Jos¨¦ Carreras reconquista la Scala de Mil¨¢n
Gran triunfo del tenor espa?ol en 'Fedora', de Umberto Giordano
Fue un rito intimista, casi pudoroso, el contener una expectaci¨®n hecha evidente por la larga procesi¨®n del gallinero iniciada horas antes del espect¨¢culo, como ocurre, en las grandes ocasiones, y por el notable revuelo que se advert¨ªa en la entrada principal del teatro, el que eligi¨® el p¨²blico de la Scala de Mil¨¢n para celebrar anoche el retorno a su escenario de Jos¨¦ Carreras. El tenor espa?ol no lo hab¨ªa pisado desde 1987, por causa de la grave enfermedad que le tuvo totalmente inactivo durante m¨¢s de un a?o. Anoche regres¨® con Fedora, de Giordano, bajo la direcci¨®n de Gianandrea Gavazzeni.
Incluso un intento de recibir la primera entrada de Carreras con un aplauso, seg¨²n costumbre reservada en noches se?aladas a favoritos que pueden estar razonablemente seguros de su ¨¦xito, fue r¨¢pidamente acallado en la oscuridad del aforo repleto. Carreras, por su parte, adopt¨® tambi¨¦n la naturalidad forzada del "como dec¨ªamos ayer" unamuniano. Al final, 20 minutos de aplausos atronadores y un coro un¨¢nime de bravos demostr¨® la magnitud del reencuentro y el triunfo arrollador del tenor ante un p¨²blico que le vio por primera vez en el verdiano Baile de m¨¢scaras, en 1975.Como Rodolfo, Don Carlos, Andrea Chenier y hasta Mario Cavaradosi, Jos¨¦ Carreras, el tenor de la voz bella y d¨²ctil por antonomasia, se gan¨® un puesto estelar en la catedral mundial de la ¨®pera, que evidentemente no le hab¨ªa olvidado y esperaba con ganas su retorno de anoche. Pero la reconquista no estaba asegurada. La Scala s¨®lo juzga a toro pasado.
Base del ¨¦xito de la velada y piedra angular de una funci¨®n que, s¨ªn ¨¦l, tendr¨ªa que volver a ser juzgada a partir de cero y probablemente por otros derroteros, fue el veterano director de orquesta Gianandrea Gavazzeni.
A sus 84 a?os, con un rostro noble y escueto como las m¨¢scaras de los genios y una batuta fresca e incansable bajo el peso de medio siglo de historia de la ¨®pera, Gavazzeni teji¨® magia musical para construir desde la orquesta toda la comedia, la poes¨ªa, el drama, la pasi¨®n y la tensa estructura de thriller policiaco que caracteriza esta Fedora de Umberto Giordano, que, como el teatro de Victorien Sardou que la sustenta, debido a la simpleza misma de sus f¨®rmulas, tiene que apoyarse en una sucesi¨®n de m¨²ltiples detalles.
Desde el primer comp¨¢s, Gavazzeni marc¨® en el foso de la Scala ese latido indescriptible y exclusivo de las grandes vivencias musicales, sin encontrar jam¨¢s la menor contradicci¨®n entre las voces y los dem¨¢s instrumentos, algo que en un director de ¨®pera nato como ¨¦l resulta tan natural como l¨®gicos los problemas que surgen de las batutas de otros no menos c¨¦lebres maestros.
Reflejos
La escena dise?ada por Luisa Spinatelli es b¨¢sicamente una caja de materiales reflectantes en cuyo fondo se superponen telones que se limitan a apuntar el tema, como en un boceto. Climas y situaciones dependen del vestuario y el mobiliario, con los que la direcci¨®n de escena realiza un juego muy est¨¢tico, a base de peque?os desplazamientos del escenario y, sobre todo, de eficac¨ªsimos efectos de luces.La m¨²sica queda, as¨ª, como plena protagonista de esta Fedora, cuyo papel estelar estuvo confiado a Mirella Freni. El. personaje de vengativa princesa rusa, en principio, no casa bien ni con el f¨ªsico demasiado bonach¨®n de la extraordinaria soprano de M¨®dena ni, sobre todo, con una voz l¨ªrica que, a pesar de los a?os, sigue siendo un instrumento ideal para dar vida a la Mimi de La Boheme. La propia Freni hab¨ªa dicho que s¨®lo acept¨® esta Fedora, porque se la pidi¨® insistentemente el maestro Gavazzeni.
Pero lo cierto es que, en su actuaci¨®n de anoche, apenas si se advirti¨® un cierto estrechamiento de la voz, sobre todo en los registros m¨¢s graves y medio-bajos, y esto durante el primer acto. La musicalidad privilegiada de Freni se impuso enseguida sobre un papel propio de sopranos dram¨¢ticas e incluso mezzosopranos y, para el final del primer acto, la sala tomaba nota de pasi¨®n y el color magistral con el que trazaba el personaje.
Carreras cant¨® con brillo desde su primera entrada, en el segundo acto, y la fuerza de su legato en el c¨¦lebre Amor ti vieta fue ya suficiente como para que un coro de bravos interrumpiera la representaci¨®n durante m¨¢s de tres minutos, cosa que ocurr¨ªa por primera desde el inicio del espect¨¢culo.
El tenor catal¨¢n, que tambi¨¦n sigue teniendo una voz ideal para cantar el Rodolfo que har¨ªa la gran pareja pucciniana con la Freni, desarroll¨® una voz fresca y muy l¨ªrica en ciertos pasajes -Mia madre, solinga vive o Io piango-, pero tambi¨¦n supo oscurecer la voz y sacarla en un caudal suficiente durante los momentos m¨¢s dram¨¢ticos del d¨²o en el que explica a Fedora por qu¨¦ asesin¨® a su prometido. Y como los dos divos fueron alcanzado luego con naturalidad, sobre el crescendo de la orquesta, la escalada de "ti amo " que cierra el segundo acto, el p¨²blico respondi¨® electrizado a la bajada del tel¨®n y aplaudi¨® como incluso en La Scala sucede pocas veces.
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