses de Coop Himmelblau, la iraqu¨ª Zaha Hadid, el holand¨¦s Rem Koolhaas, el suizo Bernard Tschumi y el polaco Daniel Libeskind. Cinco a?os despu¨¦s, y acaso en consonancia con el parad¨®jico t¨ªtulo de la muestra, la mayor parte de estos prometedores arquitectos no ha construido sino peque?as folies, restaurantes y reformas de ¨¢ticos. No es ¨¦ste el caso de los deconstructivistas espa?oles, que se han beneficiado de una etapa de acelerado dinamismo econ¨®mico y receptividad p¨²blica ante el experimentalismo art¨ªstico.
En ese marco de menguadas realizaciones internacionales, el Palacio de los Deportes de Huesca era probablemente la m¨¢s ambiciosa obra levantada en sinton¨ªa con el esp¨ªritu intranquilizador, caligr¨¢fico y l¨ªrico de la deconstrucci¨®n, y su desplome constituye una cat¨¢strofe tambi¨¦n para el futuro de esa corriente art¨ªstica. La caprichosa represalia de las testarudas leyes naturales castiga una arquitectura que se ha descrito como perfecci¨®n violada, y que ha celebrado con sus formas la ruptura, ha fingido la inestabilidad y ha remedado la fragmentaci¨®n.
Al propio tiempo, el derrumbamiento simboliza un fracaso del esp¨ªritu frente a la materia, una derrota de la voluntad de innovaci¨®n frente a la convenci¨®n constructiva, y un naufragio de la libertad frente a la costumbre. Enric Miralles habr¨¢ envejecido diez a?os en una noche, y su arquitectura y ¨¦l mismo habr¨¢n perdido para siempre la inocencia. Huesca ha sido el Challenger de la deconstrucci¨®n, y la sociedad tiene derecho a exigir el esclarecimiento de las responsabilidades. Pero nada podr¨¢ detener la voluntad del esp¨ªritu humano de forzar los l¨ªmites de lo posible. En este fin de siglo, la belleza es convulsa, y el arte, un juego serio.
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