"?Para qu¨¦ cambiar a Omo?"
El viejo ugetista miraba a su alrededor con el coraz¨®n m¨¢s henchido de satisfacci¨®n que de p¨²blico estaba el abarrotado Palacio Municipal de los Deportes. "Hay m¨¢s gente que en su primera visita a Le¨®n, hace diez a?os. ?Y sabe por qu¨¦? Porque en esta tierra conocemos bien y de cerca a la derecha. Est¨¢n gobern¨¢ndonos. Y es lo que yo digo. Si sabemos qui¨¦nes son los otros y a ¨¦stos, aunque se les pueda criticar, los tenemos de nuestro lado, ?para qu¨¦ cambiar a Omo?".Unas 11.000 personas llenaban el recinto y unos cientos m¨¢s se quedaron a la puerta, incluidos los trabajadores de Nitratos de Castilla, al borde del cierre, que llegaron de Valladolid "cautivos", seg¨²n ellos, por una escolta policial. Hab¨ªa abundancia de j¨®venes entre el p¨²blico, muchos de ellos situados estrat¨¦gicamente detr¨¢s de Felipe Gonz¨¢lez, como para que les captaran las c¨¢maras de televisi¨®n. La gente se sentaba en los pelda?os de cemento y rebasaba el l¨ªmite de las barandillas. "Hay que fastidiarse", dijo una se?ora asturiana que vive en Le¨®n. "Todos los a?os que ha venido el que no sabe hablar nos lo hemos chupao cien personas, y ahora no tenemos ni sitio". "?Qui¨¦n es el que no sabe hablar?", pregunt¨¦ al viejo ugetista. Me mir¨®, como calibrando si era de los suyos, y debi¨® llegar a la conclusi¨®n de que s¨ª: "?Qui¨¦n va a ser? Corcuera".
O sea, que a lo mejor mucha gente acudi¨® por el espect¨¢culo, a sabiendas de que el presidente es como uno de esos veteranos actores con recursos que, hagan lo que hagan, nunca aburren. Cierto: hab¨ªa pancartas -la m¨¢s agitada, de Laciana, con una promesa de voto minero gracias a los a?os m¨¢s de moratoria nuclear- y hab¨ªa mucho clavelito suelto.
Y Felipe no defraud¨®, porque, a su habitual recorrido por los logros, une ahora una modesta y muy sentida solicitud de voto, un reconocimiento de saberse en la cuerda floja que le da el aire de perdedor de un atractivo John Garfield peleando hasta el fin en un rinc¨®n del cuadril¨¢tero. Incluso la sangre espa?ola derramada en Bosnia le sirve al presidente, en el cap¨ªtulo de su elocuente discurso dedicado a lo internacionales que somos gracias al PSOE: "Si hasta estamos en misiones de paz".
"Felipe ha dejado a Mr. Hyde y ha venido s¨®lo de Dr. Jekyll", coment¨® alguien a mi lado, con admiraci¨®n, y yo se lo transmit¨ª m¨¢s tarde al viejo ugetista del coraz¨®n henchido. De repente se estremeci¨®, como si el pensamiento de que tambi¨¦n el p¨²blico puede tener dos caras acabara de sorprenderle:
-No puede ser que aqu¨ª aplaudan tanto y luego no nos voten, ?no le parece? ?Ser¨ªa como cambiar a Omo!
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