El Marsella afronta su segunda final en tres a?os
El Marsella disputar¨¢ el 26 de mayo, en el estadio Ol¨ªmpico de M¨²nich, su segunda final de la Copa de Europa en tres temporadas. En la 1990-91, cuando todav¨ªa no se hab¨ªa implantado el sistema de las liguillas, perdi¨® por penaltis ante el Estrella Roja de Belgrado en un partido decepcionante. El rival del equipo que preside Bernard Tapie ser¨¢ ahora el Milan de Silvio Berlusconi.
Nadie, ni siquiera en Marsella, interpreta como una calumnia afirmar que el Ol¨ªmpico de 1991 era superior al actual. De hecho, fue el ¨²ltimo conjunto capaz de vencer al Milan en la Copa de Europa y los jugadores de Berlusconi digirieron la derrota por 1-0 de tan mala manera que se ganaron un a?o sab¨¢tico por parte de la Comisi¨®n de Disciplina de la UEFA. El empate anterior en San Siro (0-0) hab¨ªa sido clave para la entrada del Ol¨ªmpico en la ¨¦lite continental.El Ol¨ªmpico mezcl¨® entonces el rigor y la fantas¨ªa en dosis equilibradas para envenenar el organismo milan¨¦s concebido por Arrigo Sacchi. Apenas dos a?os despu¨¦s, se ha adaptado a las exigencias m¨¢s prosaicas de Raymond Goethals. El t¨¦cnico belga fue criticado, incluso por su colega alem¨¢n Franz Beckenbauer, por su planteamiento excesivamente serio frente al Estrella Roja en la final de Bari, donde prescindi¨® de peloteros como Tigana, Stojkovic y Vercruysse para incluir a currantes como Fournier y Germain. Las ventas han restado desde entonces existencias de talento y han producido una plantilla trabajadora mucho m¨¢s a su gusto.
La lista de bajas es elocuente: Papin, Waddle, Mozer, Vercruysse, Cantona, Stojkovic, Tigana y Steven. El verdugo del Milan actuaba con un ¨²nico delantero nato, Papin, que garantizaba elevados porcentajes de acierto. Detr¨¢s del actual delantero milanista, ten¨ªan libertad de movimientos Waddle y Pel¨¦, respaldados por un denso esfuerzo en el centro del campo y las agresivas subidas de defensas como Amor¨®s y Mozer.
El equipo actual
El Marsella actual trabaja a las ¨®rdenes del mismo molinero, pero es harina de otro costal. Su juego ofensivo se basa mucho m¨¢s en la fuerza que en la habilidad art¨ªstica. El alem¨¢n Voeller y el croata Boksic pueden aportar detalles compensados -veteran¨ªa contra juventud, sabidur¨ªa cotra una impulsiva velocidad-, pero no dejan de ser un tandem m¨¢s previsible. El agravante es que el porcentaje de aciertos en el remate de Boksic supone una malversi¨®n de los fondos. Si se consumara el inter¨¦s del Juventus por ¨¦l, ser¨ªa toda una prueba adaptarse a un calcio que exige tino en la conversi¨®n de un n¨²mero reducido de ocasiones. El Marsella de anta?o fabricaba tantos para Papin, pero goleaba a trav¨¦s de una decena de jugadores. El actual se apoya en los dos atacantes y las entusiastas subidas de Sauz¨¦e.
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