El precio de la salud gratuita
El 6 de junio se decide qui¨¦n gestionar¨¢ los enormes recursos que mueve la sanidad publica: la iniciativa privada o el EstadoEl precio de la salud gratuita
Celestino tiene 16 a?os y hace apenas 12 meses iba en silla de ruedas. Es hemof¨ªlico y sufre una patolog¨ªa relativamente frecuente en este colectivo: hemartrosis; lo que quiere decir que las articulaciones se le llenan de sangre. Los m¨¦dicos de la ciudad sanitaria Vall d'Hebr¨®n, en Barcelona, han conseguido que vuelva a andar y lleve una vida normal. No venta millones de pesetas anuales le cuesta a la Seguridad Social mantener as¨ª a Celestino. ?Cu¨¢ntos espa?oles podr¨ªan pagar esa cifra? ?Querr¨ªa alguna asegura dora hacerle una p¨®liza a Celestino? Cuando los partidos pol¨ªticos hablan estos d¨ªas de modelos sanitarios, de quien est¨¢n hablando es de Celestino. Y de V¨ªctor Boada, un ni?o de 13 a?os con fibrosis qu¨ªstica, que est¨¢ siendo sometido a un costos¨ªsimo tratamiento desde los cuatro a?os y que va al hospital casi tanto como a la escuela. "No querr¨ªa ni pensar qu¨¦ ser¨ªa de nuestra vida si no tuvi¨¦ramos Seguridad Social", dice su madre. La mayor¨ªa de los espa?oles tiene edad suficiente para recordar la incertidumbre que en sus padres provocaba la falta de seguro sanitario. "Que Dios nos conserve la salud", dec¨ªan. "Que Dios nos conserve la Seguridad Social", dice hoy Paulino Egea, de 83 a?os, en la sala de espera del servicio de traumatolog¨ªa de un hospital p¨²blico, en el que su mujer se recupera de una rotura de f¨¦mur.
Como Paulino, muchos espa?oles consideran que el seguro p¨²blico es una conquista social cuyo valor no puede medirse en t¨¦rminos econ¨®micos. Pero, parad¨®jicamente, el dinero es un grave problema para esa conquista social: el Gobierno tuvo que aprobar en 1992 un cr¨¦dito extraordinario de medio bill¨®n de pesetas para compensar el d¨¦ficit sanitario.
Privatizaci¨®n
No es ¨¦sa, sin embargo, la cuesti¨®n de fondo. Lo que se dirime en estas elecciones, en una soterrada pero brutal pugna de intereses, es tambi¨¦n una cuesti¨®n econ¨®mica, pero diferente: ?qui¨¦n va a gestionar el enorme volumen de recursos que la sanidad mueve? Por un lado, el PSOE e IU defienden la pervivencia del actual sistema nacional de salud, p¨²blico y universal, como ¨²nico modelo capaz de garantizar la solidaridad y la equidad en la asistencia. Por otro, el PP, CiU y los sectores econ¨®micos vinculados a las aseguradoras privadas se plantean romper este modelo y dejar al usuario libertad de elecci¨®n entre la Seguridad Social y los seguros libres.
El PP se propone mantener el sistema de financiaci¨®n p¨²blica del gasto sanitario y la cobertura universal, es decir, que los gastos de salud los pague el Estado, pero dejando libertad al usuario para elegir entre la Seguridad Social o un seguro privado. Como hacen ya ahora los dos millones de funcionarios atendidos por Muface. El plan de reorganizaci¨®n sanitaria del PP prev¨¦ la ampliaci¨®n de estas condiciones primero a todos los funcionarios p¨²blicos, despu¨¦s a los trabajadores aut¨®nomos y, finalmente, a toda la poblaci¨®n. La misma posici¨®n defiende en su programa CiU cuando propone que la cotizaci¨®n a la Seguridad Social deje de ser obligatoria.
Hasta ahora, sobre todo a ra¨ªz del llamado informe Abril (elaborado por la Comisi¨®n de Evaluaci¨®n del Sistema Sanitario, encabezada por el ex vicepresidente del Gobierno Fernando Abril Martorell), se hab¨ªa hablado de introducir en los hospitales p¨²blicos f¨®rmulas de gesti¨®n. empresarial. Sin embargo, lo que ahora propone el Partido Popular es privatizar una parte importante de la sanidad. De escindir el actual sistema sanitario p¨²blico en dos bloques, uno de cobertura p¨²blica y otro de cobertura totalmente privada. Lo que quiere decir que las personas que eligieran el seguro privado dejar¨ªan de contribuir a la Seguridad Social y, por tanto, ¨¦sta tendr¨ªa, menos recursos y a la larga se ver¨ªa abocada a limitar dr¨¢sticamente las prestaciones.
La Asociaci¨®n por la Defensa de la Sanidad P¨²blica advierte que una ruptura de este tipo acabar¨ªa configurando un sistema sanitario privado, bien dotado, para las capas medias y altas, y un sistema p¨²blico depauperado y sin medios para todos los dem¨¢s. El sistema p¨²blico tendr¨ªa que asumir adem¨¢s la asistencia m¨¢s costosa porque los seguros privados, cuya ¨²nica l¨®gica es el beneficio, seleccionan a los pacientes -excluyen, por ejemplo, a los enfermos cr¨®nicos- de modo que acabar¨ªa privatiz¨¢ndose la parte m¨¢s rentable de la sanidad.
La expectaci¨®n no puede ser mayor. Los seguros privados conf¨ªan en que gane el PP. La ca¨ªda en el n¨²mero de afiliados revela que la sanidad privada atraviesa una crisis de supervivencia. "Si no es con libertad de opci¨®n, el aseguramiento privado no tiene futuro", opina Ignacio Orce, uno de los principales expertos de este sector.
Mientras tanto, las muchas disfunciones que todav¨ªa persisten en el sistema sanitario p¨²blico son utilizadas sistem¨¢ticamente como ariete para derribarlo. Porque as¨ª como es cierto que la Seguridad Social resuelve casos como el de Celestino o V¨ªctor, tambi¨¦n es verdad que hay, por citar s¨®lo un ejemplo, listas de espera en absoluto justificadas.
Un mill¨®n de actos m¨¦dicos
?sa es la grandeza y la miseria del sistema sanitario espa?ol, que atiende a 38 millones de usuarios, lo que significa, para dar idea de su tama?o, un mill¨®n de actos m¨¦dicos diarios, 25.000 urgencias cada d¨ªa, y todo por un coste relativamente bajo: algo m¨¢s de 200 pesetas diarias por usuario.
Nadie pone en duda que este sistema llega al final de la tercera legislatura socialista con mucha mejor salud que en 1982 y que en estos 10 a?os el salto tecnol¨®gico ha sido tan espectacular que ha situado a Espa?a entre los ¨ªndices de calidad y prestaciones m¨¢s altos. S¨®lo as¨ª se explica que Espa?a se encuentre en lo alto de la ola de los trasplantes. "Hacer 4.300 trasplantes al a?o con excelentes resultados no es algo que pueda improvisarse. S¨®lo un sistema hospitalario que funciona puede sacar adelante semejante reto", dice Rafael Matesanz, responsable de la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes.
Nadie pone en duda que la medicina espa?ola tenga, en su conjunto, un alto nivel. El problema est¨¢ en que no es homog¨¦nea y adem¨¢s falla estrepitosamente en algo que compromete todo lo dem¨¢s: la organizaci¨®n. La gesti¨®n. As¨ª lo puso de manifiesto el informe Abril, y todos los programas electorales ponen el ¨¦nfasis en la necesidad de mejorar este importante aspecto.
Porque parece incongruente que un sistema que hace trasplantes, que es capaz de alcanzar la autosuficiencia en donaciones de sangre -1.170.000 unidades recogidas en 1991, frente a las 810.000 de 1985- o que cura el mismo porcentaje de leucemias que los m¨¢s desarrollados no sea capaz al mismo tiempo de operar una catarata o unas varices en menos de ocho meses. 0 que la reforma de la asistencia primaria no alcance todav¨ªa m¨¢s que al 57% del territorio del Insalud.
Los tiempos de espera son demasiado largos, y la burocracia, demasiado farragosa. En eso coinciden tanto los expertos como los usuarios. Y ¨¦sas son las principales causas del descontento, que no es tan abrumador como desde la sanidad privada se proclama. Los resultados de la encuesta comparativa encargada para el informe Abril a la Universidad de Harvard (EE UU) revelaron que el 71 % de los espa?oles considera bueno o muy bueno el sistema sanitario espa?ol, pero cree que es preciso introducir cambios en la organizaci¨®n. Exactamente lo mismo que dicen los expertos.
La universalizaci¨®n de la asistencia ha sido uno de los principales logros de la d¨¦cada socia-
lista, pero la incorporaci¨®n de ocho millones de nuevos usuarios -principalmente los aut¨®nomos-, sin incrementar en la proporci¨®n necesaria los recursos, ha ?agravado los problemas.Los defensores del sistema sanitario p¨²blico, entre ellos Consuelo Ruiz Jarabo, de la Asociaci¨®n para la Defensa de la Sanidad P¨²blica, argumentan que las esperas son inevitables en un sistema universal, que es el precio de la equidad. "Las esperas s¨®lo se producen en patolog¨ªas leves no urgentes", argumenta el ministro de Sanidad, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n "Gran Breta?a acaba de aprobar una ley que reconoce el derecho del usuario a dirigirse a un m¨¦dico privado y cobr¨¢rselo despu¨¦s al seguro ?si lleva en Esta de espera dos a?os!", a?ade con vehemencia
Los tiempos de espera pueden ser inevitables, pero parece que en Espa?a este problema nunca se hab¨ªa abordado adecuada mente. La prueba es que cuando recientemente, las distintas autoridades sanitarias han querido reducirlas, lo han hecho. El propio Insalud se ufana del ¨¦xito al canzado en Madrid: en menos de un a?o han conseguido reducir un 64,4% el n¨²mero de pacientes en lista ole espera. ?Por qu¨¦ no se hizo antes?
"Un a?o es mucho tiempo"
El presidente Felipe Gonz¨¢lez utiliza un dato que disipa las cr¨ªticas: "En 1992 estamos operando 11 veces m¨¢s cataratas que en 1982. Entonces no hab¨ªa listas de espera. Sencillamente, los enfermos se quedaban ciegos. Ahora se les opera, luego algo hemos avanzado, y procuraremos que no tengan que esperar", dice.
Pero el progreso se asimila r¨¢pidamente. "Tengo 70 a?os y entre ver y no ver media una gran diferencia. Yo ya casi no veo nada y, a mi edad, un a?o es mucho tiempo", dice Manel G., uno de los enfermos en lista de espera del Hospital Cl¨ªnico. Como mucho tiempo es para un paciente de 40 a?os tener que perder dos ma?anas para llegar al especialista de primaria, que acabar¨¢ envi¨¢ndolo a las consultas externas de un hospital, con lo que ya ser¨¢n cuatro los viajes que habr¨¢ hecho antes de entrar en materia.
La coordinaci¨®n entre la asistencia primaria y los hospitales es otra de las asignaturas pendientes. El sida lo va a poner de manifiesto con dram¨¢tica rotundidad. Hasta el 31 de marzo se hab¨ªan contabilizado 18.343 enfermos de sida. Lo que hasta ahora ha emergido del sida es, en realidad, s¨®lo la punta del iceberg que va a caer sobre el sistema sanitario espa?ol.
Espa?a es en estos momentos el pa¨ªs europeo que m¨¢s nuevos casos registra cada a?o, y las proyecciones m¨¢s moderadas indican que el n¨²mero de personas infectadas por el virus se eleva ya a unos 150.000. El 80% de los portadores enferma y fallece antes de transcurridos 10 a?os desde el contagio.
Eso significa que el sistema sanitario recibir¨¢ en los pr¨®ximos a?os una avalancha de nuevos enfermos de sida que no podr¨¢ ser atendida en los ya saturados hospitales p¨²blicos. El desaf¨ªo del sida incluye tambi¨¦n cortar la expansi¨®n del virus. Lo que significa replantear seriamente la pol¨ªtica sobre drogas, puesto que el 64,3%, de los enfermos de sida son drogadictos.
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