"Jueves negro"
LA JORNADA de ayer fue pr¨®diga en las peores noticias econ¨®micas: devaluaci¨®n de la peseta, incremento -por encima de lo esperado- de la inflaci¨®n y crecimiento espectacular del paro en el primer trimestre. Una coyuntura p¨¦sima. ¨²nicamente el efecto casi autom¨¢tico de la depreciaci¨®n de la peseta -la bajada de los tipos de inter¨¦s punto y medio- corrigi¨®, s¨®lo en primera instancia, el tremendo impacto de este jueves negro.
Con todo, lo m¨¢s inesperado fue el momento de la tercera devaluaci¨®n de la peseta en siete meses. Apenas unas horas antes de la decisi¨®n, el presidente del Gobierno todav¨ªa manten¨ªa su intenci¨®n de resistir los embates especulativos. El nuevo tipo de cambio central de la moneda espa?ola en el Sistema Monetario Europeo (SME) es un 8% m¨¢s bajo que el de la ¨²ltima devaluaci¨®n, de noviembre de 1992.
La crisis que emergi¨® en el conjunto del SME en septiembre del pasado a?o, no s¨®lo se ha mantenido abierta desde entonces, sino que se ha localizado con especial intensidad en las monedas perif¨¦ricas, y en especial sobre la peseta. A las causas de car¨¢cter general, vinculadas al creciente escepticismo generado por el proyecto de uni¨®n econ¨®mica y monetaria, se han unido las espec¨ªficamente relacionadas con la incertidumbre pol¨ªtica abierta en nuestro pa¨ªs tras la convocatoria anticipada de elecciones generales. Si es dif¨ªcil mantener en condiciones normales el equilibrio entre el respeto a la restricci¨®n externa de la pol¨ªtica econ¨®mica (la preservaci¨®n de la disciplina cambiar¨ªa) y la necesidad de acomodar la pol¨ªtica monetaria a la fase c¨ªclica por la que atraviesa la econom¨ªa (bajar los tipos de inter¨¦s), en una situaci¨®n como la que vive hoy nuestro pa¨ªs se ha comprobado que constituye un empe?o casi imposible.
La duda no radicaba tanto en si tendr¨ªa lugar una nueva devaluaci¨®n, sino la fecha de la misma: antes o inmediatamente despu¨¦s del 6 de junio. No es de extra?ar, por tanto, que ante esta alternativa los agentes decidieran vender anticipadamente una moneda expuesta de forma creciente al riesgo de la devaluaci¨®n, realimentando una espiral de dif¨ªcil contenci¨®n. En un contexto de libre movilidad internacional de los capitales, el volumen de transacciones diarias que se llevan a cabo en los mercados de divisas es tal que reduce de forma significativa la virtualidad de las operaciones convencionales de intervenci¨®n de cualquier banco central (vendiendo reservas de divisas a cambio de la moneda propia), aun cuando ¨¦stas tengan el apoyo de otros bancos centrales y se mantengan reforzadas por tipos de inter¨¦s relativamente elevados.
Si a esta incertidumbre se a?aden las derivadas de los propios resultados electorales, las generadas por la ambig¨¹edad de los programas econ¨®micos de los partidos concurrentes o las asociadas a la persistencia en los mensa es decididamente relajadores de los tipos de inter¨¦s, la incapacidad de frenar las presiones vendedoras de pesetas era evidente. Eso es lo que ha ocurrido.
Pero la constataci¨®n de estos factores no estrictamente t¨¦cnicos no puede impedir la evidencia de una p¨¦rdida de credibilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola en los ¨²ltimos meses. Ha habido una incapacidad de nuestras autoridades para conducir la coyuntura hacia una senda compatible con el saneamiento de las finanzas p¨²blicas y, en general, con la eliminaci¨®n de los obst¨¢culos estructurales que impiden su normal funcionamiento. La coexistencia de los desequilibrios cl¨¢sicos de la econom¨ªa espa?ola con una recesi¨®n de consecuencias sociales mucho m¨¢s adversas que las que sufren otros pa¨ªses de nuestro entorno, ha agudizado la manifestaci¨®n de ese dilema entre el respeto a la disciplina cambiaria y la liberaci¨®n de las amarras monetarias que pretend¨ªan hasta ahora dotar de credibilidad a ese compromiso.
Esta contradicci¨®n y el escaso margen de maniobra de las autoridades monetarias ha sido explotado por los partidos de la oposici¨®n y, en especial por el PP, que han encontrado en esta rigidez uno de los puntos m¨¢s vulnerables y hu¨¦rfanos de respuesta del Gobierno y una ocasi¨®n de oro para reclamar esa siempre bien acogida reducci¨®n del precio del dinero. Es cierto que los dirigentes de la oposici¨®n no han hecho gala de la discreci¨®n a que situaciones de tensi¨®n cambiaria como las actuales obligan, pero tampoco puede decirse que quien debiera ser m¨¢s consciente de ello -el Gobierno y sus aleda?os- haya dado muestras de la prudencia necesaria.
Ahora, la cuesti¨®n m¨¢s importante sigue siendo la persistencia de la situaci¨®n de interinidad; esta tercera devaluaci¨®n no elimina en absoluto las posibilidades de alteraciones adicionales en la parrilla de paridades del Sistema Monetario. El refer¨¦ndum dan¨¦s, las conclusiones sobre la reforma del SME y, c¨®mo no, los resultados de la consulta electoral del pr¨®ximo 6 de junio, son algunas de las contingencias que obligar¨¢n a mantener la atenci¨®n sobre la evoluci¨®n del tipo de cambio de la peseta en los mercados. El sorprendente anuncio del ministro de Econom¨ªa de reducci¨®n simult¨¢nea del tipo de intervenci¨®n del Banco de Espa?a en 1,5 puntos (probablemente una vez que ya conoc¨ªa las cifras de paro), adem¨¢s de cuestionar la argumentaci¨®n que dio con ocasi¨®n de la elevaci¨®n de esos mismos tipos de inter¨¦s en la segunda devaluaci¨®n -dijo que era "de manual"-, no es por s¨ª sola suficiente para eliminar los obst¨¢culos a la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y s¨ª puede ser un elemento que a?ada, en las actuales circunstancias, precariedad.
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